Karola Etxea (Getxo). Azul relajante
En este blog dos veces se ha escrito antes sobre el coqueto restaurante Karola, sito en pleno Puerto Viejo de Getxo. La primera, recomendaba a vuelapluma el menú del día con «pescado de verdad» (sic) a 17 euros más IVA (precio que se mantiene tres años después); y la segunda criticaba la onerosa factura de una comida a la carta con rodaballo a precio de oro. Me extrañó tanto la impresión de este último post que casi mando un comentario evocando mis positivas experiencias en el local azulón y marinero. Experiencias a la carta con mis amigos celebrando algún cumpleaños o invitado por La Txurri en algún aniversario, y también gozando como un enano de algún menú ejecutivo del día, valorándolo como un lujo a precio asequible. No puedo contar más experiencias que esas tres o cuatro ocasiones, pues no pocos fines de semana he llegado a su puerta y me han dado con ella en las narices porque el local estaba completo y yo no había reservado.
Y un día de depresión salí de casa con mi esposa sin ganas de nada y sin plan ni norte y acabamos en el Puerto Viejo, donde miramos el menú del Karola. A 17 más IVA me tentó, pero a La Txurri no le apeteció. Oh, esto me suena… Seguimos paseando por Algorta y miramos los menús del día ya conocidos y probados, de 10 a 14,50 euros (La Sidrería de Algorta, el Boga, el Ugartena…), y la mejor propuesta era la karolingia. Así que volvimos sobre nuestros pasos y subimos a su primer piso. Las maderas del suelo crujían con nuestras pisadas. Nos acomodaron en una mesa para dos y vi que había bastantes parejas ocupando otras. La Txurri notó que la música de ambiente sonaba a muy bajo volumen (a alto volumen ahuyenta a la clientela) y yo sentado me dejé invadir por la atmósfera de serenidad, cual burbujita aislada, del Karola Etxea con su techo de vigas, sus adornos marineros, sus paredes azuladas, sus cortinones…
Ese día, que era viernes, de primero tenían cuatro platos y descartamos el revuelto de boletus con ajetes y el crujiente de gambas y gulas, que seguro estaban estupendos. La Txurri escogió musaka, el plato griego, que le encantó, lo comparó con la lasaña italiana y lo calificó de alucinante. El relleno permanecía calentito y sápido y la cubierta de hojaldre al punto frágil. Yo, que estaba depre, ya lo he dicho, pedí ensalada de ventresca y boquerones, y al traerla me animé por el olor que despedía. Era un plato enorme y colmado, con pasas y nueces, con patata cocida y pequeños boquerones suculentos, pimiento rojo rico y correcta ventresca. Compartí mucha ensalada con Susana y remonté. Lo acompañé con vino blanco, el mismo blanco del menú degustacion actual del Zaldiarán de Vitoria, Nuviana 2012, un chardonnay del Valle del Cinca, untuoso y mucho mejor cuando se enfrió en la cubitera. El que prefiera tinto, en este menú del día del Karola suministran Loriñón, crianza de Rioja.
Contentos esperamos a los segundos. La Txurri, carnívora, despreció el entrecote y prefirió una brocheta de lomo, con salsa roquefort, patatas fritas, calabacín… «Buah, impresionante», juzgó, aunque le pareció poca cantidad. Como se había agotado del menú el sapito (rape), yo me pedí su sustituto, otro pescado de verdad, merluza a la ondarresa, una rodaja un poquito sosa quizá (todo lo sirven soso hoy día, por la salud) pero sí sabrosa, con sus ajitos, sus patatas panaderas y una ensaladita verde que cedí a mi esposa.
Nos pasaron el recogemigas antes del postre, que ofrecía muchas cosas: arroz con leche, helados, quizá tartas… Pedimos flan, que le gustó mucho a ella, y yo una genuina tostada de carnaval que entraba de cortar. Estaba cojonuda, con perdón; se deshacía en la boca y sabía mucho mejor que el adorno de nata y barquillo. Yo estoy dispuesto a volver a comer a la carta o a menú, porque me gusta mucho el Karola y siempre he salido satisfecho.
(PD: Miro en Internet sobre el color azul y copio: El azul es un color fresco, tranquilizante y se le asocia con la mente, a la parte más intelectual de la mente. El azul representa la noche. El azul marino nos hace sentir relajados y tranquilos, como el inmenso y oscuro mar durante la noche).
(Se le olvidó la depresión a Óscar Cubillo)
Calle Aretxondo nº22; 48990 Getxo (Bizkaia)
94 460 08 68
Otro más de los licenciados en Ciencias Económicas que pueblan la nómina colaboradora de esta web. Cuando le da por ser comunicativo, manifiesta que publicó el mejor fanzine de rockabilly de España (el Good Rockin’, allá por los 80) y la mejor revista de blues de la Europa Continental (llamada ‘ritmo y blues’, editada de 1995 al 2000). Actualmente junta letras por dinero en el periódico El Correo, por comida en El Diario Vasco, por ego en Lo Que Coma Don Manuel y por contumacia en su propio blog, bautizado ‘Bilbao en Vivo’ y tratante, sobre todo, de conciertos en el Gran Bilbao, ese núcleo poblacional del que espera emigrar cuanto antes. Nunca ha hablado mucho. Hoy día, ni escucha. Hace años que ni lee. Pero de siempre lo que más le ha gustado es comer. Comer más que beber. Y también le agrada ir al cine porque piensa que ahí no hace nada y se está fresquito.
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Nada, que me ha encantado tu post. ¡Y que tengo hambreeeee! 😀