Amita (Suances). El bar renovado y el menú ocultado
Suances mola, ya lo he escrito aquí mil veces. La última vez que estuve ahí, cuatro días de nada, le propuse a mi esposa a las 12:15 de la mañana: «Vamos a tomar un pote al Amita, que será la única vez que vayamos en este viaje». Llegamos al bar y, hala, estaba renovado. ¡A mejor! Con maderas, ambiente marinero, nueva disposición de la barra (antes estrechísima y en un lateral cuadriculado y blanquecino), amplias cristaleras a la calle, más la terraza de antes tan alargada y bien aprovechada. En la rehabilitación han cambiado la zona del bar, sumando para éste un comedor pequeño que antes tenían apartado, pero no han tocado los dos comedores principales: uno a modo de cenador blanco, muy bonito y acogedor, y otro a modo de terraza añadida y semicerrada, donde los ejecutivos fuman puros en la sobremesa tras las comidas de negocios. Ah, en el Amita destacan entre sus especialidades los arroces, los pescados del Cantábrico, los mariscos de sus viveros y las carnes de la región.
Esta última escapada a Suances acudimos cada mañana al Amita a tomar cervecitas, cava rosé y caldos blancos o tintos. Siempre con tapa, claro. Un día pedí doble consumición (caña tostada y, luego, un rico verdejo de Ramón Bilbao) porque no podía con tantas aceitunas. Y otro día, con la simpatía que me exuda, reclamé al camarero novato, al que se le había olvidado: ¿qué pasa con mi tapa? Pensábamos que en el Amita no ofrecían menú del día, aunque siempre estaba de bote en bote, incluso entre semana. Para que luego hablen de Bilbao. El caso es que una mañana de esas, tomando el aperitivo en la terraza (yo un tinto ecológico y de tapita pescadito frito), observamos que una pareja de señores preguntó qué había para almorzar y el camarero latino no lo sabía porque «cambia cada día», y les trajo una carpetita con el menú. La pudimos ver y ese miércoles, aunque era apetecible y chic el menú (no tenía precio, pero son 12 euros más IVA), fuimos al Marinero, que a mí me gusta mucho aunque mi esposa lo odia (es que le brotan odios atávicos y despectivos de no se sabe dónde).
Al día siguiente, jueves, caímos por el Amita a la hora del aperitivo (no me acuerdo de qué bebí, pero me gustó, y con tapa), cogí yo el menú, nos sedujo y, tras tomar algún pote más en La Darsena (mi garito favorito de Suances, donde también ponen menús del día sin publicitarlos, incluso negando su existencia si se han levantado con el pie izquierdo; así lo conté una vez), regresamos y nos sentamos en una mesa que, vaya suerte, se acababa de librar. Nos la prepararon rápidamente, porque el local estaba lleno. El comedor es acogedor, ya se ha dicho: suelo de madera, paredes abiertas a través de las ventanas, biombos de paja falsa, alacenas con botellas de vino… Bebimos agua y yo tinto: cosechero de Rioja, Azabache de 2013, de Aldeanueva del Ebro, 14 grados, recomendado con chuletillas, cerdo… Estaba fresco y tenía matices. Ah, con mi bollo de pan unté el aceite tarraconense La Boella, arbequina, pero lo dejé cuando manché con unas gotitas la mesa y mis dedos.
De primero había sopa de pescado y marisco que seguro no estaba mal; ensalada de marisco; alubias con almejas que me llamaron la atención (9 en carta); pudin de cabracho (9 en carta, seguro que en una ración más grande); y lo nuestro. Para mí, arroz con costilla y verduras, que lo había visto comer a algunas damas y me apeteció y me gustó; una ración enorme (doble) con los granos un tanto churruscaditos pero bien, con cerdo rico, pimiento verde y rojo y zanahoria que aligeraban sápidamente, un cacho de alcachofa que detallo por la aliteración. Para Susana, lasaña de atún, que probé y me pareció aparente pero un pelín artificial debido a tanta bechamel, pero ella rechazó mi opinión sentenciando «está buenísima, de 10». ¿Y está bueno el unto?, insistí; y ella, «buenísimo»; pues vale.
