Aitor Nadador y Adriana Neagu se encuentran al frente de Sugar (aka Svgar), una pista imprescindible en la capital de Rioja Alavesa que pone el acento en la brasa, la carne y el vino.
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Bar construido dentro de la propia muralla, con terraza y vistas a la zona de lagunas, comedor superior, dos puertas de entrada, baños subterráneos, barra rechula y acogedora, y menú del día a 14€.
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Laguardia es mi pueblo vasco favorito. Es amurallado y medieval, y está dotado con numerosos bares y restaurantes. Estos son sobre todo turísticos y suelen servir menús diarios de batalla a precio oneroso, pues te cobran 15 aurelios como si te hicieran un favor. En estas propuestas turísticas abundan las patatas a la riojana y el cordero, con resultados culinarios irregulares. A Laguardia voy siempre que puedo y un día que mi esposa rechazó comer el menú del excepcional y extramuros Restaurante Amelibia (a 16,50), buscando una alternativa, nos topamos con el menú del Restaurante Cueva La Muralla, tasca de la que recordé algún escrito positivo en El Correo. Ese día, miércoles, había cordero y menestra, y barrunté que el vino no estaría mal. Debido al artículo mentado supuse que si no entraba ese día lo haría en una ocasión futura, así que, pensando ‘no dejes para mañana lo que puedas hacer hoy’, cruzamos su bar en sombras, corto y cañí. Nos acomodamos en su comedor, de diseño pasado de moda y con una mesa reservada para ‘los padres’(imaginé que sería la familia, pero se trataba de dos curas que suelen almorzar ahí), y con las otras mesas repartidas entre habituales locales y turistas de paso que suelen llenar el figón y acostumbran a visitar el comedor de abajo, el de la bodega, el del calado, más atractivo. Bueno, pues ahí fuimos el menda lerenda y La Txurri (alias Mister No), nos sentamos y nos tomaron nota con bastante desparpajo y confianza (la camarera pensaría que éramos turistas de paso y después nos veía y nos saludaba y nos hablaba por las noches en los bares de Laguardia). La espera en La Muralla la amenicé libando el vino Vallobera de año, una buena marca del pueblo que en la barra de esa tabernita sirven por copas a un euro cada una. En el menú diario de entrante inesperado había ensalada, un fijo bien aliñado según Susana, con dos trozos de buen tomate y mucho verde....
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