The Willows (Getxo). 19 mujeres y yo

Estaba yo sentado en The Willows Tea Room, en una de sus ocho mesas vestidas con mantel verde, flores artificiales, servilletero de metacrilato y cartelito que anuncia parte de la oferta de desayunos. Estaba, decía, sentado en una de sus sillas flamencas, con madera blanca y asiento de mimbre, viendo caer telones de agua sobre la célere coreografía de paraguas que animaba esa mañana la calle Las Mercedes, en el barrio getxotarra de Las Arenas. Ya había apurado mi «desayuno ligero» (café solo y pintxo, 2,60€), y me entretenía observando la estantería de Ikea donde se muestra un surtido de tes, mermeladas y otros artículos a la venta, cuando vino a mi mente el mantra que Manu ‘El Gallego’ (a la sazón cantante de Porco Bravo) repetía para convencerme a la hora de comprar el rico orujo que distribuía en el Gran Bilbao: «Licor da Azucena, en la comida, merienda y cena».
El verso-claim me asaltó cuando pensaba relajado, mientras escuchaba Arcade Fire, que, por fin, he dado en L.A. con un buen lugar para practicar los nobles artes del desayuno, la comida y la merienda. Un lugar tranquilo, que ofrece calidad, producto propio, toneladas de ilusión, trabajo y una oferta diferenciada, distintiva, que permite hacer pequeñas incursiones en las costumbres inglesas; desde las judías del desayuno al fish & chips del almuerzo, sin pasar por alto la hora del té. Sea cual sea.
La variada oferta de Willows
Uno puede empezar a paladear la amplia oferta de infusiones desde la mañana, cuando el mostrador lo ocupan pequeños sándwiches, quichés, tortillas y repostería casera, amasada y horneada por la risueña Adriana, la joven al mando del negocio desde hace tres años y medio. Pero no todo está a la vista pues, además del desayuno ligero y del «vitamina» (café o té, zumo de naranja y scone o tostada o croissant o pintxo o yogur; 3,80€), uno puede optar por el inglés (6,60€), con su bacon churruscado, retorcido, fino y de grato sabor; baked beans con agradable caldo dulce; tortilla melosa, nada reseca, a modo de huevos revueltos; salchicha muy rica, con agradable toque especiado; café o infusión; gran rebanada tostada de buen pan; y cuenco de mantequilla y tarrina de mermelada de fresa. Aunque, eso sí, se ofrece la posibilidad, más mediterránea, de tomar pan tumaca. Un desayuno, aunque sorprendentemente ligero, consistente. Como diría Zuloko, para ir luego a cortar troncos.

Tarta de zanahoria y nueces, en The Willows Tea Room (foto: Cuchillo)
El fin de semana hay brunch (9 euros) y cabe destacar, también, la oferta matinal de tortillas, que incluye la más sencilla (con huevo, patata y cebolla) y otras completadas con espinaca, pimiento rojo, y lonchas de pavo y queso. Esta chica sabe hacer tortillas. Buen punto de sal, cebolla bien pochada, para que aporte su sabroso dulzor y una terminación jugosa. Ni apelmazada, ni licuada.
A la hora del almuerzo, quizá cuando más flojean, se puede comer un «menú ligero» (8,60 euros9, a base de ensalada (salmón o César), bebida y café. Pero yo, que nunca he ido más allá del Suroeste de Londres, prefiero su menú inglés (8,90€), que permite escoger entre salchichas, pastel de carne y fish & chips, bebida e infusión digestiva incluidas. Una fórmula exenta de grandes dificultades, suerte de fast food en plato, que permite al cliente comer rápidamente, y a la cocinera no matarse en la cocina. Yo he tentado el fish & chips, y la porción de abadejo llegó envuelta en un rebozado henchido, elaborado con cerveza, que asume protagonismo y sirve de coraza al pescado, que así, bien parapetado, se emplata poco hecho, con textura blandengue. Y mira que estaba reseco el que comíamos en Buckingham, eh. «En Inglaterra lo sirven con vinagre, pero yo te he puesto allioli», me advirtió Adriana, cuando yo ya me entretenía con una patatas fritas con corte paja y la guarnición, consistente en un montoncito de guisantes y otro de maíz dulce.
Cerca, en una mesa próxima, dos señoras aseveraban que estaban «riquísimas las salchichas». Se sirven con pequeña guarnición de verduras, y puré de patata o patatas fritas, según.
Pero otro placer mayor es probar por la tarde sus tartas caseras, sobre vajilla Johnson Bros (England, 1883), clásica clásica. La oferta incluye brownie, parrot, tarta de manzana, cheescake… Yo debuté con una templada de zanahoria y nueces (3,55€), cubierta por buttercream de chocolate blanco, y me convencí definitivamente de las bondades de este The Willows Tea Room. Esa tarde había 20 clientes: 19 mujeres, y yo. La mayoría había pasado la cincuentena, pero se mostró sorprendentemente silenciosa, en sintonía con la decoración de un lugar que tiene carácter y resulta agradable, un espacio donde agradezco que no se caiga en la ñoñería y, aun más importante, no toparme con ningún cupcake.
Además, el café está bueno, el té se sirve en tetera de buen tamaño (es posible llenarse la taza hasta tres veces), y de sus altavoces he escuchado Chuck Berry, Beatles, Creedence Clearwater Revival, David Bowie, los mentados Arcade Fire, The Chris O’Leary Band… Ya sé donde recargar pilas estas tardes lluviosas.
(nunca ha pasado del suroeste de Londres, Igor Cubillo @igorcubillo)

Periodista y gastrósofo. Economista. Equilibrista (aunque siempre quiso ser domador). Tras firmar durante 15 años en el diario El País, entre 1997 y el ERE de 2012, Igor Cubillo ha logrado reinventarse y en la actualidad dirige la web Lo que Coma Don Manuel y el foro BBVA Bilbao Food Capital, es responsable de la programación gastronómica de Bay of Biscay Festival y escribe de comida y más cuestiones en las publicaciones Guía Repsol, 7 Caníbales, Gastronosfera y Kmon. Asimismo, es responsable de Comunicación de Ja! Bilbao, Festival Internacional de Literatura y Arte con Humor.
Vagabundo con cartel, se dobla pero no se rompe, hace las cosas innecesariamente bien y ya han transcurrido casi 30 años desde que empezó a teclear, en una Olivetti Studio 54 azul, artículos para Ruta 66, Efe Eme, Ritmo & Blues, Harlem R&R ‘Zine, Bilbao Eskultural, Getxo A Mano (GEYC), DSS2016, Den Dena Magazine, euskadinet, ApuestasFree, eldiario.es, BI-FM y alguna otra trinchera. Además, durante dos años colaboró con un programa de Radio Euskadi.
Como los Gallo Corneja, Igor es de una familia con fundamento que no perdonaría la cena aunque sonaran las trompetas del juicio final, si es que no han sonado ya. Sostiene que la gastronomía es el nuevo rock and roll y, si depende de él, seguiréis teniendo noticias de este hombre al que le gusta ver llover, vestirse con traje oscuro y contar historias de comida, amor y muerte que nadie puede entender. Eso sí, dadle un coche mirando al sol, una guitarra y una canción, una cerveza y rock and roll, y no le veréis el pelo más por aquí.
Tiene perfil en Facebook, en LikedIn, en Twitter (@igorcubillo) y en Instagram (igor_cubillo), pero no hace #FollowBack ni #FF.
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