Vinos brisados, daddy plays the horn
Hay días en que, no sé por qué, me despierto con un sentido vital absolutamente ‘analógico’. Días en los que necesito respirar y salir de la ‘perfección digital’, del orden algorítmico; necesito sentir cómo la aguja recorre el surco del vinilo y cada pequeño chasquido me hace sentir más próximo a Dexter. Son días en los que, como hoy, me apetece descorchar un vino brisado.
Sí, he optado por este término por el profundo respeto y cariño que tengo a los vinos naranjas de Condado de Huelva (generoso aromatizado con corteza de naranja amarga mediante el procedimiento de maceración) y no quiero que se confunda con el término de origen y uso comercial “Orange wines” que se utiliza desde que David Harvey, comerciante inglés de vinos, lo popularizara en 2004 para referirse a este tipo de vinos tan especiales. Vinos blancos que se elaboran como si fueran tintos, macerando y fermentado el mosto en contacto con las pieles, a veces en inox y otras en madera o ánforas, como ya se hacía en Georgia hace más de 6.000 años. Siempre que abro una botella de este tipo de vino pienso, quizá por defecto del tiempo que me toca vivir, cómo catalogarlo, si como moda, tendencia u opción.
Que estos vinos se ponen de moda a partir de que Joško Gravner buscara en Friuli recuperar métodos de elaboración ancestrales, nos vuelve a confirmar que todo está inventado y es cíclico. Que este inicio crea una tendencia cada vez más extendida y aceptada en diferentes terruños del planeta parece evidente. Pero, quizá por causa de mi pragmatismo, me quedo con la categoría de opción, que me permite no hacer lecturas excluyentes y disfrutar de estos vinos que tanto disfrute nos pueden regalar con su fantástico encaje gastronómico (tengo que decirle a Cubillo que me proponga armonías de plato, que de eso sabe un rato).
Skin Contact, de Península Vinicultores
Hoy he descorchado Skin Contact 2018, de Península Vinicultores. Dexter me marca la pauta homenajeando a Charlie Parker con su versión de ‘Confirmation’ y, efectivamente, confirmo que estoy ante un vino que no me deja indiferente. De entrada, es un vino seco, varietal albariño elaborado por Bodegas Fontana en Fuente de Pedro Naharro, Cuenca. ¡Toma ya! ¡Me encanta que me descoloquen! Ha fermentado y macerado con las pieles 182 días en inox. Vino orgánico, estabilizado por frio y con mínima adición de sulfuroso previa al embotellado.
El resultado, fantástico, con presencia seductora. Su color de tono ambarino y dorado nos anticipa esa extracción en aromas y gusto que ha permitido el contacto con sus pieles. En nariz, intenso, profundo, complejo, regalando herbáceos, fruta y flor. En boca, carácter mineral, largo, con tanino marcado pidiendo plato. Desde luego, me ofrece una mirada distinta de esta variedad de uva que tanto me gusta, así que a la maleta de recursos, que todo suma.
Tengo en la recámara guardadas para otras jornadas analógicas, que vendrán seguro, otras dos opciones de este perfil de vinos, El Grifo Orange Wine (moscatel seco, D.O Lanzarote) y Marko Skin (D.O. Bizkaiko Txakolina).
De momento, Dexter me marca la pauta con ‘Daddy plays de horn’.
(Iñaki Suárez)
El sumiller Iñaki Suárez, cofundador de Epikuria, ha borrado sus largas patillas al dejar crecer la barba, pero poco más ha cambiado, pues continúa enamorado del vino y del jazz, atravesando sus senderos y procurando cruces entre ellos. Sabe tanto de la materia que es miembro del comité técnico de la U.A.E.S. (Unión de Asociaciones Españolas de Sumilleres) y del comité de cata de la denominación de origen Bizkaiko Txakolina. Le cuelgan la etiqueta de “técnico gastronómico” y ahora también puede presumir de colaborar con Lo que Coma don Manuel, esta weg.
En su perfil de Instagram no lo indica, pero también es copropietario y currela del bar restaurante Patxi Larrocha, en la capital de la galaxia.
ayyyy!!!! en estos tiempos de pandemia y confinamientos diversos, deleitarse con unas ricas viandas y unos «caldos sublimes» siempre es importante para mi. Y si, estoy de acuerdo con Igor cubillo en que la gastronomía ahora, es el rock and roll, pero también como el Jazz que tanto gusta a Iñaki, según en que momento del confinamiento me encuentre.