Satélite T (Bilbao). Desenfadado, rockero, económico y sabroso
Aunque allí no encuentre interiorismo a la última, una carta extensísima, deslumbrantes pescados, carnes y asados, ni recetas de ringorrango, me gusta Satélite T. Porque allí programan conciertos de rock (Sold My Soul, The Soulbreaker Company, King Mastino…). Porque hacen sesiones vermú con artistas como Lagartija Nick y Sonny Vincent. Porque en sus paredes cuelgan, enmarcados, carteles de bandas bizarras como Wau y los Arrghs!!! Porque en un rincón tienen una Sinfonola (que suena de maravilla) y bien cerca a La Familia Monster miniaturizada. Porque sus mesas son como flight cases, las cajas que se utilizan para transportar amplificadores. Y también porque desde su puerta, donde tienen varias mesas dispuestas sobre la acera, se ve, de izquierda a derecha, la universidad de Deusto, el puente levadizo de este barrio bilbaíno que me vio nacer, la imponente torre Iberdrola, detalles del parque de Doña Casilda, Euskalduna (el palacio y el puente), la grúa Carola y hasta un trozo de san Mamés (eup!). No se divisa el Guggenheim porque lo oculta uno de los pilares de la primera plataforma. Ah, y a los calamares rebozados (aka rabas) les llaman rabba rabba hey. Me encanta el concepto. Ya ven.
Al margen de lo referido, también me atrae su sencilla oferta gastronómica, eh; me gusta dejarme caer por ahí, sin pretensiones ni mucho dinero en el bolsillo, y comer algo. De modo informal. Casual, diría, con acento inglés (si supiera lo que significa). Pero no los pinchos, las tortillas y bocatas, que pueblan su barra, que supongo un reclamo para los estudiantes de alrededor. Prefiero el plato del día, que permite jamar aperitivo, plato principal y postre, acompañados de una bebida, por sólo 7,50€. ¿Qué se puede ofrecer por ese precio? Pues cosas la mar de atractivas, por sabrosura y presentación. Los últimos días, cosas como burrito de lomo alto con queso y basmatti con verduritas; guiso de albondigas en salsa con calamares y patatas; merluza rellena de champis con pisto y salsa verde; pimientos rellenos de carne y setas gratinados con all i oli de miel; brandada de bacalao y pisto con aceite perejil….
La última vez que yo pedí esa fórmula económica en Satélite T el entrante consistía en dos albóndigas de atún teriyaki. Luego había que escoger entre conejo al ajillo con patata parisien, y lomos de verdel sobre cremoso de arroz y champiñones. Y el postre anunciado era hojaldre de manzana, pero nos ofrecieron tiramisú casero y aceptamos de buen grado. Las albóndigas podían ser de cualquier cosa, embadurnadas en el grueso sirope, y me gustó bastante más el risotto de orzo con calamar y pan de ajo (6,90€) que seleccionamos de la carta. Resultaba agradable el marcado gusto a cefalópodo encebollado y alguna patata frita aportaba textura crujiente al contenido del bol.
Los dos lomos de caballa se emplataban sobre el arroz, con su gusto a nata y queso, y algún cachito de hongo. Junto a la montonera, una lengua de salsa de tomate con orégano. Además, rúcula. El pescado estaba rico, jugoso, y el plato resultaba sugerente, con su variedad de sabores. Algo más seco, el conejo llegó en ración generosa y gustosa, con sabor potente, pues no le faltaba ajo, patata panadera y pimentón picante adornando la vajilla. El tiramisú, acompañado de helado y piedras de chocolate y fruto seco desmenuzado. Un conjunto satisfaciente, por 7,50€.
Sergio, un cocinero que ha pasado más de un lustro trabajando en Islandia (¿o era Finlandia?), ha diseñado además una carta dividida en apartados para picar, para pecar y con mucha dulzura. En ellos se mezclan untables con gyozas al vapor con goma wakeme y salsa (5,90€); morcilla fresca de León (5,60€); tataki de atún rojo, sésamo y mahonesa de wasabi (11€); tosta de roastbeef con queso, salsa suave de frutas del bosque y rúcula (7,40€); y helado de caramelo y sal de Guerande con arena de galleta (3,90€). Así, no faltan opciones de picoteo, y algo más, en un listado donde resulta especialmente gozoso el apartado de hamburguesas.
Yo disfruté enormemente una llamada Tijuana (6,60€), cuyo rodajón de carne poco hecha (el camarero me preguntó expresamente qué punto deseaba) llegó acompañado de lechugas, tomate, queso y una salsa cósmica que tal vez patenten. También de un puñado de bastones de patata y boniato, con su contrapunto dulce. Ah, y entre ‘pan pan’, tierno, caliente y crocante, como debe ser. Una pieza jugosa, rebosante de contenido y bien grande, cuyo anunciado regusto picante resultaba de lo más grato e invitaba a disfrutar cada trago de cerveza. Una reivindicación de la burger como fantástico exponente de comida rápida, entendida como aquella que puedes degustar al paso, sin cubiertos, no como mera bazofia entre pan de bollo y sésamo resecos.
La próxima vez quizá me decante por la hamburguesa con ibérico, foie, tomate, mézclum y salta de miel/mostaza. Me llama más que la de salmón, la BBQ y la de quinoa y verduritas con guacamole. Aunque mucho me temo que terminaré catando todas… Quizá con una botella de vino; la carta es corta, pero los precios también lo son (Pies Negros, 11€; Biga de Luberri, 10,80€…).
