Vacas biónicas poco ilustradas
De la vaca a la taza. Directamente. Algo así pensaría quien puso en marcha máquinas expendedoras de leche recién ordeñada. Hay cinco en Donostia-San Sebastián. El líquido elemento proviene de dos caseríos con tradición lechera, uno en Igueldo y el otro cercano a Astigarraga. Y la idea no es mala, la verdad. Leche del día, entera, eso sí, con toda su grasa. El consumidor se acerca con su botella, adquirida con la primera carga. Botella estilo película americana, muy chula. Creo que 1 euro el litro.
Y, claro, esto había que probarlo. Me habían contado que estaba muy bien, que era fácil de usar, y además, todo muy higiénico, que tiene su importancia.
Nuestro primer encuentro, máquina-Uve, me dejó un tanto perpleja. Me acerqué a la ubicada en la donostiarra calle Matía. Para no parecer patosa, procuré que no hubiese mucha gente, tomarme mi tiempo y aprender su uso con dignidad. Y a eso me puse. Como manda el buen hacer busqué las instrucciones: en cinco sencillos puntos te convertías en un experto ordeñador virtual… a mí con dos consiguieron sorprenderme:
Voy al primero:
- … insertar moneda y pulsar el botón BERDE…
Pequeño shock, “sustico”, como dirían los navarros… Pero bueno, intenté razonar y pensar que podría tratarse de una confusión euskera/castellano, verde-berdea… Viví mi infancia rodeada de caseríos donde el euskera era el único modo de entenderse y podía tener su lógica.
El segundo impacto:
- … cuando termine la recarga, HABRA la puerta…
Susto más fuerte. La verdad es que me costó interpretar la frase. La leí una y otra vez pero no, no había vuelta atrás. Ahí estaba, tal cual, habrir con hache. Una H bien grande, con todos sus palos, horizontales y verticales…
Llegado este punto, ya no podía buscar argumento alguno. ¿Quién monta las máquinas? ¿Nadie revisa los textos? ¿Quién se ocupa de la ro-tu-la-ción? Hice una foto, pero no sé qué ha pasado. Creo que mi móvil la eliminó voluntariamente.
Como soy más de desnatada, no ha habido segunda cita. Pero la semana pasada conocí por la prensa que la iniciativa está funcionando bien, ya que se ha incrementado el consumo un 20%. Visto lo visto, se han propuesto mejorar el servicio, y ahora dicen que ¡la máquina habla! Tendré que saltarme la dieta , la cosa promete.
(Uve)
Es de números y tiene un secreto para conservar su línea. Sus amigos se preguntan por la clase de alimento, Uve sonríe coqueta y se guarda su secreto. Aporta el #mistery a Lo Que Coma Don Manuel. Amiga del anonimato, viste de negro, escucha a Roy Orbison para alegrarse, le parece que Iván Ferreiro grita, estudió en colegio de monjas, le chiflan las ostras, ofrece cerveza a los gremios y trajo el TeleMadre a Euskadi. Siempre de aquí para allá, pasa la noche mirando la Luna, esperando que pase un cometa o baje un platillo volante. Lo normal, al conocerle, es preguntarle: “de qué planeta viniste?”.
Comenta, que algo queda