Castillo de Arteaga (Gautegiz-Arteaga). Calidad-precio en un marco de cuento
Quienes mejor me conocen saben que busco castillo, pues princesa ya tengo. Por eso no es extraño verme entre armaduras, estandartes, antorchas y piedras cargadas de historia. En tal peregrinar, en pos de encontrar una construcción digna de albergar el sueño tan elevado y bello que me ronda, fui a parar hace una semana a la reserva de la Biosfera de Urdaibai, sabedor de que allí no faltan opciones de disfrute, entretenimiento y relax en una jornada primaveral.
En la margen derecha, que es la que yo pisé en esta ocasión, pueden hacer la visita de rigor a Gernika, con su Museo de la Paz, su Museo Euskal Herria, su Casa de Juntas, su legendario árbol… El bosque pintado de Oma, intervención artística de Agustín Ibarrola, y las cuevas de Santamiñe llevan años sin moverse de su emplazamiento… Está muy bien ver las rocas del monte desde el arenal de Laga… Elantxobe y su puerto, a resguardo del cabo de Ogoño, mantienen su escarpado encanto… Pero, ante todo, hagan como el menda y no pierdan la ocasión de tomarse un txakoli de Bizkaia, o lo que más les apetezca, en el bar de la playa de Laida (Atxarre Taberna), cuyos ventanales y terrazas permiten contemplar los bancos de arena de la ría, bella, evocadora y cambiante al albur de las mareas. Y coman en el Castillo de Arteaga, torre neogótica de piedra caliza y mármoles de Ereño que tiene su origen en el Siglo XIII, aunque su fisionomía actual se la deba a los arquitectos Couverchef y Ancelet, que la reconstruyeron en 1856. Lo hicieron, por cierto, para cumplir la voluntad de los emperadores franceses Napoleón III y Eugenia de Montijo, en agradecimiento al nombramiento de su hijo, Eugenio Bonaparte, como vizcaíno de origen, por las Juntas Generales de Vizcaya.
Dicho esto, sepan que cuando se acomoden en el comedor les ofrecerán la carta y distintas fórmulas concertadas, entre 40 y 75 euros, pero, si no disponen de mucho dinero, opten por el menú Astearte (25 euros, IVA incluido), que consiste en aperitivo, dos platos, postre y tinto crianza de Rioja. Yo así lo hice, y comí bajo un techo acristalado, contemplando la imponente torre inspirada en la arquitectura gótica francesa, que a su vez alberga seis suites y siete habitaciones pertenecientes al grupo hotelero Relais & Chateaux.
Encontré el espacio ciertamente acogedor, nada recargado, muy aseado. Además, fui bien atendido, y disfruté con el doble aperitivo. A la derecha, crema de porrusalda con espuma de hongos, reconfortante y olorosa. Hay que tener cuidado con los hongos, en ocasiones terriblemente invasivos, empalagosos; no fue el caso. Y a la izquierda, en la misma bandeja, croqueta de espinaca. Delicadísima, explotaba en la boca, un gusto comerla de un bocado. Una delicatessen, supongo.
Ya había dado algún trago al vino, Señorío de Ardura (crianza, 2009), cuando el diligente servicio retiró la vajilla del entrante y trajo el primer plato, arroz cremoso de setas silvestres con muslitos de codorniz. Llegó nuevamente, como ya había hecho la crema previa, envuelto en aromas. En esta ocasión especiados, y nuevamente contenidos. Uno se comía el arroz y lo saboreaba con la alegría del ligero aderezo, suave, efectivamente cremoso y suelto. En un primer momento podría parecer algo falto de punch (¿soso?), pero ello propiciaba el que hiciera tan buenas migas con el jugo de la codorniz y una emulsión de pimiento. No me arrepiento, para nada, de no haber escogido el «guiso de alubias con su guarnición», la otra posibilidad.
Para continuar descarté la merluza, tanto rebozada como a la brasa, y me decanté por lomo de conejo relleno, cremoso de patata y verduritas del tiempo. Muy bueno, y muy atrevida su inclusión en el menú, pues se trata de una carne tan alabada por sus características nutricionales y su escasez de grasa, como poco frecuente en los restoranes. E incluso en muchos domicilios. En este caso, la preparación destacaba en ella un carácter sutil que muchos no imaginan.
