Polka (Donostia). Servicio y un poco de vicio
El cocinero Jorge Ezquerra (La Guerrillera, El Lío…) habla de que hay unos bares y restaurantes concebidos para el vicio mientras otros lo están para el servicio. Siempre asiento cuando le escucho, pero la diferencia me quedó meridianamente clara hace unos días, cuando pretendí comer cualquier cosa rica poco antes de las tres y media en la Parte Vieja de San Sebastián y tardé al menos media hora en alcanzar la mesa y el taburete definitivos. Resultaron estar en Polka, a solo 270 metros de mi plaza de aparcamiento.
En el lastimero paseíllo previo hubo tiempo para que un indio me dijera de malos modos «hello» y para que añadiera, al escuchar un «hola» de vuelta», que me daba «solo media hora» para disfrutar de las dudosas bondades de su restaurante, de nombre Bollywood. Le faltó proponerme alimentación asistida, ésa que se aplica a patos y ocas para hipertrofiar sus hígados. Salí de allí escopetado, pensando que es más sencillo indicar que la cocina está cerrada y que hostieleros los hay en todo el mundo, por lo visto. Luego deseché contentarme con una palmera de Oiartzun, encontré cerrado Xibaris, pasé de largo el Juantxo y, para colmo de males. el único camarero que atendía un bar de bocadillos y plato del día en la misma calle Embeltrán / Enbeltran fue incapaz de limpiar para mí una de las dos mesas que permanecían desocupadas. Permanecí seis minutos imperturbable frente a la barra y, aunque no había nadie más reclamando atención en Giroki (solo cinco personas daban cuenta de su sencilla comanda en un par de mesas, al tiempo que deshabilitaban una tercera con un carrito de niños), únicamente escuché «es que tengo mucho trabajo». Le observé otear al breve horizonte con mirada perdida e inacción. Ciertamente paralizado. Tras recuperar mi paraguas, casi me fui yo más preocupado que él.
Y el caso es que eran casi las cuatro de la tarde y Polka, en la plaza Sarriegui (no en vano ‘Polka’ es el título de una composición de Raimundo Sarriegui, parte del repertorio de la tamborrada donostiarra), no puso impedimento a saciar mi apetito y pude reconciliarme con el noble gremio entre mesas concurridas y pulcritud. Las puertas del establecimiento se abrieron ante mí como un oasis de sencillez y afabilidad, en el trato y en el plato. No necesitaba más, solo amabilidad, algo de comer y una 18/70 bien tirada.
La carta informal y viajera de Polka
Efectivamente, no hay allí grandes lujos, manjares estrictos ni opulencia, pero sí una honesta carta viajera, informal, tentadora y todoterreno para salir de un apuro y (adivino) pasar un buen rato con amigos, sin más pretensión. La carta se divide en tostas dulces (en pan brioche) y saladas (hogaza), ensaladas, «compartibles» (anchoas, croquetas, nachos, bravas, fish & chips…), «Polkstars» (chipirones en su tinta, magret, t-bone…), cócteles, hot dogs (de chorizo criollo, albóndigas de ternera y chorizo criollo) y burgers. Éstas, bien resultonas, generosas y nada convencionales, atrapan, entre pan brioche y distintos ingredientes extra, carne de cerdo desmechada y salsa “polkera”, muslo de pollo y mahonesa de ajo, aros de chipirón y mahonesa de lima-limón, tiras de bacalao y salsa tártara, ‘hamburguesa’ vegetal y crema de piquillos.
Cierto es que platos como el bacalao ajoarriero con inofensivo chipotle y un tanto diluido, terminado con perejil y salicornia, resultan dignos, poco más. También que la prometedora ensaladilla rusa «con productos Km.0» (piparras, ventresca de atún, boniato, anchoa, olivas y mahonesa de ventresca) no fue a mi paso un dechado de jugosidad o refinamiento. Pero tiene mérito que yo pida y termine sin hartazgo alguno una ensalada; yo, que asumí con gracia y orgullo la frase «de lo que come el grillo, poquillo», escuchada más de una vez al añorado Mikel Corcuera. Eso sí, consistía en pasta cocida, perlas de mozzarella, lechuga, edamame, oliva negra, tomate cherry, sésamo y su cuenquito de pesto. Y ya se sabe cuánto gusta la pasta, en distintas calidades, a un espíritu piterpanesco.
Añadiré que la cosa se pone aún más fácil entresemana, cuando buena parte de la carta se comprime para configurar un «menú polkero» que por solo 12,50€ incluye nada menos que dos platos, pan, agua / copa de vino / caña / refresco e incluso café / infusión. Hay pequeños suplementos para algunas opciones más ‘nobles’, para las referidas polkstars, pero aun así resulta una verdadera ganga, vaya precio sin competencia en esta ciudad venida a más dónde es posible que te cobren 28€ por un pintxo de tortilla y una cerveza de lata. A fin de cuentas, no será el lugar para cerrar un negocio, ni para seducir o impresionar a una persona, pero sí es mucho más que un premio de consolación. No siendo atendido por la competencia, a mí me dio servicio y, por qué no, también un poco de vicio.
web de Polka
Plaza Sarriegui, 8; 20003 Donostia – San Sebastián (Gipuzkoa)
+34 943 05 62 80
Periodista y gastrósofo. Heliogábalo. Economista. Equilibrista (aunque siempre quiso ser domador). Tras firmar durante 15 años en el diario El País, entre 1997 y el ERE de 2012, Igor Cubillo ha logrado reinventarse y en la actualidad dirige la web Lo que Coma Don Manuel y escribe de comida y más cuestiones en las publicaciones Guía Repsol, GastroActitud, Cocineros MX, 7 Caníbales, Gastronosfera y Kmon. Asimismo, vuelve a firmar en El País y es responsable de Comunicación de Ja! Bilbao, Festival Internacional de Literatura y Arte con Humor. También ha dirigido todas las ediciones del foro BBVA Bilbao Food Capital y fue responsable de la programación gastronómica de Bay of Biscay Festival.
Vagabundo con cartel, se dobla pero no se rompe, hace las cosas innecesariamente bien y ya han transcurrido más de 30 años desde que empezó a teclear, en una Olivetti Studio 54 azul, artículos para Ruta 66, Efe Eme, Ritmo & Blues, Harlem R&R ‘Zine, Bilbao Eskultural, Getxo A Mano (GEYC), DSS2016, Den Dena Magazine, euskadinet, ApuestasFree, eldiario.es, BI-FM y alguna otra trinchera. Además, durante dos años colaboró con un programa de Radio Euskadi.
Como los Gallo Corneja, Igor es de una familia con fundamento que no perdonaría la cena aunque sonaran las trompetas del juicio final, si es que no han sonado ya. Sostiene que la gastronomía es el nuevo rock and roll y, si depende de él, seguiréis teniendo noticias de este hombre al que le gusta ver llover, vestirse con traje oscuro y contar historias de comida, amor y muerte que nadie puede entender. Eso sí, dadle un coche mirando al sol, una guitarra y una canción, una cerveza y rock and roll, y no le veréis el pelo más por aquí.
Tiene perfil en Facebook, en LikedIn, en Twitter (@igorcubillo) y en Instagram (igor_cubillo), pero no hace #FollowBack ni #FF.
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