Club Náutico Binisafúa (Sant Lluís). ¿Cambiar para peor?
“Todos los cambios, aun los más ansiados, llevan consigo cierta melancolía” (Anatole France)
En la recta que separa Pueblito de Pescadores de la Playa de Binisafúa había una vez un txiringuito caótico, divertido y sabrosón. Con un pescado magnífico, tapas y una excelente relación calidad/precio. Se llamaba Club Náutico Binisafúa y abría todo el año. Algo tenía para que en invierno se acercaran los indígenas a esta zona de la isla hoy abarrotada y en dos meses desierta.
El año pasado lo renovaron, lo pintaron y cambiaron la gerencia ¿Para mejor? No lo sé.
A ver. Antes era un lío. Tenías que reservar y aun así era muy posible que tuvieras que esperar. El servicio era frenético, sudoroso y olvidadizo. El espacio escaso. Y nos encantaba. Ahora es más limpio, el servicio parecido, el espacio igual de escaso y el encargado muy sonriente. Y nos gusta menos. ¿Cómo lo explico?
En marzo nos encontramos todo el tinglado. El interior del local abierto hacia la terraza, la barra cambiada al fondo, los colores muy agradables. Incluso habían integrado el wc dentro del local (antes había que salir fuera). ¡Vaya! Mira tú.
Nos sentamos y mientras nos atendían las mismas mujeres que en otras ocasiones -y del mismo modo- observamos a una persona nueva que les sometía a un estrecho marcaje y les susurraba constantemente indicaciones y correcciones al oído. Las caras de las camareras eran un poema y algunas de las contestaciones -también entredichas en voz baja y con contenida mala hostia- una declaración de guerra. “Yo sólo os lo digo para que todo vaya mejor”, llegamos a escuchar al nuevo encargado, un catalán de pro llegado a la colonia para enseñar los nuevos modos y maneras empresariales que han llevado a la metrópoli a la cumbre de la excelencia. Mal rollito.
Así que hace unos días no nos extrañó que no quedase nadie de la plantilla original y que nos atendiese personalmente el aconsejador de marzo.
“Si quieres cambiar al mundo, cámbiate a ti mismo” (Mahatma Gandhi)
¿Vascos? Los mejores clientes. Os lo digo en serio. Mejor que los ingleses y que los catalanes. Y lo digo yo, que soy catalán. ¿Queréis tomar algo? Fuera de carta tenemos hoy dorada salvaje, un gallo de San Pedro de un kilo y poco, como para dos, lubina salvaje buenísima. Yo os aconsejo la dorada. En serio. Pero decidme rápido que me lo quitan de las manos.
El gallo de San Pedro, por supuesto.
En una parrafada el compañero había cometido todos los errores posibles: alabar mi procedencia improcedentemente y sin motivo; intentar colarnos priva antes de la cena, para subir la cuenta; e insistir torpemente en colarnos el pescado posiblemente menos fresco de la lista. Y encima todo lo ofrecido sin precio, con el famoso S.P.M. que puede traducirse como Según Precio de Mercado o Su Puta Madre, dependiendo de la cuenta.
Como he dicho, elegimos el gallo y una tapa de pipirrana. Para beber, el albariño de la casa.
La pipirrana nos pareció escasa para el precio. Hablamos de un picado de cebolla, pimiento y tomate aliñado, con un poco de pulpo. Sin complicaciones. El albariño poco fresco, pero lo arreglamos pidiendo más hielo ¡dos veces! Y el gallo de San Pedro…
Sólo dos palabras: ¡espec!¡tacular! Kilo y poco con una frescura y un punto de brasa y sal de campeonato. Rico, rico, rico. Pero mucho. Una vez limpio de cabeza y huesos, quedaron dos lomos de unos 300 gramos. Nos quedamos con ganas de más.
Un cortado y la cuenta. Casi 92 euros. Hace unos días me pareció una barbaridad. De hecho es un pico más de lo que costaba hace un año. Pero después de lo del Juan y Andrea de Formentera esto es casi un regalo. Caro, pero un regalo. Tengan en cuenta que el kilo de San Pedro en pescadería está a unos 30 euros y hagan ustedes sus números.
¿Lo mejor? El gallo. ¿Lo peor? Como diría Oscar Wilde, “Discúlpeme, no le había reconocido: he cambiado mucho”.
web de restaurante Club Naútico Binisafúa
Passeig de la Mar, 29; Binisafuller / Binisafúa; Roters, Sant Lluís (Menorca)
97 135 77 41
El Irrintzi Intrézpido
Juntaletras de profesión aunque, hasta llegar a serlo, ha dado muchas vueltas y saltos. Incluso, en tiempos, fue agitador de la hostelería bilbaina y creador de éxitos de parrilla. Su pluma afilada no le impide ser muy macho y demostrarlo para pavor y pasmo de los mierdecillas del paisito que se lo merecen, los muy cabrones. Ahora, como se puede ver en el post, se dedica a tiempo parcial a pasárselo como un Marqués. ¡Bien hecho, Irrintzi! (pónganme aquí el grito de Tarzán y cierren columna)
Es el pequeño de los Cubillo Brothers. Nació en 1991, en el mismo Bilbao, es más de salado que de dulce y acostumbra a disociar, con lo cual cambia de apariencia física con frecuencia. Como Robert de Niro antes de rodar Toro Salvaje, pero a lo tonto, por la cara. Él es más de toro tataki. Aprendió pronto que Dow Jones no es un cantante, le incomoda la fama de criticón, pues siempre ha sentido simpatía por el débil, y una máxima guía su proceder: «más vale que zozobre, que no que zofarte…». Católico practicante, que no celebrante, en su bautizo el párroco ofició vestido de Elvis, cantó himnos y salmos, y entonó el ‘Burning Love’. Vio la luz el día que se fotografió con Ferran Adrià y el de L’Hospitalet de Llobregat le puso una mano sobre el hombro al tiempo que decía: «Cuchillo, la gastronomía es el nuevo rock and roll». Amén.
como me encantaría averiguar cosas de tí para darte un repaso y ponerte a parir
pero no tengo tiempo