No quiero otro restaurante Zuberoa
La cocina no se acaba nunca, sólo los cocineros se acaban, e incluso algunos pueden perdurar en forma de memoria, de recuerdo, de relato. Es el caso de Hilario Arbelaitz, maestro cuyo legado se antoja imprescindible e inolvidable, un profesional que abrió los ojos con Maurice Izabal, rehuyó los focos, se manifestó adicto al trabajo, no supo delegar y exigió silencio absoluto en presencia de cazuelas. Un genio, puente magistral entre la nueva cocina y la de siempre, obispo al mando en esa catedral del buen comer que ha sido hasta hace cuatro días Zuberoa.
Porque sí, Hilario y Eusebio han decidido jubilarse, justo premio el descanso después de medio siglo de ejemplar entrega a su profesión. Y leo no con sorpresa pero sí con alteración el interés de colegas en mantener la esencia del lugar y algunos de sus platos emblemáticos. Vaya decepción. Yo no quiero un ‘nuevo’ Zuberoa de saldo, no me despiertan el más mínimo interés un remedo de ese templo ni un hipotético caricato con toque blanche que procure fusilar sus partituras culinarias. Por qué celebrarlo, qué sentido tiene un ejercicio de karaoke gastronómico que persiga sin éxito la magia de los Arbelaitz. Que no, no me excita la idea de acudir a un restaurante tributo cuando apenas hemos empezado el luto por la pérdida del caserío Garbuno.
Antes que un sucedáneo, la inevitable decepción y el bostezo universal, prefiero el recuerdo, rezarle cada mañana al irrepetible Hilario, desearle lo mejor y disfrutar en cambio con savia nueva o, al menos, propuestas originales, de autoría propia. Más vale lo genuino, por intrascendente que parezca en comparación al mito (al foie-gras salteado en caldo de garbanzos, berza y panes fritos, al ravioli de cigala al fumé de trufa…) que cualquier grosera copia.
Periodista y gastrósofo. Heliogábalo. Economista. Equilibrista (aunque siempre quiso ser domador). Tras firmar durante 15 años en el diario El País, entre 1997 y el ERE de 2012, Igor Cubillo ha logrado reinventarse y en la actualidad dirige la web Lo que Coma Don Manuel y escribe de comida y más cuestiones en las publicaciones Guía Repsol, GastroActitud, Cocineros MX, 7 Caníbales, Gastronosfera y Kmon. Asimismo, vuelve a firmar en El País y es responsable de Comunicación de Ja! Bilbao, Festival Internacional de Literatura y Arte con Humor. También ha dirigido todas las ediciones del foro BBVA Bilbao Food Capital y fue responsable de la programación gastronómica de Bay of Biscay Festival.
Vagabundo con cartel, se dobla pero no se rompe, hace las cosas innecesariamente bien y ya han transcurrido más de 30 años desde que empezó a teclear, en una Olivetti Studio 54 azul, artículos para Ruta 66, Efe Eme, Ritmo & Blues, Harlem R&R ‘Zine, Bilbao Eskultural, Getxo A Mano (GEYC), DSS2016, Den Dena Magazine, euskadinet, ApuestasFree, eldiario.es, BI-FM y alguna otra trinchera. Además, durante dos años colaboró con un programa de Radio Euskadi.
Como los Gallo Corneja, Igor es de una familia con fundamento que no perdonaría la cena aunque sonaran las trompetas del juicio final, si es que no han sonado ya. Sostiene que la gastronomía es el nuevo rock and roll y, si depende de él, seguiréis teniendo noticias de este hombre al que le gusta ver llover, vestirse con traje oscuro y contar historias de comida, amor y muerte que nadie puede entender. Eso sí, dadle un coche mirando al sol, una guitarra y una canción, una cerveza y rock and roll, y no le veréis el pelo más por aquí.
Tiene perfil en Facebook, en LikedIn, en Twitter (@igorcubillo) y en Instagram (igor_cubillo), pero no hace #FollowBack ni #FF.
Un comentario muy acertado,
Durante estos últimos años tuve la fortuna de disfrutar de la la gatronomía de Hilario varias veces en mis viajes por Euskadi y que decir , sólo desearle lo mejor en esta su nueva etapa de la vida