Islas Canarias (Valencia). Comida honesta, sin ínfulas
No sé si les sucede como a mí, que antes de emprender un viaje, por breve que sea, busco y rebusco bares y restaurantes donde aplacar la sed, matar el gusanillo, probar especialidades locales, salir del paso o darme un gran homenaje. Me junto con papeles en bolsillos y cartera, notas en el móvil y documentos varios en el ordenador, todos con idéntico fin: disfrutar de la comida. Me volvió a pasar hace unas semanas, cuando me planté en Valencia capital con la sana intención de comer un arroz de campeonato en La Riuá, Casa Carmina, Kaymus, Casa El Famós o El Poblet; probar platillos y raciones con la firma de Quique Dacosta en Vuelve Carolina, dado que el sueldo no me da para dejarme caer por su triestrellado restorán de Dénia; zambullirme en la gastronomía local entre los barriles de Casa Montaña, en el barrio de Canyameral; comer una chuleta de campeonato en Askua; tentar el Trenca Dish de Raúl Aleixandre, Premio Nacional de Gastronomía 2004; picar en el Canalla Bistrot de Ricard Camarena, con su informalidad calculada…
La lista era larga, pero después de pasear toooodo el día por la Ciudad de las Artes y las Ciencias, con la chavalería, la primera noche no apetecía separarse más de 200 metros del hotel, no fuéramos a necesitar la cama. Así, preguntamos de sopetón en recepción y el amable empleado puso cara de circunstancias; luego se excusó, «aquí no se come bien en todas partes, como en Bilbao, es otro nivel…»; y terminó recomendando lo, a su juicio, único recomendable en La Creu del Grau, el restaurante Islas Canarias. «Ponen bocadillos, raciones, medias raciones, y también tienen carta. Los clientes suelen volver contentos», sentenció nuestro improvisado prescriptor. Y allá que fuimos.
El negocio se anuncia como restaurante de cocina mediterránea, especializado en arroces, mariscos y pescado fresco, aunque sobre la cámara del pescado hay dos jamones. Olé. Abundan, efectivamente, los montaditos y raciones, y no falta anguila en all i pebre, sepionets al ajillo, almejas, huevas de sepia, caracoles en salsa, esgarraet (pimiento asado y bacalao), tellinas, mojama de atún, ni ortiguillas. Anuncian «angulas a la bilbaína» (50€) y paella de langosta. Y entre los pescados figuran bonito encebollado, kokotxas de merluza y dorada. Pues bien, todo lo pasé por alto las dos noches. Porque, sí, acabé repitiendo. Ya ven, tanta nota, tanta nota…
Sin tacha las clochinas al vapor (media ración, 4€); ricas las papas arrugás con mojo picón y pimentón (media, 4€); buena también la sepia entera (8€), nada tiesa; y resultón el arroz a banda (12€/pax), coronado con langostinos pelados y mejillones. No dejaron huella las patatas bravas con all i oli (media, 5€); resultó agradable la fritura de pescado de playa (media, 6€); y sorprendentemente bueno el tomate valenciano, acompañado de bonito, anchoas y olivas (media, 9€). También dio la talla la clásica paella valenciana (12€/pax), con su garrofón, su pollo, su judía verde, su poquito de socarrat…
En cuanto a la bebida, tengo la sana costumbre de pedir, allá donde voy, los vinos de la tierra. Si no acostumbran, hagan como yo. En ella es donde tiene más sentido su degustación, donde resultan más expresivos y sabrosos, donde mejor armonizan con el entorno, con sus aromas y colores, y donde logran hablarnos, de tú a tú, de su historia, de su tierra, de sus fatigas y alegrías. Así, el primer día cayó una botella de Vallblanca (12€), un blanco agradable a base de verdil y gewürztraminer. Y el segundo una de tinto, Venta del Puerto nº12 (18€), buen coupage de cabernet-sauvignon, merlot, syrah y tempranillo.
Total, que me pasé dos tardes repasando notas e inspeccionando el terreno, con intención de tomar los buques insignias de Valencia, cuchara y tenedor en mano, y resultó que, inesperadamente, donde más disfruté fue en esta sencilla casa. Allí no encontré grandes lujos, pero sí buen servicio, trato afable y buena comida, honesta, sin ínfulas ni pijadas. ¿Qué más necesitamos, realmente?
(Igor Cubillo)
web de restaurante Islas Canarias
Islas Canarias, 112; 46023 Valencia
96 330 00 00 / 96 330 00 85
Periodista y gastrósofo. Heliogábalo. Economista. Equilibrista (aunque siempre quiso ser domador). Tras firmar durante 15 años en el diario El País, entre 1997 y el ERE de 2012, Igor Cubillo ha logrado reinventarse y en la actualidad dirige la web Lo que Coma Don Manuel y escribe de comida y más cuestiones en las publicaciones Guía Repsol, GastroActitud, Cocineros MX, 7 Caníbales, Gastronosfera y Kmon. Asimismo, vuelve a firmar en El País y es responsable de Comunicación de Ja! Bilbao, Festival Internacional de Literatura y Arte con Humor. También ha dirigido todas las ediciones del foro BBVA Bilbao Food Capital y fue responsable de la programación gastronómica de Bay of Biscay Festival.
Vagabundo con cartel, se dobla pero no se rompe, hace las cosas innecesariamente bien y ya han transcurrido más de 30 años desde que empezó a teclear, en una Olivetti Studio 54 azul, artículos para Ruta 66, Efe Eme, Ritmo & Blues, Harlem R&R ‘Zine, Bilbao Eskultural, Getxo A Mano (GEYC), DSS2016, Den Dena Magazine, euskadinet, ApuestasFree, eldiario.es, BI-FM y alguna otra trinchera. Además, durante dos años colaboró con un programa de Radio Euskadi.
Como los Gallo Corneja, Igor es de una familia con fundamento que no perdonaría la cena aunque sonaran las trompetas del juicio final, si es que no han sonado ya. Sostiene que la gastronomía es el nuevo rock and roll y, si depende de él, seguiréis teniendo noticias de este hombre al que le gusta ver llover, vestirse con traje oscuro y contar historias de comida, amor y muerte que nadie puede entender. Eso sí, dadle un coche mirando al sol, una guitarra y una canción, una cerveza y rock and roll, y no le veréis el pelo más por aquí.
Tiene perfil en Facebook, en LikedIn, en Twitter (@igorcubillo) y en Instagram (igor_cubillo), pero no hace #FollowBack ni #FF.
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