Etxanobe (Bilbao). Ya es primavera en el Palacio Euskalduna
First things first. Disculpen que en esta reseña no me explaye mucho, pero una personita reclama la mayoría de mi tiempo desde hace dos semanas y el tiempo libre no es que abunde. Pero, aun con tantos quehaceres nuevos, no quería dejar sin comentar el menú de primavera que ofrece el Restaurante Etxanobe, del que disfruté dos días antes del gran acontecimiento vital.
Era jueves por la tarde y una inesperada buena noticia requería ir a cenar fuera de casa sí o sí. La primera opción que pasó por mi cabeza: Etxanobe. La ocasión lo requería. Entrando en su web para ver los menuses, me llamó la atención el llamado ‘La alegría de la primavera’. Qué buena pinta tenía por escrito, oigan. ¿Estaría tan bien en vivo y en directo? Ya sé que le quito todo el intríngulis al asunto, pero les adelanto que sí. Pedazo de menú a un precio estupendo.
Para comenzar, tres aperitivos: micropimiento relleno de brandada de bacalao (sería micro, pero ¡el saborazo era macro!); gazpacho de fresas y cardamomo, bien emulsionado y dulzón en su punto justo; y contraste de aceituna, tomate y albahaca.
Continuamos con dos primeros platos. El primero de ellos, un ajoblanco de trufa, espárragos trigueros y gambas. Estaba bueno a rabiar. Me lo comí despacito, para que tardara en terminarse. Tanto tardé, que la pobre camarera me pregunto si es que no me había gustado. Apuesto a que ni un cliente le ha podido sacar pega al plato. Después, una sopa de bimi (verdura a medio camino entre el brócoli y los espárragos) y nabitos con crema de espinacas fritas.
De segundos, tres platos: cus-cus de ajoarriero y begihaundi; Skrei asado a la barbacoa de algas; y Kobe cocinado al vacío con parmentine de mostaza. Imposible elegir uno por encima del resto… Si acaso, el bacalao Skrei. En plena temporada y fermentado previamente en azúcar y sal, como el propio chef Fernando Canales nos explicó amablemente, así como que el parmentine que acompañaba a la carne es la patata más cara del mundo, por su cremosidad y textura. Inculta de mí, pensaba que en el menú había una errata y querían decir “parmentier”. Cuánto me falta por aprender en esta vida, ¡ay!
Para terminar, el menú sólo tenía un postre. Pero vaya postre. Un gratinado (sabayón de crema y nata) con frambuesas. Aquí también me tomé mi tiempo para terminarlo; qué maravilla. Sin exagerar, de los mejores postres que recuerdo haber comido.
Yo, que a veces empiezo a hablar y no paro, una de las veces que Canales se acercó a la mesa para explicarnos los platos le conté que era un día especial y que estábamos de celebración. Seguramente por mi verborrea, después del postre que incluía el menú, llegó a la mesa un segundo, invitación de la casa (detallazo de los que ya no se estilan): una versión de fresas con nata, con hinojo, tomate y galleta como ingredientes intrusos. Genial.
Todo lo anterior, con maridaje de Marqués de Riscal, verdejo y reserva, café, y un servicio de todo el equipo que nos dejó tan buen sabor de boca, o más, como la cena en sí, por sólo 69€. No sé a ustedes, pero a mí me parece regalado. Déjense de tonterías y vayan a probarlo. Háganme el favor.
A David (enhorabuena) y a Lía (bienvenida). Qué suerte tengo.
(María Mora)
Palacio Euskalduna; Av. Abandoibarra, 4; 48002 Bilbao (Bizkaia)
94 442 10 71
Soy María. Alicantina de nacimiento, baracaldesa de adopción y economista sin mucha vocación. Siempre he sido bastante glotona, la verdad, pero al buen comer y a los fogones me he aficionado en la veintena (esa que está casi terminando). Disfruto como una enana descubriendo sitios nuevos, casi tanto como pidiendo lo más raro que veo en una carta. No tengo blog propio, así que los Manueles me acogen cual cachorrillo sin hogar. Eso sí, tengo Facebook y Twitter, por si queréis cotillear algo sobre mí.
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