Astuy (Isla). Langosta para todos, todo el año
Las angulas son bien caras. Rodaballo y besugo se disputan en las parrillas el título de Rey del mar. Las trufas son codiciado, y aromático, objeto de deseo. El caviar Almas no se ha devaluado, pese a la ‘competencia’ de huevas de distintas especies. Y hoy parece que toda la cabaña bovina tiene un primo wagyu allí en Kobe, en Japón. Pero uno fantasea con que está podrido de dinero, que aprieta el calor y gasta 1.543 euros en helados, que se suena la nariz con billetes de quinientos, y se imagina a si mismo mirando a los ojos de una langosta y diciéndole, relamiéndose con autofusiciencia, «te voy a comer». Este crustáceo decápodo se asocia a la dieta de las clases más pudientes, a lo fastuoso, al lujo, al dispendio y la despreocupación. Al exceso. Pero en Arnuero (Cantabria) existe Astuy, un lugar donde facilitan a precio módico esa exótica sensación de vivir como un rajá.
Lo hacen, además, durante todo el año. Asomado al mar se erige un hotel restaurante, sin gran atractivo arquitectónico, que, sin embargo, cobija un tesoro en sus entrañas, bajo tierra. En el subsuelo, a resguardo de la luz y los depredadores, dispone de un enorme vivero donde las langostas del Cantábrico que sus responsables compran en plena temporada, en verano, se apiñan en grandes piscinas donde se regula la entrada y salida de agua marina mediante compuertas. Así, el espacio actúa como inmenso almacén y Emérito Astuy, tercera generación de esta familia hostelera, puede ofrecer en todo momento, en cualquier mes, el placer de comer una langosta, a precio ‘popular’: 85 euros el kilogramo.
Cualquier cliente puede bajar y ‘pescar’ la pieza que más le tienta en el referido sótano, donde el propio Emérito (presidente de la Asociación Empresarial de Hostelería de Cantabria) hizo de excelente anfitrión y me explicó cuanto solicité de estos crustáceos de lento crecimiento que únicamente engordan unos 100 gramos al año. Así, una langosta que pese dos kilogramos puede tener del orden de 20 a 30 años. ¿Sus principales predadores, al margen del ser humano? El pulpo, todo un gourmet, y el delfín, capaz de partir en dos al bicho con su hocico. Y nuestra principal protagonista es especialmente vulnerable durante dos o tres días al año, cuando ha mudado por completo de exoesqueleto y aún no ha endurecido la nueva cobertura. No son inofensivas, en condiciones normales, sus antenas pueden darnos un corte a contrapelo, y tienen una pata bien fornida, que pueden clavar como un abrelatas. Ah, y cuando toca, cada una desova alrededor de 35.000 huevos
Además, está bien buena, claro. En Astuy se puede comprobar durante todo el año, ya se ha dicho, pero durante las próximas cuatro semanas la ocasión la pintan calva. El restaurante organiza sus séptimas Jornadas de la Langosta, del 17 de octubre al 16 de noviembre, y brinda la oportunidad de comer (langosta) como un señor por 52,80 euros. Precio cerrado, sin comer atemorizado por la que se avecina…
El menú configurado este año arranca con una terrina de foie con higos, manzana confitada, frutos rojos y salsa demi-glace cuya presentación es su mayor virtud. Retirando el queso disfruté en mayor medida el falso carpaccio de pulpo gratinado (falso pues el cefalópodo no estaba crudo, únicamente estaba partido en rodajas) con parmentier y coulis de pimientos rojos de Isla asados a la leña; sobraba queso y/o faltaba gratén en una apetecible aproximación al pulpo a feira donde la intensidad del pimentón la suplía el pimiento.
La propuesta crece definitivamente cuando se incorpora la langosta al mismo, en forma de crema con emulsión de menta y cebollino. El caldo está riquísimo, se sirve tocado por una cola de langostino pelada, y calienta el estómago, dejándolo listo para el contraste de temperatura de un sorbete de mandarina igualmente sabroso y refrescante.
Entonces llega el momento realmente esperado, el plato fuerte de la velada, la irrupción en escena de su majestad la langosta «de Isla», que en el menú que nos ocupa se puede escoger cocida o a la plancha, a razón de 450 gramos por comensal. Al menda se la sirvieron cocida, seguramente en demasía, y disfrutó muchísimo más la cabeza y las patas, depositadas en bandeja al centro, que las rodajas de cola emplatadas, acompañadas de salsa mayonesa y vinagreta.
