Capricho de Baco (Laguardia). Gustó a todo el mundo
Vaya racha: viajo en agosto a pasar tres días a Laguardia, dos años después (¡de tensa espera!) de mi anterior visita, y me encuentro mi restorán favorito, el extramuros Amelibia, cerrado por vacaciones hasta el 12 de agosto. Mi gozo en un pozo. ¡Y no es la primera vez que me lo topo enclaustrado! No hay derecho, pensé. Eso que el pueblo amurallado alavés se ve de bote en bote en verano y abundará la clientela potencial. En fin… No contaré el menú del improvisado plan b de ese día en otro bar intramuros porque quizá me sentía afectado en el juicio. Pero, bueno, entre tanto menú-pienso turístico de Laguardia en ese periplo agosteño descubrí un sitio que me atrevo a recomendar: el Capricho de Baco, bar construido dentro de la propia muralla, con una terraza frecuentada a todas horas con vistas a la zona de lagunas, un comedor superior con unas cinco mesas, dos puertas de entrada en puntos opuestos, baños subterráneos y una barra rechula y acogedora.
Paramos en Capricho de Baco un miércoles por la noche, a eso de las once. Yo libé un tinto de año, Recaredo, o Recoveco, o algo así, y Susana una infusión. Pagué 2,20€ y, encima, estando sentados a la fresca en la terraza con fontana pública, la camarera nos trajo unas aceitunas sabrosas. Oh, gracias. Minutos antes, en la barra, yo había visto que el chef, el que dirigía el local desde hacía tres meses (a ojo, desde mayo de este 2015), bajaba del primer piso una petición de alguien que cenaba: un jugoso y blanquísimo bacalao con hongos. Lo miré y manifesté instintivamente en voz alta: qué rico.
Pues el jueves no pudimos ir a almorzar al Capricho porque estaba cerrado (generalmente cierran los miércoles por descanso semanal, aunque esa vez se trasladó un día debido al cumpleaños del hijo del chef), pero el viernes nos acercamos para comer. Yo pensaba desquitarme del cierre vacacional del Amelibia devorando en el Capricho un entrecot de vaca vieja (14€), y que Susana eligiera unas chuletillas de cordero, que le gustan mucho (16€), y quizá de primero alguna ensalada, pero al llegar a la fachada principal vi que había menú y el pollo me llamó la atención. Y sólo me costaría 14€. Sentí un pálpito y a la postre se confirmaron las expectativas. ¡Ya conozco otro lugar chic en Laguardia!
El menú de Capricho de Baco
Venga, vayamos con el menú. La chica nos preparó una mesa a la sombra en la terraza, con mantel grueso artificial y servilletas blancas de tela. Se disculpó por tardar un poquito, que también tenían gente en el comedor interior, pero yo no me había impacientado en absoluto. Nos tomó nota, Susana bebió una caña y a mí la chica me dijo que me traía una copa de vino, que no me iba a beber la botella entera. Acepté y quizá mejor, porque la botella al aire del mediodía se habría calentado. Después pedí otra copa vinatera y no me la cobraron. Se trataba de un tinto normal, potable. De primero ese día había fetuccini al ajillo con gambas (empero el color tenue parecía apetitoso el que sirvieron en otras mesas), pisto de verduritas a la bilbaína (seguro que lo ponen bien ahí) y lo nuestro: ensalada de tomate con rulo de cabra caramelizado, la cual probé y me pareció contundente, con el bonito, y suave, por cierto sabor dulzón a mermelada, y que a Susana le encantó por el queso; y yo me arriesgué con las patatas a la riojana y acabé contento, pues estaban bien preparadas y creí distinguir tres partes: una leve crema patatera en la base del plato, las patatas en sí muy sabrosas, más rodajitas de chorizo supongo que plancheadas aparte, no cocidas en el guiso. Estupendas, oigan.
De segundo había bacalao ajoarriero con piperrada (lo vi en la mesa de detrás de mí, ocupada por unos andaluces, y el pescado me habría dejado con hambre, pero ellos dejaron propina por todo), churrasco asado en su jugo con puré de patata (una adolescente calificó desde otra mesa este plato diciendo: «le pongo un 8,75, porque estaba un poco duro»; una señora que acompañaba a la chica comentó después que les había gustado todo), y lo nuestro: lomo de dorada a la panadera, o sea, la mitad de una pieza de piscifactoría pero perfectamente plancheada, sin aceite que desagrada a Susana; y mi ansiado pollo de corral guisado al chilindrón, tres piezas no muy grandes, tres cachitos enjundiosos sobre patata panadera y su salsita que unté, en efecto.
De postre ese día había yogur cremoso con frutos rojos (4 € en la carta), peras al vino tinto de rioja (5 €, muy buena pinta), sorbete de mandarina (6 €), y lo que elegí yo: tarta helada al whisky, que es raro que falle. Susana solicitó que le cambiaran el postre por un café, y aceptaron, claro. Cuando lo propuso, yo estaba en el baño limpiándome las manos del unte del chilindrón, si no, me tomo un sorbete de mandarina también. Grrrr…
(ahora conoce otro lugar que le hace ilusión, Óscar Cubillo)
facebook de bar restaurante Capricho de Baco
Sancho Abarca, s/n; 01300 Laguardia (Álava)
651 398 244
* Cierra miércoles
Otro más de los licenciados en Ciencias Económicas que pueblan la nómina colaboradora de esta web. Cuando le da por ser comunicativo, manifiesta que publicó el mejor fanzine de rockabilly de España (el Good Rockin’, allá por los 80) y la mejor revista de blues de la Europa Continental (llamada ‘ritmo y blues’, editada de 1995 al 2000). Actualmente junta letras por dinero en el periódico El Correo, por comida en El Diario Vasco, por ego en Lo Que Coma Don Manuel y por contumacia en su propio blog, bautizado ‘Bilbao en Vivo’ y tratante, sobre todo, de conciertos en el Gran Bilbao, ese núcleo poblacional del que espera emigrar cuanto antes. Nunca ha hablado mucho. Hoy día, ni escucha. Hace años que ni lee. Pero de siempre lo que más le ha gustado es comer. Comer más que beber. Y también le agrada ir al cine porque piensa que ahí no hace nada y se está fresquito.
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