De segundo había sardinas a la plancha; filete a la plancha; rodaballo a la plancha (que era lo que debí haber pedido yo; está a 19 en carta, pero seguramente no sea el mismo, o quizá sí); secreto ibérico con salsa al oporto; solomillo de cerdo; y bacalao gratinado. Susana, que debía conducir de vuelta a casa (pues yo subiría al 9º Festival Bilbao BBK Live), escogió sardinas a la plancha, pequeñas, ricas, sanas y acompañadas por una ensaladita. Y yo erré al solicitar lomo de bacalao gratinado, empalagoso y dulzón, con el pescado amortiguado por la mucha bechamel. Comí bastante, pero el rodaballo habría estado mejor. O el secreto ibérico maridado con el vino Azabache. Entre los postres probamos la tarta de la abuela y el flan de coco, que intercambiamos y a mi mujer no le gustaron mucho, pero a mí me daba igual. Pagué con la tarjeta 12 + IVA por cada menú, en total 26,40, y tomamos el café en la terraza de El Cholo, de cuyas alitas de pollo habré de escribir un comentario un mes (o un año) de estos.
(empático, reclamó la tapa correspondiente a su consumición, Óscar Cubillo)
Calle Torrelavega, 5; 39340 Suances (Cantabria)
942 81 06 58
Otro más de los licenciados en Ciencias Económicas que pueblan la nómina colaboradora de esta web. Cuando le da por ser comunicativo, manifiesta que publicó el mejor fanzine de rockabilly de España (el Good Rockin’, allá por los 80) y la mejor revista de blues de la Europa Continental (llamada ‘ritmo y blues’, editada de 1995 al 2000). Actualmente junta letras por dinero en el periódico El Correo, por comida en El Diario Vasco, por ego en Lo Que Coma Don Manuel y por contumacia en su propio blog, bautizado ‘Bilbao en Vivo’ y tratante, sobre todo, de conciertos en el Gran Bilbao, ese núcleo poblacional del que espera emigrar cuanto antes. Nunca ha hablado mucho. Hoy día, ni escucha. Hace años que ni lee. Pero de siempre lo que más le ha gustado es comer. Comer más que beber. Y también le agrada ir al cine porque piensa que ahí no hace nada y se está fresquito.
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Ok, en cuanto pueda, paso. Gracias por la recomendación.
Gracias, Cris. Ahora mismo debería estar en Suances, para descansar tras las fiestas de Bilbao. No he ido por problemas con el coche, que en el garaje está. Tomo nota sobre el Suka que recomiendas, pero te hago notar que soy pobre. Salud & gracias por tu comentario.
Puedes pasarte a tomar un «hamaiketako». Las croquetas de coliflor, por ejemplo, me sorprendieron porque eran cremosas y nada de sabor a coliflor.
Era costumbre, una vez al año, hacer la visita al Amita. Esa costumbre se perdió, pero ahora que el menú es variado pienso volver.
Te recomiendo que visites el nuevo restaurante vegano, que está cerca, Suka. El propietario era el antiguo cocinero del Musli (hamburguesería de Torrelavega, muy buena, que ha mantenido las recetas, aunque no con la misma destreza). Es original y ofrece recetas reinventadas, sobre todo, no te olvides de llevar la cartera llena.
Hola Cris y Oscar, suelo acudir regularmente al Suka y los precios son muy bajos incluso para los platos de sushi, que en cualquier chino de Santander (hechos con menos arte) son mucho mayores. Creo recordar que no había ni un plato en la carta que superase los 10 euros. Es un rollo muy fresco y apto para todos los bolsillos, asi que eso de «llenar la cartera» no es ni mucho menos requisito indispensable. Cenas si quieres hasta quedarte agustisimo y te puedes llegar a gastar entre 10 y 15 euros por persona.