Cuando el camarero recogió las migas del mantel yo ya quería matar al saxofonista, incansable, erre que erre, al borde de la molestia en un ejercicio de sofisticación típico de hilo musical, de paradójicamente complicado easy listening. Al menos, hubiera cambiado de disco, pero he de decir que el postre endulzó mi carácter. Podía haber comido tarta dos chocolates, o un surtido de helados (cítrico, galleta y leche), pero opté por el goxua de arroz con leche y quedé satisfecho, pues fue un colofón generoso y variado que, de hecho, permitiría su división en dos servicios. Prepostre (el helado de arroz con leche) y postre (el goxua, la barrita de chocolate blanco y su base), con lo que la cosa se podría vender como aperitivo + dos platos + dos postres, con crianza, por 25€. Todo un menú degustación. En ese marco. Un escándalo. Un buen ejemplo de calidad/precio. Digno de repetir y repetir. Haremos todo lo posible.
(Igor Cubillo)
Gaztelubide, 7; 48314 Gautegiz-Arteaga (Bizkaia)
94 627 04 40
info@castillodearteaga.com
Periodista y gastrósofo. Heliogábalo. Economista. Equilibrista (aunque siempre quiso ser domador). Tras firmar durante 15 años en el diario El País, entre 1997 y el ERE de 2012, Igor Cubillo ha logrado reinventarse y en la actualidad dirige la web Lo que Coma Don Manuel y escribe de comida y más cuestiones en las publicaciones Guía Repsol, GastroActitud, Cocineros MX, 7 Caníbales, Gastronosfera y Kmon. Asimismo, vuelve a firmar en El País y es responsable de Comunicación de Ja! Bilbao, Festival Internacional de Literatura y Arte con Humor. También ha dirigido todas las ediciones del foro BBVA Bilbao Food Capital y fue responsable de la programación gastronómica de Bay of Biscay Festival.
Vagabundo con cartel, se dobla pero no se rompe, hace las cosas innecesariamente bien y ya han transcurrido más de 30 años desde que empezó a teclear, en una Olivetti Studio 54 azul, artículos para Ruta 66, Efe Eme, Ritmo & Blues, Harlem R&R ‘Zine, Bilbao Eskultural, Getxo A Mano (GEYC), DSS2016, Den Dena Magazine, euskadinet, ApuestasFree, eldiario.es, BI-FM y alguna otra trinchera. Además, durante dos años colaboró con un programa de Radio Euskadi.
Como los Gallo Corneja, Igor es de una familia con fundamento que no perdonaría la cena aunque sonaran las trompetas del juicio final, si es que no han sonado ya. Sostiene que la gastronomía es el nuevo rock and roll y, si depende de él, seguiréis teniendo noticias de este hombre al que le gusta ver llover, vestirse con traje oscuro y contar historias de comida, amor y muerte que nadie puede entender. Eso sí, dadle un coche mirando al sol, una guitarra y una canción, una cerveza y rock and roll, y no le veréis el pelo más por aquí.
Tiene perfil en Facebook, en LikedIn, en Twitter (@igorcubillo) y en Instagram (igor_cubillo), pero no hace #FollowBack ni #FF.
3 Comentarios
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- Guria Bistrot (Bilbao). Me río de los cupones (ja) | LO QUE COMA DON MANUEL - [...] a anunciar, de modo falsario, como excepcionales. Otro claro ejemplo, como el Menú Astearte del Castillo de Arteaga, ya…
Cenar, cenamos sin más. Pero el sitio es una pasada para dormir. Nos tocó la habitación del torreón.. Sin embargo el desayuno bastante flojo. El entorno es una pasada. A dos pasos sobre todo de Remelluri, el mejor restaurante de la zona para mi gusto.
Siguiendo sus sabios consejos, este 1 de Mayo hice solo una parte de su post, es decir, di un paseo por la hermosa playa de Laga y después me tomé un rico Txakoli de Bizkaia, acompañado de un también rico pintxo de bakalao al pil pil, contemplando a través de la cristalera el estuario macro-mesomareal y su desembocadura arenosa conocida por la playa de Laida. El castillo, la torre y el menú lo dejo para otra ocasión. Buen plan, buen post.
Hace usted muy bien, Mr. Duck.
Pero ya le advierto de que este comentario no cuenta para el sorteo de la mariscada. Conste.
Un cordial saludo.