Que trabaje el cocinero

Nov 11, 15 Que trabaje el cocinero

NOSÍ (+42 rating, 9 votes)
Cargando...

«A mi me gusta todo, menos ir a trabajar». Esta frase, tan socorrida durante generaciones, no se puede aplicar a mi persona. Por un lado, me gusta mi trabajo; por otra parte, en mi Instituto el lema era el siguiente; «A la santidad por el trabajo». Y yo quiero ser santo, quiero ser canonizado, azotado y flagelado; levitar por las mañanas y en el cuerpo tener llagas. Como Olvido.

No obstante, qué paradoja, reconozco que no me desagradan los planteamientos de Carlos Slim (Telmex) y Larry Page (Google), quienes proponen reducir la semana laboral, dejándola incluso en sólo tres días. Pero antes de perderme en las veredas del activismo y del sindicalismo, y de que el voluntarioso lector termine por abandonar a mitad de trayecto, sin adivinar a dónde quiero llegar en esta ocasión, trataré de reconducir mi exposición. Para ello, de modo excepcional, voy a dar un giro de tuerca a la sentencia que abre este texto: «A mí me gusta todo, menos trabajar gratis». Como a usted, siempre me ha gustado cobrar por mi trabajo, aunque no siempre haya sido posible; y tengo meridianamente claro que no seré yo quien pagará por hacerlo, por trabajar quiero decir, pues tengo otros vicios caros.

Y eso penúltimo, apoquinar por dar el callo, es lo que proponen los muchos asadores que presentan la carne, la chuleta y el chuletón, apenas marcada, cuando no cruda. Para que uno termine de prepararla a su gusto en la misma mesa. Rollo Juan Palomo. Y la cosa triunfa, pues los más dóciles y/o comprensivos, que son mayoría, se prestan fácilmente al juego y alaban la iniciativa, «para que no se enfríe».

Un restorán en que la carne se sirve cruda (foto: Cuchillo)

Un restorán en que la carne se sirve cruda (foto: Cuchillo)

Lo leo y veo que tiene sentido, que la provisión de pequeñas parrillas, planchas portátiles, platos refractarios y demás instrumental coquinario tiene razón de ser. Además, las primeras veces es entretenido, e incluso divertido, no diré que no. Pero después de volver a casa, en más de una ocasión, con la camisa ahumada, envuelto en eau de croquete y lamentando que la pieza se haya pasado de punto, he terminado por comulgar con el pensamiento de mi apreciado Aitor Manterola, parrillero mayor de Patxiku-Enea, que de esto sabe un rato. «(Cuando salgo de aquí) Yo no voy a un restaurante a trabajar», me dijo en su momento. Y tiene mucha razón.

El acto de comer, más allá de procurarnos alimento, de suministrar la materia y energía que nuestro organismo precisa para funcionar, debe ser un ejercicio no diré de voluptuosidad, pues son palabras mayores, pero sí plácido, placentero. El comensal debe entregarse a la contemplación y la conversación, y la responsabilidad debe recaer en el cocinero. Éste, profesional de la cosa, debe encargarse, como hacen mismamente en Patxiku-Enea (Lezo), Baserri Maitea (Forua), Casa Garras (Karrantza), Alameda (Fuenmayor), Gure Etxea (Getxo), Casa Julián y Casa Nicolás (ambos en Tolosa), de que la carne llegue en el punto exacto demandado por el cliente, y en plato frío, si acaso templado, para que el género no se recueza en caso de que la charla y, llegado el caso, el galanteo, ralenticen su consumo. Si el género es bueno y el cocinero ha hecho bien su labor, ya me encargaré yo de que no se enfríe. Ésa sí es mi responsabilidad. Y la acepto gustoso.

(Igor Cubillo)

La chuleta de Patxiku-Enea, que se sirve terminada, hecha al gusto del comensal (foto: Cuchillo)

La chuleta de Patxiku-Enea, que se sirve terminada, hecha al gusto del comensal (foto: Cuchillo)

Leave a Comment

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Ellos son la nueva cocina vasca. 7 Caníbales

¡Txotx! Se desborda la txinparta. Guía Repsol

Sal de Añana, miles de años brotando oro blanco. Gastronosfera

Postres pasiegos: la magia que produce la leche de los Valles Pasiegos. GASTRONOSFERA

Anchoas de Santoña, el milagro de la sal. Gastronosfera

Carolina, el pastel bilbaíno con nombre de mujer. Gastronosfera

Goxua, el postre vasco de inspiración catalana. Gastronosfera

Goxua, el postre vasco de inspiración catalana. Gastronosfera

Queso Camerano, la segunda vida de una receta milenaria. Gastronosfera

La borraja. Gastronosfera

A la conquista del ‘flysch’ de Getxo por tierra, mar y aire. Guía Repsol

Donosti en 9 paseos otoñales. Guía Repsol

Las perlas levantinas más sabrosas. Guía Repsol

Tiempo de angulas, cedazo y farol. Guía Repsol

Laguardia. Una villa guerrera, señorial y vinatera. Guía Repsol

Solar de Samaniego. Una invitación a beber entre líneas. Guía Repsol

La brava alegría riojana. Gastronosfera

Tudanca, carne de Cantabria. Gastronosfera

Chorizo riojano. Gastronosfera

Urdaibai. Margen izquierda del río Oka: historia, bosque y parrilla. Guía Repsol