Ajo cocido, ¿ajo perdido?, por Uve (Recetas para una cuarentena #21)
Gastronomía y corazón van más unidos de lo que creemos. No hay más que echar un ojo al papel couché (sí, el que sólo ojeamos en la pelu, ¡ja!) y descubrir esas perlas que salen de ciertas boquitas pintadas. Desde el mítico “Andreíta cómete el pollo”, hasta el archiconocido “España huele a ajo”. Olé por la exspicegirl-diseñadora-empresaria. Qué tendrá ella en contra del rey de los ‘antis’: antiséptico, anticoagulante, antiinflamatorio. Se ve que en su dieta alcalina ni gazpacho, ni allioli, ni ajoarriero. ¿Sopas de qué? Excuse me, Vicky.
Pues yo soy infinitamente menos glamurosa pero mucho más mediterránea, dónde vamos a parar. Y en mi casa jamás faltan ajos. A cascoporro. Los adquiero por ristras, bien ricos, y los cuelgo en la despensa. Que se atrevan los vampiros.
Y como, además, soy muy vaga, echo mano de la memoria y procuro fusilar aquellas recetas que me han resultado curiosas, sabrosas y sencillas, como una de ajos cocidos que hace mucho degusté en Asador Gomilaz (Ochandiano, Bizkaia). Allí presumían de larga cocción tradicional y presentaban los dientes (de ajo, claro) sueltos, regados con una suave vinagreta.
Pero como en esta sección de ‘Recetas para una cuarentena’ me han dicho que tengo que parecer holgazana, opto por la rapidez del microondas; en escasos minutos pongo cara de interesante y doy el pego. Peazo receta. Sí diría que es más que recomendable para quien guste de sabores intensos, no acuse problemas estomacales y, desde luego, no tenga planeada una tarde-noche llena de romanticismo. Pasa factura,
INGREDIENTES
- 1 cabeza de ajo
- Aceite
AL LÍO
Importante, que la materia prima sea buena. Nada de ajos chuchurridos. Yo preparo la cabeza entera, retirando la piel más áspera y externa; realizo un corte en la parte superior, a modo de tapa, la coloco en un recipiente, riego con un chorrito de aceite y tres minutos a máxima potencia (dependerá de cada microondas, ajustar el tiempo hasta que los dientes se noten blanditos). Listo.
Me gusta emplatarla entera, sin separar las unidades, y casi mejor sin vinagreta, que el ajo queda suave y se disfruta más su sabor. El aliño puede prepararse aparte, y disponer de él a gusto del consumidor.
Es de números y tiene un secreto para conservar su línea. Sus amigos se preguntan por la clase de alimento, Uve sonríe coqueta y se guarda su secreto. Aporta el #mistery a Lo Que Coma Don Manuel. Amiga del anonimato, viste de negro, escucha a Roy Orbison para alegrarse, le parece que Iván Ferreiro grita, estudió en colegio de monjas, le chiflan las ostras, ofrece cerveza a los gremios y trajo el TeleMadre a Euskadi. Siempre de aquí para allá, pasa la noche mirando la Luna, esperando que pase un cometa o baje un platillo volante. Lo normal, al conocerle, es preguntarle: “de qué planeta viniste?”.
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