El Jamón de la Crisis
Durante mis tres lustros como redactor de El País padecí en mi propia bodega la deriva del oficio periodístico. Bajo el mandato de Jesús de Polanco, Ander Landaburu, hombre de bien, acostumbraba a agasajar a los colaboradores con tres botellas de reserva de Marqués de Murrieta bodega riojana, de gran prestigio, fundada en 1852.
Ya entrado el Siglo XXI, el obsequio navideño lucía la etiqueta de Marqués de Vitoria reserva, un vino que también nos gusta, para qué negarlo, y que en versión crianza solíamos beber, junto a queso gorgonzola, en el Caruso, bar getxotarra reconvertido hoy en despacho de kebab. Un paso atrás, un atraso, sí, como el experimentado cuando El País empezó a felicitarnos el año nuevo con botellas de Marqués de Arienzo. La crisis del gremio era ya evidente.
La catástrofe absoluta llegó con el cambio de delegado en Euskadi, una persona con una misión. Un gestor a quien, mucho antes del abominable ERE de 2012, no le tembló la mano a la hora de cortarnos el suministro de vino aceptable para, a cambio, ‘fardar’ outdoor con una enorme caja llena de naderías. Vino y cava nefasto, peladillas… Para qué seguir. Pese a su volumen, todo el contenido valía menos que el corcho de Arienzo.
Hubiera sido mucho más original y reconfortante recibir y pasear El Jamón de la Crisis, una invención del arquitecto Juli Capella para agasajar a sus clientes en consonancia a la coyuntura económica, allá por 2007. Un jamón que luce en su etiquetado frases como «Jamón de plástico ibérico»; «Inflado con aire puro y serrano; «Sin grasa, sin sal, sin conservantes… ¡sin jamón!». Un jamón de pega, «ideal para que los niños aprendan a nadar». Un jamón hinchable, perfecto «reposacabezas para siestas en el campo o la playa». Un detallazo que no pierde vigencia. Lamentablemente.
(aquí desaconseja usar cuchillo jamonero, Igor Cubillo)
PD: El Jamón de la Crisis lo ha comercializado durante meses Vinçon, empresa barcelonesa de objetos y productos de diseño y decoración que tiene su origen en Regalos Hugo Vinçon, la tienda abierta en 1941, por Enrique Levi y Hugo Vinçon, en el Paseo de Gracia. Cuando, por fin, nos hemos decidido a reseñarlo, el flotador ha desaparecido de su web. ¿Será cosa de los brotes verdes?
Periodista y gastrósofo. Heliogábalo. Economista. Equilibrista (aunque siempre quiso ser domador). Tras firmar durante 15 años en el diario El País, entre 1997 y el ERE de 2012, Igor Cubillo ha logrado reinventarse y en la actualidad dirige la web Lo que Coma Don Manuel y escribe de comida y más cuestiones en las publicaciones Guía Repsol, GastroActitud, Cocineros MX, 7 Caníbales, Gastronosfera y Kmon. Asimismo, vuelve a firmar en El País y es responsable de Comunicación de Ja! Bilbao, Festival Internacional de Literatura y Arte con Humor. También ha dirigido todas las ediciones del foro BBVA Bilbao Food Capital y fue responsable de la programación gastronómica de Bay of Biscay Festival.
Vagabundo con cartel, se dobla pero no se rompe, hace las cosas innecesariamente bien y ya han transcurrido más de 30 años desde que empezó a teclear, en una Olivetti Studio 54 azul, artículos para Ruta 66, Efe Eme, Ritmo & Blues, Harlem R&R ‘Zine, Bilbao Eskultural, Getxo A Mano (GEYC), DSS2016, Den Dena Magazine, euskadinet, ApuestasFree, eldiario.es, BI-FM y alguna otra trinchera. Además, durante dos años colaboró con un programa de Radio Euskadi.
Como los Gallo Corneja, Igor es de una familia con fundamento que no perdonaría la cena aunque sonaran las trompetas del juicio final, si es que no han sonado ya. Sostiene que la gastronomía es el nuevo rock and roll y, si depende de él, seguiréis teniendo noticias de este hombre al que le gusta ver llover, vestirse con traje oscuro y contar historias de comida, amor y muerte que nadie puede entender. Eso sí, dadle un coche mirando al sol, una guitarra y una canción, una cerveza y rock and roll, y no le veréis el pelo más por aquí.
Tiene perfil en Facebook, en LikedIn, en Twitter (@igorcubillo) y en Instagram (igor_cubillo), pero no hace #FollowBack ni #FF.
Muy original y divertido.
Merci! O nos lo tomamos con humor, o termina con nosotros… Un saludo.