El Tubo (Zaragoza). Cuatro paradas imprescindibles
Zaragoza es una ciudad grande, la quinta de España en número de habitantes, sólo superada por Madrid, Barcelona, Valencia y Sevilla. Sin embargo, su patrimonio artístico y arquitectónico parece que se agota pronto. Seguro que su riqueza es incomparable, por calidad y cantidad, pero a uno siempre le dicen lo mismo: tienes que ver la Basílica de Nuestra Señora del Pilar, la Seu y el Palacio de la Aljafería, mandado construir por Al-Muqtadir, segundo monarca de la dinastía de los Banu Hud; y tienes que tomar unas tapas por El Tubo. Los más andarines suman a las recomendaciones el paseo por la zona de la Expo 2008, con buen tiempo. Y los más balas el fin de fiesta en El Plata, el cabaret ibérico recuperado bajo la dirección artística del difunto Bigas Luna.
El caso es que catedral, Palacio de la Alegría, zona Expo, cabaret y basílica solo hay una (de cada), no tienen pérdida. Pero El Tubo, la zona de tapas de la ciudad, es intrincada y estrecha, sí, pero está sembrada de bares. Y siempre está bien que a uno le asesoren a la hora de dejarse caer por uno u otro. Más cuando manda la especialización y unos son conocidos por despachar empanadillas, otros por sus croquetas, sus anchoas, sus huevos, sus ajos tiernos, sus champiñones…
Éste es mi póquer particular en la que muchos consideran la zona con más solera de la capital aragonesa, que vivió su esplendor en los años 50 y 60 y vuelve a respirar, de otra manera, lamiendo las heridas del abandono y la especulación inmobiliaria.
TABERNA DOÑA CASTA
Casta, lo que se dice casta… (f: Cuchillo)Estébanes, 6. Lo suyo es hacer aparición en El Tubo por la confluencia de las calles Estébanes y Libertad, levantar la vista y contemplar, en la fachada, cómo se insinúa el pezón izquierdo en el prominente escote de Doña Casta, que muestra ése y otros encantos. Más explícito es aún el mostrador donde se exhiben las croquetas (2,40€, ud.) que han dado justa fama al local. Rollizas. Imperfectas. Gustosas. Tiernas. Hechas al momento. Nada grasientas. Y con una oferta de sabores que, en algunos casos, incluso sorprende.
Diez son las variedades que preparan: jamón, queso y nueces; boletus y foie; bacalao con trigueros; arroz negro con allioli; cabrales con manzana; setas y queso de cabra; gallina con chocolate; morcilla y piñones; codorniz escabechada; y longaniza.
También son apetecibles sus huevos con foie.
LA BALLENA COLORÁ
Tres ballenitas, en La Ballena Colorá (f: Cuchillo)Libertad, 16. Lamentaríamos el hecho de que en El Tubo no hay una gran oferta de vinos, de no ser porque uno va bien servido a cañas, a precio razonable (alrededor de 1,50€). Concretamente, en La Ballena Colorá tienen un grifo del que mana una estupenda cerveza artesana de trigo, de elaboración propia.
El local, estrecho y forrado de azulejos rojos, es aún más famoso por sus ballenitas, bocadillitos a base de boquerón, anchoa y pimiento verde asado. Están bien. El gancho de lo sencillo.
BAR TEXAS
Cuatro de Agosto, 4. El Texas es el típico bar que uno pasaría de largo si no se lo recomendaran. Viejo y de aspecto desvencijado, parece que el tiempo se ha detenido en los escasos metros cuadrados que ocupa, con sus paredes cubiertas con matrículas de coche americanas, azulejos con aforismos chistosos, pegatinas, plantas, calendarios… ¿De Pirelli? No, de Patatas Gómez. No compares. Y del techo cuelgan botas de vino, cencerros e incluso algún arcabuz.
Inaugurada en 1946, y probablemente no sometida a ninguna reforma en todo este tiempo, esta tasca casta tiene fama por sus patatas bravas (simplemente correctas); pero lo mejor es que los amantes de la cocina gore podemos calmar allí el nervio con finuras como las madejas (intestino delgado y entresillos del cordero) y las bandejas de pajaritos fritos. Media docena, 8,50€.
Su atractivo, su esencia carpetovetónica, no pasó por alto para los guionistas de ‘Un país en la mochila’, que desplazaron hasta allí a Imanol Arias y Juan Echanove y les hicieron traspasar su umbral cantando jotas. Ni para Carlos Herrera, que en una ocasión le dedicó su tribuna en XL Semanal.