En el tiempo transcurrido desde la apertura de Satélite T, la pasada Navidad, sus gestores han procurado una renovada personalidad propia al local que antes ocupara el café teatro La Draga. Han conseguido dotar de atractivos gastronómico y cultural a un espacio desenfadado cuyo look, un poco industrial, un poco portuario, muy de fans del rock y de la estética pop, e incluso un tanto kitsch en determinados detalles, sorprenderá e incluso retraerá a más de un despistado que acuda allí tras verle en los primeros puestos de TripAdvisor. La decoración combina detalles mexicanos, guiños a la sci-fi, carteles de conciertos y barandillas como las que te encuentras al borde de la ría, con solo cruzar la carretera. Vaya, que no parece un restaurante.
Tapetes y servilleta de papel reciclado reconfortan al pequeño ecologista que hay en mí y, claro, me encanta comer mientras suenan, a volumen adecuado, bandas como Bellrays, Sex Pistols, Damned, Madness, Bangles y Rezillos. Himnos como ‘Search and destroy’, ‘Kissin’ cousins’ y ‘Back in the USSR’. La música es la guinda a una propuesta diferente que combina sencillez, buen gusto, cuidada presentación y, muy importante, buena relación calidad precio. Viva el rock.
(Igor Cubillo)
Ribera de Botica Vieja, 2; 48014 Bilbao (Bizkaia)
670 599 200
Periodista especializado en música, ocio y cultura. Economista. Equilibrista (aunque siempre quiso ser domador). En el medio de la vía, en el medio de la vida, si hay suerte, tal vez. Ha pasado la mayor parte de su existencia en el suroeste de Londres, donde hace más de 20 años empezó a teclear, en una Olivetti Studio 54 azul, artículos para Harlem R&R ‘Zine, Ruta 66, El País, Bilbao Eskultural, Ritmo & Blues, Getxo A Mano (GEYC), Efe Eme, Den Dena Magazine, Kmon, euskadinet y alguna otra trinchera. Prefiere los caracoles a las ostras. Qué tío. Anda que…
Ah, tiene perfil en Facebook y en Twitter (@igorcubillo), pero no hace #FollowBack ni #FF. Se le resisten ciertas palabras y acciones con efe. Él sabrá por qué…
Periodista y gastrósofo. Heliogábalo. Economista. Equilibrista (aunque siempre quiso ser domador). Tras firmar durante 15 años en el diario El País, entre 1997 y el ERE de 2012, Igor Cubillo ha logrado reinventarse y en la actualidad dirige la web Lo que Coma Don Manuel y escribe de comida y más cuestiones en las publicaciones Guía Repsol, GastroActitud, Cocineros MX, 7 Caníbales, Gastronosfera y Kmon. Asimismo, vuelve a firmar en El País y es responsable de Comunicación de Ja! Bilbao, Festival Internacional de Literatura y Arte con Humor. También ha dirigido todas las ediciones del foro BBVA Bilbao Food Capital y fue responsable de la programación gastronómica de Bay of Biscay Festival.
Vagabundo con cartel, se dobla pero no se rompe, hace las cosas innecesariamente bien y ya han transcurrido más de 30 años desde que empezó a teclear, en una Olivetti Studio 54 azul, artículos para Ruta 66, Efe Eme, Ritmo & Blues, Harlem R&R ‘Zine, Bilbao Eskultural, Getxo A Mano (GEYC), DSS2016, Den Dena Magazine, euskadinet, ApuestasFree, eldiario.es, BI-FM y alguna otra trinchera. Además, durante dos años colaboró con un programa de Radio Euskadi.
Como los Gallo Corneja, Igor es de una familia con fundamento que no perdonaría la cena aunque sonaran las trompetas del juicio final, si es que no han sonado ya. Sostiene que la gastronomía es el nuevo rock and roll y, si depende de él, seguiréis teniendo noticias de este hombre al que le gusta ver llover, vestirse con traje oscuro y contar historias de comida, amor y muerte que nadie puede entender. Eso sí, dadle un coche mirando al sol, una guitarra y una canción, una cerveza y rock and roll, y no le veréis el pelo más por aquí.
Tiene perfil en Facebook, en LikedIn, en Twitter (@igorcubillo) y en Instagram (igor_cubillo), pero no hace #FollowBack ni #FF.
Merci.
Gracias, Sonny, por tu comentario. Yo también creo que se echaba en falta un espacio así…
Un saludo.
Suscribo todo lo que dices en esta reseña. Este sábado ocupamos una de sus mesas y fue un éxito. Triunfó la decoración, la Sinfonola, «sus huevos fritos» de aperitivo, y el pan de las hamburguesas. Y añadiré algo más, el buen servicio. Una atención sin peloteo ni postureo, sin excesos, una serie de detalles que nos hicieron la estancia de lo más agradable. Sólo me quedé con ganas de una botella de Pies Negros pero nadie me acompañaba con el bebercio… En fin. Habrá otra ocasión. Gracias por la (buenísima) recomendación. Apuntado queda.
Olé. Olé. Y olé.
Qué bien que pararais en Satélite T, Virginia. De momento, la Tijuana sigue siendo mi hamburguesa preferida en Bilbao, y es cierto que Txarly es una persona entrañable. Allí mola la comida, la decoración, la música y el trato. Poco más se puede pedir, salvo que alguien te acompañe con el Pies Negros, claro.
Abrazo grande.
Brutal Satelite T, necesario e imprescindible…… Enorme Txarly & Co.