Restaurante Atea (Bilbao). Una buena opción de disfrute
Gastronómicamente, la persona que mejor me ha definido es mi primer jefe, quien, tras conseguir un contrato nuevo, siempre me llevaba al Zabala del Puerto viejo de Algorta y exclamaba: “De verdad, da gusto invitarte a comer, ¡porque disfrutas!”. Algo que no he llegado nunca a entender, ya que no concibo que alguien no deje el plato requetelimpio cuando come en el Zabala, pero, en fin, la cuestión es que me gusta disfrutar y que el pasado mes de agosto ha sido una ginkana del goce culinario que relataré en próximas entregas.
Hoy comienzo con el Atea, restaurante del grupo Zortziko, asentado en una lonja de Uribitarte dedicada en sus orígenes a secar bacalao, arte que está presente en la decoración con un simbólico ejemplar de teleósteo dentro de un jarrón.
Al grano. Fuimos ocho amigas del colegio y decidimos cenar picando tanto los entrantes como los principales. Comenzamos por la crema de queso fresco, tomate y albahaca, que sirven en el ya clásico vasito de “deconstrucción” y que peca de ser un poco dulce; pero entra muy bien, correcta. Continuamos con el petisú de txangurro, que está delicioso pero es eso, un petisú: en un bocadito debes saborear toda su exquisitez y, en mi caso, no debí prestar la suficiente atención y me supo a poco. Después degustamos una hermosa croqueta de chipirones por barba, que estaba muy buena. A continuación, nos sirvieron dos raciones de pimientos de Gernika y otras dos de un estupendo arroz cremoso con hongos. A mí me encanta el del Arenalde, en Amurrio, pero he de reconocer que este estaba delicioso, aunque creo que comiendo una ración entera puede llegar a ser pesado.
El plato de pescado varía según oferta, y ese día tuvimos la gran suerte de probar un atún rojo a la plancha espectacular. Digo probar porque también compartimos entre todas los segundos, que consistieron, además, en un estupendo rabo de toro al vino tinto, un bacalao al pil pil y un solomillo a la brasa con pimientos. Todos ricos, pero el Oscar se lo llevó, sin duda, el atún.
En cuanto al servicio, partiré de la premisa de que fue un viernes de Semana Grande y el restaurante estaba a tope, pero hay multitud de camareros, todos muy jóvenes, muy guapos y muy modernos, que te invitan a esperar un servicio rápido y eficaz, aunque después no se cumple del todo la expectativa. Como ejemplo, diré que también pedimos una pluma de ibérico que nunca llegó a salir (aunque tampoco apareció en la cuenta), y que tardaron más de lo debido en servir los postres.
Y hablando de postres (uno de mis apartados preferidos), yo me equivoqué con la sopa de frutas con helado de griego; no destaca en absoluto. Sin embargo, la estrella fue la crema de chocolate con leche, aunque no llega ni por asomo a la categoría de un buen coulant.
La carta de vinos es larga y bien presentada, y el local tiene una de sus paredes con las botellas a la vista. La decoración es moderna, con un toque industrial, y destacan las mesas centrales, que son muy altas y cenas en banqueta, detalle que favorece la comunicación entre el grupo y que resultó bastante agradable. Salimos a unos 30 euros. Una vez más, yo disfruté y creo que es una buena opción.
(con este acierto se estrena Ana Romera en lqcdm)
web de Atea
Paseo de Uribitarte, 4; Bilbao
94 400 58 69
Periodista y gastrósofo. Heliogábalo. Economista. Equilibrista (aunque siempre quiso ser domador). Tras firmar durante 15 años en el diario El País, entre 1997 y el ERE de 2012, Igor Cubillo ha logrado reinventarse y en la actualidad dirige la web Lo que Coma Don Manuel y escribe de comida y más cuestiones en las publicaciones Guía Repsol, GastroActitud, Cocineros MX, 7 Caníbales, Gastronosfera y Kmon. Asimismo, vuelve a firmar en El País y es responsable de Comunicación de Ja! Bilbao, Festival Internacional de Literatura y Arte con Humor. También ha dirigido todas las ediciones del foro BBVA Bilbao Food Capital y fue responsable de la programación gastronómica de Bay of Biscay Festival.
Vagabundo con cartel, se dobla pero no se rompe, hace las cosas innecesariamente bien y ya han transcurrido más de 30 años desde que empezó a teclear, en una Olivetti Studio 54 azul, artículos para Ruta 66, Efe Eme, Ritmo & Blues, Harlem R&R ‘Zine, Bilbao Eskultural, Getxo A Mano (GEYC), DSS2016, Den Dena Magazine, euskadinet, ApuestasFree, eldiario.es, BI-FM y alguna otra trinchera. Además, durante dos años colaboró con un programa de Radio Euskadi.
Como los Gallo Corneja, Igor es de una familia con fundamento que no perdonaría la cena aunque sonaran las trompetas del juicio final, si es que no han sonado ya. Sostiene que la gastronomía es el nuevo rock and roll y, si depende de él, seguiréis teniendo noticias de este hombre al que le gusta ver llover, vestirse con traje oscuro y contar historias de comida, amor y muerte que nadie puede entender. Eso sí, dadle un coche mirando al sol, una guitarra y una canción, una cerveza y rock and roll, y no le veréis el pelo más por aquí.
Tiene perfil en Facebook, en LikedIn, en Twitter (@igorcubillo) y en Instagram (igor_cubillo), pero no hace #FollowBack ni #FF.
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