Casa Antonen (Cádiz). Cocina con historia
Di con ella por casualidad, que es como más se disfrutan estas cosas. Había comido unas patatas aliñadas con atún en el bar Terraza (no me maravillaron, aunque Carlos Maribona las señaló, en su día, como las mejores de la ciudad), junto a la bella catedral de Cádiz, y me dirigía por la calle Libertad hacia Casa Manteca, donde me esperaban unos chicharrones. En el trayecto me percaté de que el mercado de abastos tenía sus puertas abiertas, las traspasé y descubrí su rincón gastronómico como una alternativa económica, popular y bien entretenida para las noches de verano. Y casi al fondo el puesto de Casa Antonen, el 49, donde María José de la Flor ofrece lo que ella llama cocina histórica.
No es mal nombre para una propuesta muy interesante basada en la recuperación de recetas y valores gastronómicos, para que no se pierdan definitivamente. Recetas sencillas, pero con mucha historia. Y algunas bien bravas, reflejo de épocas en las que la gente, para bien o para mal, no se andaba con medias tintas. Si gozaba lo hacía a lo grande, pero cuando sufría lo hacía como el que más; en el plato los sabores eran de verdad y lo light una mera entelequia.
De la Flor se ha embarcado en esta aventura revisionista por pasión. No cursó estudios de cocina, sino de dietética y nutrición, pero una asignatura le encantó: la de Alimentación y Cultura, impartida por el antropólogo Pedro Cantero. Y eso, unido eso sí a su gusto por los fogones, mamado junto a sus abuelas, ha desembocado en la puesta en marcha de esta iniciativa donde propone un paseo por la historia, por la gastronomía tradicional, desde el Siglo XV hasta el XX. Juan de Altamiras, Francisco Martínez Montiño, cocinero de más de un rey, y ‘El practicón’, tratado de cocina de Ángel Muro, figuran entre sus fuentes, y ella, gran conversadora, explica a quien lo solicita la elaboración de cada fórmula y su origen.
Yo probé los huevos de fraile (1,60 euros), muy populares en la propia Tacita de Plata durante la posguerra. El nombre deriva, por lo visto, de que los frailes no disponían de huevos suficientes para atender todas las peticiones de comida de la gente necesitada que se dirigía a sus instalaciones, y su apetito se aplacaba con ésa preparación a base de harina de garbanzos aliñada como si fueran patatas, con cebolla, perejil… La receta es de origen genovés y la masa utilizada es la misma que en las panizas se forra con canela y azúcar a la hora del postre.
También comí salpicón de sardinas arencadas (2), receta de 1812 en la cual no se escatima pescado, acompañado de pimiento rojo y verde, cebolla, ajo… Están buenos sus buñuelos de bacalao y los de camarones (0,80), predecesores de la hoy popular tortilla. Y resulta bien gustoso el pollo a la canilla (1,80). Su secreto, estar macerado en vino amontillado de Jerez.
Cerré mi particular degustación con tarta de queso (1), en formato pastel. Su receta se remonta a los tiempos de la antigua Grecia, me recordó la cocinera.
Era jueves y esa noche también se ofertaban gazpacho de tomate, pimiento y pepino (1), buñuelos dulces y albóndigas con salsa de almendra y jamón (2,80), según receta del Siglo XVIII. Y el fin de semana habría más cosas. Tal vez borriquete en tomate, o rape al pan frito, o bizcocho de manzanas bañadas con miel, o habas con jamón serrano y salsa de avellanas, o tagarninas ‘esparragás’ con huevo escalfado, o migas de gato («sin gato, se hacen con panceta y chorizo»), o torrijas de manzanas y almendras bañadas en miel de caña con azúcar y canela.
Lástima no poder pasar y repetir, pues con esos precios dan ganas de probar todas y cada una de las tapas de Casa Antonen. Y de continuar charlando con la afable María José. Habrá más ocasiones. Seguro que Casa Antonen, tal y como se publicita, continuará ofreciendo con gusto y sainete, guardando limpieza y presteza, guisos y manjares de la cocina barroca, renacentista y de posguerra española, con la intención de saborear un poco de historia.
(Igor Cubillo)
Mercado Central de Abastos, puesto 49; Plaza de la Libertad; Cádiz
617 97 21 72
Periodista especializado en música, ocio y cultura. Economista. Equilibrista (aunque siempre quiso ser domador). En el medio de la vía, en el medio de la vida, si hay suerte, tal vez. Ha pasado la mayor parte de su existencia en el suroeste de Londres, donde hace más de 20 años empezó a teclear, en una Olivetti Studio 54 azul, artículos para Harlem R&R ‘Zine, Ruta 66, El País, Bilbao Eskultural, Ritmo & Blues, Getxo A Mano (GEYC), Efe Eme, Den Dena Magazine, Kmon, euskadinet y alguna otra trinchera. Prefiere los caracoles a las ostras. Qué tío. Anda que…
Ah, tiene perfil en Facebook y en Twitter (@igorcubillo), pero no hace #FollowBack ni #FF. Se le resisten ciertas palabras y acciones con efe. Él sabrá por qué…
Periodista y gastrósofo. Heliogábalo. Economista. Equilibrista (aunque siempre quiso ser domador). Tras firmar durante 15 años en el diario El País, entre 1997 y el ERE de 2012, Igor Cubillo ha logrado reinventarse y en la actualidad dirige la web Lo que Coma Don Manuel y escribe de comida y más cuestiones en las publicaciones Guía Repsol, GastroActitud, Cocineros MX, 7 Caníbales, Gastronosfera y Kmon. Asimismo, vuelve a firmar en El País y es responsable de Comunicación de Ja! Bilbao, Festival Internacional de Literatura y Arte con Humor. También ha dirigido todas las ediciones del foro BBVA Bilbao Food Capital y fue responsable de la programación gastronómica de Bay of Biscay Festival.
Vagabundo con cartel, se dobla pero no se rompe, hace las cosas innecesariamente bien y ya han transcurrido más de 30 años desde que empezó a teclear, en una Olivetti Studio 54 azul, artículos para Ruta 66, Efe Eme, Ritmo & Blues, Harlem R&R ‘Zine, Bilbao Eskultural, Getxo A Mano (GEYC), DSS2016, Den Dena Magazine, euskadinet, ApuestasFree, eldiario.es, BI-FM y alguna otra trinchera. Además, durante dos años colaboró con un programa de Radio Euskadi.
Como los Gallo Corneja, Igor es de una familia con fundamento que no perdonaría la cena aunque sonaran las trompetas del juicio final, si es que no han sonado ya. Sostiene que la gastronomía es el nuevo rock and roll y, si depende de él, seguiréis teniendo noticias de este hombre al que le gusta ver llover, vestirse con traje oscuro y contar historias de comida, amor y muerte que nadie puede entender. Eso sí, dadle un coche mirando al sol, una guitarra y una canción, una cerveza y rock and roll, y no le veréis el pelo más por aquí.
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