Los bollos de mantequilla de Begoña
La palabra extraordinario no existía. Se tuvo que crear para describir el sabor de los bollos de mantequilla que despacha la pastelería Begoña, en la corta y getxotarra calle Ibaiondo. Sí, la misma donde Ana comercializaba bisutería fina. Si por algo merece la pena una visita al barrio de Romo, es por degustar esos dulces con su costra de azúcar, su interior dorado, su envidiable ternura y su aroma indescriptible a dulce mantequilla y un nosequé que quita el sentío. Hasta que lo recuperas, le hincas por fin el diente al bollo y lo vuelves a perder (el sentío).
(se ha desayunado uno, hoy mismo, Cuchillo)
c/ Ibaiondo, 1; Las Arenas, Getxo (Bizkaia)
Es el pequeño de los Cubillo Brothers. Nació en 1991, en el mismo Bilbao, es más de salado que de dulce y acostumbra a disociar, con lo cual cambia de apariencia física con frecuencia. Como Robert de Niro antes de rodar Toro Salvaje, pero a lo tonto, por la cara. Él es más de toro tataki. Aprendió pronto que Dow Jones no es un cantante, le incomoda la fama de criticón, pues siempre ha sentido simpatía por el débil, y una máxima guía su proceder: «más vale que zozobre, que no que zofarte…». Católico practicante, que no celebrante, en su bautizo el párroco ofició vestido de Elvis, cantó himnos y salmos, y entonó el ‘Burning Love’. Vio la luz el día que se fotografió con Ferran Adrià y el de L’Hospitalet de Llobregat le puso una mano sobre el hombro al tiempo que decía: «Cuchillo, la gastronomía es el nuevo rock and roll». Amén.
Cada vez que voy a Romo los desayuno
Descarao, la de bollos que hemos comprado en la trastienda, de madrugada, golpeando el cristal para que nos atendiera ese pavo tan borde. Natural. Toda la ternura y la dulzura la volcaba en los bollos.
ya no hablemos de rematar una noche de juerga dura con uno de esos bollos recién comprados a partir de las 6 de la mañana en el mismo obrador de la pastelería, en la calle Errekagane.
Manjar.