EL INDIO MALO
Cuatro de Agosto, 16. El hambre se puede sepultar definitivamente en El Indio Malo, un negocio de inspiración trasatlántica especializado en rechonchas empanadas argentinas (2€). Yo escogí la más sosa, la de queso y cebolla, totalmente desprovista de alma, pero es fácil acertar si se pide cualquier otra: atún; jamón y queso; queso y albahaca; carne picante; carne suave; cabrales; jamón serrano; pollo.
También ofrecen anticuchos (3€), suerte de pincho moruno de ternera, y raciones de indianos (4,80€), especie de criollos («choripán») con salsa chimichurri, mucho más gustosos y contundentes.
Tras pasar por estos cuatro lugares, puede que hayas comido más que suficiente por menos de 20 euros. Aún podrás ir a algún otro bar, si queda apetito; ¿anchoas y aceitunas en Bodega Almau? O echar un vistazo a la decoración de La Republicana. O compartir un postre de la carta (6,50€) en el cercano Casa Lac, inaugurado en 1825 y hoy abanderado de la revolución de las verduras, que se promociona como «el restaurante más antiguo de España». O dejarte caer por El Plata, claro.
(Igor Cubillo)
Croquetones de Doña Casta, a punto de ser devorados por el amigo Ander (foto: Cuchillo)Periodista especializado en música, ocio y cultura. Economista. Equilibrista (aunque siempre quiso ser domador). En el medio de la vía, en el medio de la vida, si hay suerte, tal vez. Ha pasado la mayor parte de su existencia en el suroeste de Londres, donde hace más de 20 años empezó a teclear, en una Olivetti Studio 54 azul, artículos para Harlem R&R ‘Zine, Ruta 66, El País, Bilbao Eskultural, Ritmo & Blues, Getxo A Mano (GEYC), Efe Eme, Den Dena Magazine, Kmon, euskadinet y alguna otra trinchera. Prefiere los caracoles a las ostras. Qué tío. Anda que… Ah, tiene perfil en Facebook y en Twitter (@igorcubillo), ahora le ha dado por hacer #FollowBack, pero no #FF. Se le resisten ciertas palabras y acciones con efe. Él sabrá por qué…
Periodista y gastrósofo. Heliogábalo. Economista. Equilibrista (aunque siempre quiso ser domador). Tras firmar durante 15 años en el diario El País, entre 1997 y el ERE de 2012, Igor Cubillo ha logrado reinventarse y en la actualidad dirige la web Lo que Coma Don Manuel y escribe de comida y más cuestiones en las publicaciones Guía Repsol, GastroActitud, Cocineros MX, 7 Caníbales, Gastronosfera y Kmon. Asimismo, vuelve a firmar en El País y es responsable de Comunicación de Ja! Bilbao, Festival Internacional de Literatura y Arte con Humor. También ha dirigido todas las ediciones del foro BBVA Bilbao Food Capital y fue responsable de la programación gastronómica de Bay of Biscay Festival.
Vagabundo con cartel, se dobla pero no se rompe, hace las cosas innecesariamente bien y ya han transcurrido más de 30 años desde que empezó a teclear, en una Olivetti Studio 54 azul, artículos para Ruta 66, Efe Eme, Ritmo & Blues, Harlem R&R ‘Zine, Bilbao Eskultural, Getxo A Mano (GEYC), DSS2016, Den Dena Magazine, euskadinet, ApuestasFree, eldiario.es, BI-FM y alguna otra trinchera. Además, durante dos años colaboró con un programa de Radio Euskadi.
Como los Gallo Corneja, Igor es de una familia con fundamento que no perdonaría la cena aunque sonaran las trompetas del juicio final, si es que no han sonado ya. Sostiene que la gastronomía es el nuevo rock and roll y, si depende de él, seguiréis teniendo noticias de este hombre al que le gusta ver llover, vestirse con traje oscuro y contar historias de comida, amor y muerte que nadie puede entender. Eso sí, dadle un coche mirando al sol, una guitarra y una canción, una cerveza y rock and roll, y no le veréis el pelo más por aquí.
Tiene perfil en Facebook, en LikedIn, en Twitter (@igorcubillo) y en Instagram (igor_cubillo), pero no hace #FollowBack ni #FF.
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