Ruperto El Ciego (Amurrio). Comer sin dejarse un pastizal
Con los tiempos que corren, encontrar un menú del día a 16 euros es difícil. Pero posible. El restaurante Ruperto El Ciego se ha especializado en alubiadas y, de hecho, es el plato estrella en ese menú. Hay otro 10 euros más caro, más completo y algo más elaborado, pero, si se trata de pasar un día con la familia, la cuadrilla o de invitar a las visitas que llegan de fuera a comer sin dejar un pastizal, es una buena opción.
Hace años era más bien un bar de barrio, en el que terminaban comiendo quienes acudían a pasar el domingo en las campas de San Roque. Hoy le han lavado la cara, se han puesto más mesas y el boca a boca ha hecho lo demás. Aún así, no es imprescindible reservar, salvo, quizá, en fechas muy concretas.
¿Qué comimos? Alubias con sacramentos, servidos aparte. Aunque el sabor de la legumbre delata que alguno de los ingredientes, de una u otra manera, ha estado en contacto con ellas. Chorizo, rico, muy rico. La morcilla, cortada en trozos y cocinada habilidosamente para que no se deshaga, no le va a la zaga en sabor. Y el bacon, turradito, como tiene que ser.
Incluso sólo comiendo eso, uno ya no pasa hambre, pero hay más. Paella; bueno, arroz con carne y marisco. Ese día no era lo mejor. El arroz bastante pasado; quizá, simplemente, fue un mal día. Tras eso llega el pescado. Merluza, pequeños trozos de merluza sin piel albardados. Y luego la carne, redondo en salsa con champiñones de lata. Generosos trozos de esa carne se utilizan para la paella.
Para postre: goxua, natillas, flan, tarta, helado, fruta, yogures… Y, si hace buen tiempo o no temes los chaparrones, en el exterior hay una terraza descubierta donde se puede tomar el café, que ya no está incluido en el precio. Después dará pereza, pero no es mala idea aprovechar para ir caminando por los senderos, para bajar la comida.
Son los 16 euros a los que más rendimiento se saca. Sobre la mesa, nada más llegar ya tienes la jarra de vino, gaseosa, agua y pan. Manteles de papel grueso. Una pena que antes de sentar a la gente no revisen si tiene manchas. Probablemente solo era el cerco de la jarra de vino, pero daba mala impresión, porque las migas sobre la mesa hacían intuir que alguien había comido allí antes. Asombroso que sólo dos camareras sean capaces de dar servicio a tantas mesas, con tanta rapidez. Y, además, simpáticas.
(Araceli Viqueira)
web de Ruperto El Ciego
Barrio de San Roque, 22; 01470 Amurrio (Álava)
945 890 949
info@restauranterupertoelciego.com
Lo peor de presentarse uno mismo es que te ves con los ojos de otro y que el tiempo no perdona. Ni el tiempo ni tú misma lo haces. Confieso que me arrepiento. Me arrepiento de no haber dado el paso antes. Han tenido que pasar tres décadas, y tropezar con viejos/nuevos compañeros, para que me decidiera a disfrutar de lo que me gusta, sin la presión que supone ser periodista, que lo soy. Comer y viajar; no importa en qué orden, siempre figurarán entre las mejores cosas que le pueden ocurrir a uno. Y en eso estamos.
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