Tributo a Manu Calera. For all we know
Hoy, como por impulso, he cogido el coche para ir en busca de la niebla, pero no cualquier niebla, ésa que habita en el corredor del río Cadagua, en Enkarterri (Bizkaia), y dibuja las sombras del paisaje en cada pueblo de la zona, con su arquitectura rural, industrial y de viña. Siento la necesidad de hacer ese camino que Manu Calera seguro transitó miles de veces mientras soñaba y daba forma a lo que hoy parece obvio, la Denominación de Origen Bizkaiko Txakolina, ese espacio colectivo donde la unidad se convierte en eslabón, la mirada en foco y la imagen en foto de familia.
Mientras observo el paisaje y me voy acercando al destino, Zalla, la melodía que suena en el equipo del coche, ‘For all we know’ en la interpretación de Keith Jarrett y Charlie Haden, me determina a explicar esa perspectiva que tenemos a veces sobre lo que nos parece obvio. Porque no, las cosas no han sido siempre así. La tradición vitivinícola en Bizkaia ha compaginado en el trascurso del tiempo la presencia de la viña, su complementariedad social y económica con el caserío, el esplendor y reconocimiento, y también el declive. Ahí es donde el papel de personas como Manu Calera se dibuja trascendental. Su convicción, tesón y capacidad para hacer una fotografía del pasado, presente y sobre todo futuro del txakoli en Bizkaia lo suficientemente objetiva, sugerente e ilusionante, fueron determinantes para obtener el soporte y apoyo necesario por parte de las instituciones públicas con el fin de que protegieran e impulsaran ese patrimonio social, cultural y económico que representa hoy la viticultura en Bizkaia.
Estamos hablando de los años ochenta del pasado siglo, cuando Manu elaboraba su txakoli en los bajos del caserón del barrio de Aretxaga, en Zalla, antes del acuerdo que vincularía su proyecto al sueño de Cosme Vivanco y supondría el salto al desarrollo de la bodega por todos reconocida, Virgen de Lorea, magníficamente descrita en esta misma web por Cubillo con el título “Virgen de Lorea, el mayor viñedo de txakoli”.
Un tiempo en el que Manu, junto a un pequeño grupo de txakolineros agrupados en la Asociación Bialtza, construía lo que sería el germen de la Denominación de Origen Bizkaiko Txakolina. Nacida oficialmente en 1994, él fue primer presidente de su consejo regulador provisional hasta 1995, como afirma Antton Txapartegi, secretario de la denominación desde entonces y testigo directo de los hechos.
Un tiempo en el que había 80 micro-proyectos, quizá con más afición e ilusión que oficio, que mirados desde la perspectiva de hoy, con 39 bodegas absolutamente profesionalizadas, tecnológicamente avanzadas y con vocación de vanguardia, nos dan una idea clara del camino que se ha recorrido. Esos primeros años donde el reto era corregir la acidez volátil y elaborar vinos aceptables al paladar han dado paso a una paleta cada vez más amplia de tipos de vino, muy bien valorados en las guías profesionales y galardonados con innumerables premios en certámenes locales, del Estado e internacionales.
Pero, ¿cuál era el papel de Manu en la bodega? Me contesta a esta pregunta Elena García, la enóloga discreta y humilde, como yo la llamo, que desde hace años ha colaborado puntualmente con él, y su respuesta no puede ser más clara: “Manu era todo, trabajo de campo, bodega y venta“. Hace poco escuché decir a un bodeguero joven de Rioja que está dando mucho que hablar que los bodegueros “modernos” por la mañana están podando y por la tarde vendiendo. Pues Manu debía ser un adelantado a su tiempo, porque durante muchos años no faltó la visita que hacía a mi casa para presentarme la nueva añada de sus vinos, aunque tuviera distribuidor en la zona para realizar esa tarea. De hecho, nuestra última conversación fue muy poco antes de que nos dejara y se centró en la ilusión y cariño puestos en el vino un año tan complicado como éste, a lo que yo contesté que con el mismo cariño lo cataría.
Con ello me quedo, con tu legado. Aretxaga, Señorío de Otxaran y Lainoa siempre serán el reflejo de una vida entregada al txakoli. For all we know, Manu.
(Iñaki Suárez)
web de bodegas Virgen de Lorea
El sumiller Iñaki Suárez, cofundador de Epikuria, ha borrado sus largas patillas al dejar crecer la barba, pero poco más ha cambiado, pues continúa enamorado del vino y del jazz, atravesando sus senderos y procurando cruces entre ellos. Sabe tanto de la materia que es miembro del comité técnico de la U.A.E.S. (Unión de Asociaciones Españolas de Sumilleres) y del comité de cata de la denominación de origen Bizkaiko Txakolina. Le cuelgan la etiqueta de “técnico gastronómico” y ahora también puede presumir de colaborar con Lo que Coma don Manuel, esta weg.
En su perfil de Instagram no lo indica, pero también es copropietario y currela del bar restaurante Patxi Larrocha, en la capital de la galaxia.
Comenta, que algo queda