Bodegón Gaona (Vitoria). De los que no abundan
Cuando uno asoma por Gasteiz enseguida le hablan de la estrella Michelin del Ikea, de la del Zaldiaran y de la tortilla de patata, las carnes y los pescados del Sagartoki. Igual que las mil y una guías que se detienen en la historia y el presente de El Portalón, y en las bondades de El Clarete, por poner sólo unos ejemplos. No obstante, yo encuentro más útil señalar un espacio como el Bodegón Gaona, un lugar especial, de los que apenas quedan en las urbes. Allí el diseño no importa y la sencillez se impone en el trato al tiempo que convive con la calidad en los platos. No hay ni rastro de barroquismo, ni de petulancia, ni de presunción. Sólo buena comida y campechanía. El menda lo conoció a través del cocinero David de Jorge, quien cayó rendido ante sus platos de vinagre, sus estofados extraordinarios, su cacerolismo ilustrado y las “deliciosas orejas de cerdo rebozadas que preparan al momento en la cocina”. Ya hemos ido tres veces y siempre hemos salido satisfechos.
La primera vez, por aquello de la novedad, reparamos en la decoración y el mobiliario del comedor: mesas y bancos corridos, todo en gruesa madera; mantel y servilleta de papel; gotelé en las paredes; los tubos de la calefacción a la vista; una pizarra con el sugerente menú del día; barajas de naipes como únicas cartas… Un sitio cojonudo, si la preocupación es comer bien y de manera contundente. ¿Qué podemos comer, al margen del menú?, preguntamos. Y la camarera empezó a recitar rabo, carrilleras, bacalao, callos, patorrillo, txipirones… Pardiez, ¡¡me gusta todo!! Ponga una buena ensalada para empezar y luego rabo y carrilleras. La ensalada fue memorable; sin esnobismo ni exotismo, pero enorme, rebosante de lechuga, espárragos, aceituna, huevos, cebolla y tomate. Abundante y sabrosa. «¡No la revuelvas, que le he echado mucho de todo!», advirtió la mesera a Aitorsky. ¡Y tenía razón!
El rabo salió sin guarnición alguna, pero emplataron tres piezas tres que estaban de rechupete. Como la carrillera. Pedimos patatas fritas para acompañar y no nos pusieron, pues no las había en cocina, pero no nos importó habida cuenta de la cantidad y la calidad de la carne, y de las salsas de toma pan y moja, así como de un arroz con leche casero que redondeó la comida. Sumando un café solo y un cortado en vaso (como le gusta a Aitorsky), y una botella de cosechero Lagar de Santiago, el árido vino que sirven «en barra», la cuenta ascendió a 36,70 euros.
Pero aquí, en el Gaona, para darse un festín basta también el menú del día que despachan a 9,90 euros. Suele haber guisos consistentes, de los que animan a pedir un plato de guindillas, y segundos que ponen a bailar el colesterol. Un día puedes comer ricas alubias y un par de huevos fritos con patorrillo (hasta tres manitas de cerdo me sirvieron), y otro un sabroso arroz con ternera seguido de un nuevo par de huevos fritos escoltado por un buen puñado de asadurilla. Guau. Tienen el detallazo de servir una ensalada sencilla para desengrasar, las patatas fritas son ‘de verdad’, siempre merece la pena comer un arroz con leche y la cuenta global no sube mucho si riegas todo con crianza Lagar de Santiago (unos ocho euros).
Cero presión. Te dejan sobre la mesa un papelito con el importe a pagar y… a la barra. Donde observas ofertas diarias como “pintxo + pote + café” por 3 euros. Joder, este sitio es un chollo.
(Igor Cubillo)
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Portal de Legutiano, 48; 01002 Vitoria-Gasteiz (Araba/Álava)
945 25 00 75
Periodista y gastrósofo. Heliogábalo. Economista. Equilibrista (aunque siempre quiso ser domador). Tras firmar durante 15 años en el diario El País, entre 1997 y el ERE de 2012, Igor Cubillo ha logrado reinventarse y en la actualidad dirige la web Lo que Coma Don Manuel y escribe de comida y más cuestiones en las publicaciones Guía Repsol, GastroActitud, Cocineros MX, 7 Caníbales, Gastronosfera y Kmon. Asimismo, vuelve a firmar en El País y es responsable de Comunicación de Ja! Bilbao, Festival Internacional de Literatura y Arte con Humor. También ha dirigido todas las ediciones del foro BBVA Bilbao Food Capital y fue responsable de la programación gastronómica de Bay of Biscay Festival.
Vagabundo con cartel, se dobla pero no se rompe, hace las cosas innecesariamente bien y ya han transcurrido más de 30 años desde que empezó a teclear, en una Olivetti Studio 54 azul, artículos para Ruta 66, Efe Eme, Ritmo & Blues, Harlem R&R ‘Zine, Bilbao Eskultural, Getxo A Mano (GEYC), DSS2016, Den Dena Magazine, euskadinet, ApuestasFree, eldiario.es, BI-FM y alguna otra trinchera. Además, durante dos años colaboró con un programa de Radio Euskadi.
Como los Gallo Corneja, Igor es de una familia con fundamento que no perdonaría la cena aunque sonaran las trompetas del juicio final, si es que no han sonado ya. Sostiene que la gastronomía es el nuevo rock and roll y, si depende de él, seguiréis teniendo noticias de este hombre al que le gusta ver llover, vestirse con traje oscuro y contar historias de comida, amor y muerte que nadie puede entender. Eso sí, dadle un coche mirando al sol, una guitarra y una canción, una cerveza y rock and roll, y no le veréis el pelo más por aquí.
Tiene perfil en Facebook, en LikedIn, en Twitter (@igorcubillo) y en Instagram (igor_cubillo), pero no hace #FollowBack ni #FF.
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El ikea perdió su estrella michelín hace unos meses
Gracias por la precisión. lo rectificamos de inmediato
Estimado «.». Considero que no hay nada que rectificar, puesto que en el texto únicamente afirmo que te hablan de la estrella Michelin del Ikea; no hago referencia al hecho de que en la actualidad el restaurante luzca o no la susodicha estrella. Por tanto, procedo a eliminar el impertinente tachado.