Cierran nuestra hostelería. Y fuera aguardan los lobos
«Se determina el cierre total para el servicio a las personas de los establecimientos y servicios de hostelería y restauración, con excepción de los comedores de hoteles y otros alojamientos para servicio de sus clientes alojados» (*)
Cómo no juzgar injusta la manifiesta criminalización de nuestra hostelería en Euskadi, Navarra, La Rioja, Cataluña, Asturias o Castilla y León, de bares y restaurantes que cumpliendo las medidas de prevención de la Covid-19 constituyen espacios absolutamente seguros. Voy a diario a vuestras casas y me siento mucho más a salvo disfrutando en esas distanciadas y desinfectadas mesas que tocando todo en el supermercado, sentado en el autobús, hacinado en el metro o tecleando claves en el cajero automático del pueblo.
¿Por qué no se castiga únicamente a quien incumple, a quien ha realizado competencia desleal y generado descrédito mientras sus colegas sufrían para reducir aforos y ceñirse al resto de restricciones? ¿De verdad son necesarias tantas cabezas de turco? Concretamente, el cierre exclusivo, total, inmisericorde y casi inmediato decretado en el País Vasco no tiene justificación, ni pies ni cabeza. Y el hecho de no permitir levantar las persianas este fin de semana, con los libros y las cámaras llenas de reservas anotadas y género perecedero, denota torpeza y ensañamiento con un sector que es tractor de nuestra economía, imagen internacional, imán del anhelado turismo (maná post-industrialización) y orgullo del país.
En la fotografía que ilustra esta tribuna se observa a Joseba Irusta, responsable de Gure Etxea taberna (Romo, Getxo, Bizkaia maitea), desolado, bañado en lágrimas, rabia e impotencia el pasado jueves tras conocer la disposición de marras, la modificación del anexo del Decreto 36/2020, de 26 de octubre, del Lehendakari, la nueva redacción de su apartado 9. La soga, la guillotina, la tropelía. Su aflicción no es pequeña, pero es una de muchas, un solo ejemplo, consecuencia de un sector vilipendiado, traicionado y puesto a los pies de los caballos. Él es únicamente uno de los miles de hombres y mujeres desamparados y asomados al abismo.
Me rompo la camisa, subo el volumen, me parto el pecho, sangro el daño infligido también a mi profesión y me rasgo la voz para vomitar como Timothy Lockwood Armstrong. The common man doesn’t suffer pain like this, only the soul that has never been kissed… And out come the wolves… out come the wolves. Y fuera aguardan los lobos.
(*)
DECRETO 38/2020, de 6 de noviembre, del Lehendakari, de modificación del Decreto 36/2020, de 26 de octubre, por el que se determinan medidas específicas de prevención, en el ámbito de la declaración del estado de alarma, como consecuencia de la evolución de la situación epidemiológica y para contener la propagación de infecciones causadas por el SARS-CoV-2.
Periodista y gastrósofo. Heliogábalo. Economista. Equilibrista (aunque siempre quiso ser domador). Tras firmar durante 15 años en el diario El País, entre 1997 y el ERE de 2012, Igor Cubillo ha logrado reinventarse y en la actualidad dirige la web Lo que Coma Don Manuel y escribe de comida y más cuestiones en las publicaciones Guía Repsol, GastroActitud, Cocineros MX, 7 Caníbales, Gastronosfera y Kmon. Asimismo, vuelve a firmar en El País y es responsable de Comunicación de Ja! Bilbao, Festival Internacional de Literatura y Arte con Humor. También ha dirigido todas las ediciones del foro BBVA Bilbao Food Capital y fue responsable de la programación gastronómica de Bay of Biscay Festival.
Vagabundo con cartel, se dobla pero no se rompe, hace las cosas innecesariamente bien y ya han transcurrido más de 30 años desde que empezó a teclear, en una Olivetti Studio 54 azul, artículos para Ruta 66, Efe Eme, Ritmo & Blues, Harlem R&R ‘Zine, Bilbao Eskultural, Getxo A Mano (GEYC), DSS2016, Den Dena Magazine, euskadinet, ApuestasFree, eldiario.es, BI-FM y alguna otra trinchera. Además, durante dos años colaboró con un programa de Radio Euskadi.
Como los Gallo Corneja, Igor es de una familia con fundamento que no perdonaría la cena aunque sonaran las trompetas del juicio final, si es que no han sonado ya. Sostiene que la gastronomía es el nuevo rock and roll y, si depende de él, seguiréis teniendo noticias de este hombre al que le gusta ver llover, vestirse con traje oscuro y contar historias de comida, amor y muerte que nadie puede entender. Eso sí, dadle un coche mirando al sol, una guitarra y una canción, una cerveza y rock and roll, y no le veréis el pelo más por aquí.
Tiene perfil en Facebook, en LikedIn, en Twitter (@igorcubillo) y en Instagram (igor_cubillo), pero no hace #FollowBack ni #FF.
No es criminalizar. Es la evidencia. La gente se contagia en interiores donde se pasan muchos minutos, donde se habla, se come y se bebe (y por lo tanto, se está sin mascarilla). Dan igual las regulaciones, las normas o los reglamentos. Si a eso se añade el efecto relajante de la tercera cerveza o el tercer vino, se acabó.
No querer ver y divulgar esto es una indignidad y te quita muchos puntos como analista y referente de un sector que ha sido un puntal social y que ahora no tiene sitio. La hostelería no puede ser ahora como fue. El que no pueda servir y trabajar en la calle, no tiene hueco en los próximos meses o años.
En este enlace hay una selección de referencias. Por favor, léelas y deja de divulgar inexactitudes, por mucho que nos duela la situación a todos. https://www.enriquedans.com/2020/11/el-problema-de-la-hosteleria-durante-una-pandemia.html
Estimado, Nick. La gente se contagia en interiores donde se pasan muchos minutos, donde se habla y se tocan objetos. Pero resulta que únicamente se cierran bares y restaurantes, no el resto de lugares donde eso ocurre. Eso es criminalización, aunque no te hayas percatado o no te hayas querido percatar.
Hay muchos restaurantes que guardan distancias más que suficientes en sus comedores, incluso de varios metros, y no hay justificación sanitaria para mantenerlos cerrados. Yo defiendo que se cierre a quien incumpla, y no defiendo que se lamine a un sector completo sin razón justificada.
Quizá las inexactitudes están en tu comentario, en una interpretación sesgada y errónea de mi texto. Y claro que nos duele.