Astei (Muxika). Los sabores de siempre
Cuando se tiene instalado un navegador GPS en el coche y se dispone de suficiente tiempo libre, lo mejor suele ser hacer caso al tomtom de turno, aún a sabiendas de su inexactitud, y contar señales de dirección prohibida en la ruta sugerida o, mejor aún, acabar mareado de tanta curva en un puerto de montaña, o reculando como se pueda en una angosta pista forestal. Suele ser la oportunidad de pasar por carreteras no muy transitadas, en parajes de incuestionable y frondosa belleza, cuyos márgenes están salpicados de incontables árboles y unos pocos restaurantes más o menos rústicos en los que presupones que se comerá bien. Muy bien, incluso, casero y abundante. No es así siempre, pues la aventura tiene mucho de ruleta rusa campestre, pero la suposición sí se cumple en el caso de Astei, un restaurante que se anuncia especializado en cordero asado en horno de leña y pescado del día, y donde se come un estupendo menú diario por 11 ó 12 euros.
La primera vez que paré allí, en el barrio de Montecalvo (Muxika), cerca del Balcón de Bizkaia (emblemático mirador y antiguo lugar de reunión de brujas), entre Urdaibai y el Parque Natural de Urkiola, fui citado por Jonan Hernández, amigo y editor de la revista Kmon. Fue un encuentro en el que se habló poco de trabajo y mucho de los embates de la vida y de la afabilidad de la joven y diligente camarera. La rapidez y eficiencia del servicio son rasgos característicos de este caserío restaurado en 1996 donde tres años después ocupó la cocina Resurrección Mandaluniz, aka Resu, tras una década de trabajo en Arrien y otra en Zimela, ambos en Gernika. Un espacio amplio, bajo la línea de alta tensión, rodeado de calma, donde un caballo pasta junto a los columpios y varios perrillos deambulan por los aledaños.
El menú del día, que es lo que he probado y voy a recomendar, es largo y gustoso. Entre sus primeros platos está buena la sopa de pescado; la sencilla menestra de verdura, compuesta ahora por vaina, guisante, zanahoria y coliflor, está muy bien resuelta, es casera, y resulta suave, sabrosa y tan sanota como hace presuponer su imagen lustrosa; satisfactorias resultan las alubias rojas, con caldo bien sabroso, aunque algo cortas de sacramentos; y yo no pediría lasaña, pues su aspecto resulta bastante disuasorio. A estas alturas uno ya se percata de que aquí no se racanea con las cantidades, y menos en el caso de sopas y cocidos, pues cuando no se deja la cazuela a disposición del comensal, se le ofrece repetir antes de retirar el plato. Reconozco que yo comí siete cazos de alubias. No me disgustarían.
Los segundos son igualmente satisfactorios, más atendiendo a la relación calidad precio. Muy bien preparan los chipirones en su tinta, enteros, de pequeño tamaño y bañados en una salsa la mar de resultona; la carne del guisado es de su propiedad: Jonan pide merluza siempre que hay; y mola que acostumbren a preparar casquería, cosas como callos y patas de cerdo.
Los postres son también sustanciosos, se sirven en cantidad más que suficiente y vienen a ratificar que Astei es un arcón de los sabores de siempre. Uno se lleva a la boca lo que le ponen en la vajilla y casi todo encaja con lo archivado en la memoria, con los matices que uno almacena entre sus recuerdos, con esa cocina tradicional que siempre estuvo presente en los hogares del País Vasco. No son una excepción el clásico arroz con leche ni las tostadas de pan y de crema, pero la tarta de trufa sí tiene aspecto industrial, aunque se anuncia que todos los cierres son caseros. Y está requetebuena la tarta de queso, fresca, de textura cremosa, aspecto tembloroso y la cantidad justa de confitura.
Total, que por ese precio, si uno para por esa zona entre semana, es una opción bien recomendable este negocio que ofrece comida sencilla, tradicional y muy honesta, sin florituras, coronada por los referidos sabores de siempre y elaborada con productos de proximidad, cuando es posible incluso de la propia huerta y explotación ganadera. Ah, cuando mejore el tiempo, tened en cuenta su acogedora terraza. Ojalá hubiera muchos lugares así en la ciudad.
(Igor Cubillo)
Astei Jatetxea
Barrio Muniketa, 8; 48392 Muxika (Bizkaia)
94 673 23 18
Periodista especializado en música, ocio y cultura, incluida la gastronomía. Economista. Equilibrista (aunque siempre quiso ser domador). En el medio de la vía, en el medio de la vida, si hay suerte, tal vez. Hace las cosas innecesariamente bien y, puestos a hablar, colabora con Radio Euskadi (‘La Ruta Slow’), dirige Lo Que Coma Don Manuel, aún escribe de música en Kmon y la buena gente de eldiario.es cuenta con sus textos coquinarios en distintas ediciones locales.
Vagabundo con cartel, ha pasado la mayor parte de su existencia en el suroeste de Londres, donde hace más de 20 años empezó a teclear, en una Olivetti Studio 54 azul, artículos para El País, Ruta 66, Efe Eme, Ritmo & Blues, Harlem R&R ‘Zine, Bilbao Eskultural, Getxo A Mano (GEYC), Den Dena Magazine, euskadinet y alguna otra trinchera.
Como los Gallo Corneja, es de una familia con fundamento que no perdonaría la cena aunque sonaran las trompetas del juicio final, si es que no han sonado ya.
Ah, tiene perfil en Facebook y en Twitter (@igorcubillo), pero no hace #FollowBack ni #FF. Se le resisten ciertas palabras y acciones con efe. Él sabrá por qué…
Periodista y gastrósofo. Heliogábalo. Economista. Equilibrista (aunque siempre quiso ser domador). Tras firmar durante 15 años en el diario El País, entre 1997 y el ERE de 2012, Igor Cubillo ha logrado reinventarse y en la actualidad dirige la web Lo que Coma Don Manuel y escribe de comida y más cuestiones en las publicaciones Guía Repsol, GastroActitud, Cocineros MX, 7 Caníbales, Gastronosfera y Kmon. Asimismo, vuelve a firmar en El País y es responsable de Comunicación de Ja! Bilbao, Festival Internacional de Literatura y Arte con Humor. También ha dirigido todas las ediciones del foro BBVA Bilbao Food Capital y fue responsable de la programación gastronómica de Bay of Biscay Festival.
Vagabundo con cartel, se dobla pero no se rompe, hace las cosas innecesariamente bien y ya han transcurrido más de 30 años desde que empezó a teclear, en una Olivetti Studio 54 azul, artículos para Ruta 66, Efe Eme, Ritmo & Blues, Harlem R&R ‘Zine, Bilbao Eskultural, Getxo A Mano (GEYC), DSS2016, Den Dena Magazine, euskadinet, ApuestasFree, eldiario.es, BI-FM y alguna otra trinchera. Además, durante dos años colaboró con un programa de Radio Euskadi.
Como los Gallo Corneja, Igor es de una familia con fundamento que no perdonaría la cena aunque sonaran las trompetas del juicio final, si es que no han sonado ya. Sostiene que la gastronomía es el nuevo rock and roll y, si depende de él, seguiréis teniendo noticias de este hombre al que le gusta ver llover, vestirse con traje oscuro y contar historias de comida, amor y muerte que nadie puede entender. Eso sí, dadle un coche mirando al sol, una guitarra y una canción, una cerveza y rock and roll, y no le veréis el pelo más por aquí.
Tiene perfil en Facebook, en LikedIn, en Twitter (@igorcubillo) y en Instagram (igor_cubillo), pero no hace #FollowBack ni #FF.
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