El fin de fiesta fue espectacular. Y lo dice alguien que acostumbra a pasar por alto el postre. Muy recomendable el soufflé de la casa, una suerte de suflé Alaska que combina mantecado helado, trozos de fruta y una cobertura de claras de huevo batidas a la que el camarero prende fuego ante nuestros ojos. Un postre clásico, «viejuno» escuché en mi propia mesa, aunque difícil de encontrar; servido en ración más que generosa, la combinación resulta acertada y el regusto final agradabilísimo.
El menú de las Jornadas no incluye café ni copas, pero sí agua y vino (yo aplaqué la sed con 0,77, el albariño de la casa) y unas espectaculares vistas al mar, a resguardo de los temporales que supuestamente se avecinan.
(Igor Cubillo)
web de Hotel-Restaurante Astuy
Avda. Juan Hormahechea, 1; Isla – Arnuero (Cantabria)
942 67 95 40
Periodista especializado en música, ocio y cultura. Economista. Equilibrista (aunque siempre quiso ser domador). En el medio de la vía, en el medio de la vida, si hay suerte, tal vez. Ha pasado la mayor parte de su existencia en el suroeste de Londres, donde hace más de 20 años empezó a teclear, en una Olivetti Studio 54 azul, artículos para Harlem R&R ‘Zine, Ruta 66, El País, Bilbao Eskultural, Ritmo & Blues, Getxo A Mano (GEYC), Efe Eme, Den Dena Magazine, Kmon, euskadinet y alguna otra trinchera. Prefiere los caracoles a las ostras. Qué tío. Anda que…
Ah, tiene perfil en Facebook y en Twitter (@igorcubillo), pero no hace #FollowBack ni #FF. Se le resisten ciertas palabras y acciones con efe. Él sabrá por qué…
Periodista y gastrósofo. Heliogábalo. Economista. Equilibrista (aunque siempre quiso ser domador). Tras firmar durante 15 años en el diario El País, entre 1997 y el ERE de 2012, Igor Cubillo ha logrado reinventarse y en la actualidad dirige la web Lo que Coma Don Manuel y escribe de comida y más cuestiones en las publicaciones Guía Repsol, GastroActitud, Cocineros MX, 7 Caníbales, Gastronosfera y Kmon. Asimismo, vuelve a firmar en El País y es responsable de Comunicación de Ja! Bilbao, Festival Internacional de Literatura y Arte con Humor. También ha dirigido todas las ediciones del foro BBVA Bilbao Food Capital y fue responsable de la programación gastronómica de Bay of Biscay Festival.
Vagabundo con cartel, se dobla pero no se rompe, hace las cosas innecesariamente bien y ya han transcurrido más de 30 años desde que empezó a teclear, en una Olivetti Studio 54 azul, artículos para Ruta 66, Efe Eme, Ritmo & Blues, Harlem R&R ‘Zine, Bilbao Eskultural, Getxo A Mano (GEYC), DSS2016, Den Dena Magazine, euskadinet, ApuestasFree, eldiario.es, BI-FM y alguna otra trinchera. Además, durante dos años colaboró con un programa de Radio Euskadi.
Como los Gallo Corneja, Igor es de una familia con fundamento que no perdonaría la cena aunque sonaran las trompetas del juicio final, si es que no han sonado ya. Sostiene que la gastronomía es el nuevo rock and roll y, si depende de él, seguiréis teniendo noticias de este hombre al que le gusta ver llover, vestirse con traje oscuro y contar historias de comida, amor y muerte que nadie puede entender. Eso sí, dadle un coche mirando al sol, una guitarra y una canción, una cerveza y rock and roll, y no le veréis el pelo más por aquí.
Tiene perfil en Facebook, en LikedIn, en Twitter (@igorcubillo) y en Instagram (igor_cubillo), pero no hace #FollowBack ni #FF.
2 Comentarios
Trackbacks/Pingbacks
- Astuy (Isla). A vueltas con la langosta | Lo Que Coma Don Manuel - […] crustáceos marinos, una especie que no ha cambiado durante el último año. Sirven, por tanto, las explicaciones del pasado…
Muchísimas gracias, por el comentario y los piropos.
Comí a gusto, sí. Cuando vuelva tentaré este arroz con bogavante y seguro (SEGURO) repetiré suflé Alaska. Me encantó.
Un saludo.
Oye Igor… va a ser que tenemos conexión invisible o algo, porque casualmente estuve en ese maravilloso restaurante de Isla hace un par de semanas (la tercera ocasión que tuve el placer de visitarlo), disfrutando de un arroz con bogavante, o abacanto como dicen por esas tierras cántabras, soberbio. Me ha encantado tu artículo, supercompleto y qué suerte poder disfrutar de todos esos platos… ¡Qué envididia!
No puedo dejar de mencionar la espectacularidad del flambeado del soufflé en vivo y en directo, para recortarte las pestañas vamos… Gran artículo!