Por comentar: bar Hiruko (Laguardia), desayunos contundentes y más
No me gusta desayunar fuera de casa. A lo máximo lo disfruto cuando vacaciono en hoteles veraniegos. Mi esposa idealiza el desayuno fuera del hogar y me invita a menudo, pero yo siempre lo rechazo. Otras atractivas mujeres han deseado invitarme al mismo presunto placer mañanero pero… también lo he desestimado. No obstante, empiezo el día con el brillo de la ilusión en los ojos cuando pernocto en Laguardia, el pueblo vasco más bonito (quizá por estar fortificado y en la periferia autonómica), porque sé que desayunaré en el bar Hiruko, inaugurado en junio de 2009, modernamente decorado en piedra, madera y cristal, con entrada flanqueada por dos toneles vinateros (para que la gente fume y más cerca de la plaza principal del bonito pueblo alavés), con lobby adornado con vitrinas con botellas, con varios espacios interiores con mesas, y con barra en ele invertida, o en uve esquinada, o en erre sin rabito, o yo qué sé, pues no soy delineante.
En el Hiruko, un bar muy cool con la gruesa puerta de entrada como única abertura al exterior (¡no hay ventanas!), ofrecen raciones (patitas de cordero… hum…), bocatas, pinchos (¡incluso medievales!… o eso aseguran), vinos variados riojanos y ‘buenos gin tonics’, como los anuncian en una pizarra en la calle. Hay también Prensa (no faltan el Marca ni El Correo, cuyo horóscopo siempre me acierta), nítida televisión de plasma (más deporte), buen ambiente (viejos y bebés, campesinos y turistas, parejas y cuadrillas…) y horario de apertura desde el desayuno hasta las copas nocturnas.
Cuando disfruto de la fortuna de hallarme en Laguardia me dejo caer mucho por el Hiruko. De hecho a veces me salto la visita del mediodía para que los camareros no me vean tres veces en su mismo turno. Ahí por las tardes suelo beber botellines de Keler y comer pinchos de anchoa y huevos de codorniz (esto ya lo he contado en Don Manuel), si me vence la ansiedad y no puedo evitar la tentación recalo en la hora del aperitivo y degusto cosecheros de la zona (maceración carbónica preferiblemente), y por las mañanas entro en el local sacando pecho para desayunar a precio módico con calidad chic y en cantidad suficiente.
Por tres euros desayunas como un rey en el Hiruko: pincho, zumo y café. O por 2,50, zumo, café y tostada. El zumo es natural y preparado al instante y a la vista, y el café les queda muy bien, con espumilla y todo, y hay posibilidad de libarlo con leche desnatada, elección que ha llevado a elogiar a La Txurri que es increíble que un café esté tan bueno con leche descremada. Y bueno, los pinchos matutinos se exhiben vivaces en las vitrinas de la barra: suele haber tortillas de patata de verdad bien ricas, y flautitas con relleno vegetal, o jamonero, o atunero combinado, o tortillero francés con chorizo, o tortillero patatero con pimiento verde y jamón… Yo no escojo ni flautita ni tortilla a secas, sino el minibocata de tortilla genuina, jugosa, reciente y caliente (y si no, la pasan por el micro), con pan tierno y adornos de pimiento verdes… sápidos, sí.
Me agrada airear en este exitoso blog que yo hago una excepción en mis domésticas normas de conducta cuando contento desayuno en el Hiruko para arrancar el día con energía… y alegría.
(No le importa madrugar para visitar este bar a Óscar Cubillo)
Santa Engracia, 41 (esquina Plaza Mayor); Laguarida (Araba-Álava)
945 60 06 44
Otro más de los licenciados en Ciencias Económicas que pueblan la nómina colaboradora de esta web. Cuando le da por ser comunicativo, manifiesta que publicó el mejor fanzine de rockabilly de España (el Good Rockin’, allá por los 80) y la mejor revista de blues de la Europa Continental (llamada ‘ritmo y blues’, editada de 1995 al 2000). Actualmente junta letras por dinero en el periódico El Correo, por comida en El Diario Vasco, por ego en Lo Que Coma Don Manuel y por contumacia en su propio blog, bautizado ‘Bilbao en Vivo’ y tratante, sobre todo, de conciertos en el Gran Bilbao, ese núcleo poblacional del que espera emigrar cuanto antes. Nunca ha hablado mucho. Hoy día, ni escucha. Hace años que ni lee. Pero de siempre lo que más le ha gustado es comer. Comer más que beber. Y también le agrada ir al cine porque piensa que ahí no hace nada y se está fresquito.
0 Comentarios
Trackbacks/Pingbacks