Bienvenidos a bar Garbola (Donostia)
Conozco el bar Garbola a raíz de su aparición destacada en la ‘Antiguía de San Sebastián’ publicada por Gontzal Largo en traveler.es. En ella se describe, y alaba, el local de Gros de este modo: «Lo mínimo que hay que exigirle a una cocktelería es que el barman tenga bigote. Y chaleco brillante. En el Garbola (Paseo de Colón, 11) se cumplen ambos requisitos y algunos más de corte excéntrico, como servir algunos de los pintxos más bizarros de las vascongadas (de tiburón, de canguro…) o forrar el escaparate con todos los recortes que la prensa ha dedicado en los últimos años a este templito de la gastrococktelería naïf. Además, se bebe bien, a precios razonables (razonables para la media donostiarra) y se está de un agustico casi cirrótico. Es tontería recomendar nada porque Gregorio (Goio, cuando lleves tres copas o más) es como un médico que receta en función de lo que ve y le apetece. Lleva tras una barra casi tanto tiempo como el mar frente a San Sebastián».
Nuestros contactos en Donostia señalan su decoración demodé, pero también su aspecto cuidado y limpio; que tiene su clientela fiel, ya entradita en años; y que alguna vez se ha visto en su interior a Loquillo. Y en 11870.com he leído que «el camarero es como Ron Jeremy«, lo cual no es precisamente un destilado… O, mejor, sí lo es… Pero, en fin, para el caso que nos ocupa, como si lo seriese (sic)… El hecho es que, aunque no traspasé su umbral, al pasar junto a él no pude resistir la tentación de fotografiar el ramillete de cócteles y combinados colocados a la entrada, sobre una mesa alta, a modo de reclamo y bienvenida. Algo kitsch, efectivamente.
(seguro que le gusta el pintxo de tiburón a Igor Cubillo)
* Lo Que Coma Don Manuel destaca en la sección Bienvenidos aquellos ornatos, muñecos, carteles, dibujos y otras decoraciones singulares que, con cierta gracia, nos dan la bienvenida a restaurantes, bares, bistrós, tabernas, chigres, sidrerías, tascas y demás locales hosteleros que tanto nos gusta visitar *
Periodista y gastrósofo. Heliogábalo. Economista. Equilibrista (aunque siempre quiso ser domador). Tras firmar durante 15 años en el diario El País, entre 1997 y el ERE de 2012, Igor Cubillo ha logrado reinventarse y en la actualidad dirige la web Lo que Coma Don Manuel y escribe de comida y más cuestiones en las publicaciones Guía Repsol, GastroActitud, Cocineros MX, 7 Caníbales, Gastronosfera y Kmon. Asimismo, vuelve a firmar en El País y es responsable de Comunicación de Ja! Bilbao, Festival Internacional de Literatura y Arte con Humor. También ha dirigido todas las ediciones del foro BBVA Bilbao Food Capital y fue responsable de la programación gastronómica de Bay of Biscay Festival.
Vagabundo con cartel, se dobla pero no se rompe, hace las cosas innecesariamente bien y ya han transcurrido más de 30 años desde que empezó a teclear, en una Olivetti Studio 54 azul, artículos para Ruta 66, Efe Eme, Ritmo & Blues, Harlem R&R ‘Zine, Bilbao Eskultural, Getxo A Mano (GEYC), DSS2016, Den Dena Magazine, euskadinet, ApuestasFree, eldiario.es, BI-FM y alguna otra trinchera. Además, durante dos años colaboró con un programa de Radio Euskadi.
Como los Gallo Corneja, Igor es de una familia con fundamento que no perdonaría la cena aunque sonaran las trompetas del juicio final, si es que no han sonado ya. Sostiene que la gastronomía es el nuevo rock and roll y, si depende de él, seguiréis teniendo noticias de este hombre al que le gusta ver llover, vestirse con traje oscuro y contar historias de comida, amor y muerte que nadie puede entender. Eso sí, dadle un coche mirando al sol, una guitarra y una canción, una cerveza y rock and roll, y no le veréis el pelo más por aquí.
Tiene perfil en Facebook, en LikedIn, en Twitter (@igorcubillo) y en Instagram (igor_cubillo), pero no hace #FollowBack ni #FF.
Hola.
El otro día caminaba por Gros cuando me llamó la atención una mesa afuera de un bar (Garbola, Gros) llena de cocktails, con etiquetas con sus nombres. Me fijé y parecían ser reales. Luego ví al lado, en el escaparate, recortes de periódicos hablando bien del local y sus pintxos. También había una lista de pintxos, (aunque sin precios). Así que entré. Dentro tampoco ví el precio de los pintxos, por lo que pregunté al barman. Me lo dijo, siendo más caros de lo habitual (posiblemente por ser de tiburón, etc.). Pregunté el precio del pintxo de tortilla y me dijo que eran 3 euros. Me pareció caro y repetí el precio con extrañeza. Luego empecé a preguntar por la preparación de los cocktails de fuera pero el barman me cortó enseguida diciendo su precio: 9 euros. Termińe mi consulta (si se preparan cada día) y el camarero me dijo que depende y, cortante, que si tenía alguna pregunta más. Le dije que no, que no le quería molestar más y me fui diciendo que la fachada es muy bonita pero el interior no tanto. Al salir me pareció oirle quejarse.
En resumen:
1) No se pone el precio de los productos, como obliga la ley y es deseable para evitar problemas en las compraventas entre hosteleros y clientes.
2) Debido a ello hay que preguntar.
3) Por falta de paciencia, tener mal día, etc. se responde poco y mal.
4) El cliente mal atendido se va.
5) El hostelero se cabrea.
¿n?) ¿Se repite el ciclo? ¿Círculo vicioso?
A) El escaparate es publicidad engañosa. Muestra un mundo idílico cuando dentro, pese a tratarse de un local vistoso y estar el barman vestido como un crupier, se reparten «hostias»: otro ejemplo más de la hostielería donostiarra, a evitar o, mejor aún, corregir. Ojalá sea posible.
Moraleja) Si por Gros te das un garbeo ojo con el Garboleo.
Una vez entré en Garbola. El trato rayó en la dejadez, la barra no me resultó atractiva, la música era execrable y el precio me pareció desproporcionado. No he vuelto.
Supongo que sólo traspasaré nuevamente su umbral si me convoca allí Loquillo. O el mismísimo Ron Jeremy.
Por otra parte, el daño que están haciendo los hostieleros a la capital guipuzcoana, da para varios tratados.
Gracias por su comentario, por compartir con nosotros sus impresiones.
Un saludo.
Gracias a Ustedes por su artículo, espacio y respuesta.