Palacio de Canedo (Canedo). Parque temático de la gastronomía berciana
Érase una vez un chico de pueblo que, en los años sesenta, empezó a trabajar en la zapatería de su padre. Primero vendió zapatos, pero pronto asumió responsabilidad y convirtió su comercio en una especie de zoco. Dijo, voy a abrir una casa de comidas en Cacabelos, la llamaré La Moncloa; y, con el dinero que consiga, haré un logotipo con mi cara, crearé una franquicia llamada Prada A Tope y abriré tiendas y restaurantes en Madrid, Bilbao, León, Treceño, Valladolid, Pozuelo de Alarcón, Salamanca, Oviedo, Palencia, La Coruña, Santander… Y, con los beneficios, compraré una mansión construida tres siglos atrás, rodeada de 30 hectáreas de viñedos de agricultura ecológica, donde daré alojamiento y también de comer; experiencias de enoturismo, lo llamaré. Y, con lo que gane, crearé una fundación para contribuir a preservar el patrimonio natural y arquitectónico del medio rural del deterioro progresivo y cualquier tipo de amenaza… Bosque didáctico incluido.
Puff… Si el cántaro se hubiera roto, la historia de José Luis Prada Méndez parecería el cuento de la lechera (bueno, el del lechero), pero no es el caso. El emprendedor berciano, que también fue alcalde de Cacabelos, presidente del consejo regulador de la Denominación de Origen Bierzo y Leonés del Año (en 2009), es el protagonista de una historia de éxito empresarial, y defensa de la riqueza autóctona y rural, que empieza a consolidarse en 1972, cuando embotó los primeros 3.000 tarros de cerezas en aguardiente.
Por lo visto, él mismo asegura que no inventó nada, sino que puso en valor, y sacó pertinente provecho, a aquello que las mujeres de su comarca hacían y transformaban, muchas con la economía de subsistencia como motor: guindas y cerezas en aguardiente, pimientos asados, peras al vino, castañas y peras en almíbar, mermeladas, higos zoupeiros agridulces… Asimismo, se asegura que en 1761 el Señorío de Canedo ya contaba con viñedos propios y su bodega almacenaba unos 170 miedros (32.640 litros) de vino; no obstante, el empresario ha llevado a cabo una labor de recuperación de terrenos y laderas abandonadas para sacar nuevamente partido a las variedades autóctonas mencía y godello.
Un hombre hecho a sí mismo
Tirando de tópico, José Luis es el clásico hombre hecho a sí mismo, emprendedor, algo excéntrico, visionario. Por todo lo referido, teníamos muchas ganas de ir al Palacio de Canedo desde que el gran Andrés Araujo nos lo recomendó, siendo él viceconsejero de Economía, Presupuestos y Control Económico del Gobierno Vasco. Gran tipo, Andrés. El caso es que acudimos con buenas referencias a ese complejo compuesto por hostal con encanto y 14 habitaciones, restaurante, tienda, sala de catas, viñedos, oficinas, almacén, bodega, taller de elaboración de conservas… El propio Prada se preocupa de pasear entre las mesas y preguntar a los comensales si se encuentran a gusto, estrechando su mano al grito de «¡a tope!». ¿Dónde estoy?, pensé en varias ocasiones. ¿En un delirio fruto de la megalomanía de ese hombre?
El complejo es una especie de parque temático de la gastronomía berciana planificado para que al visitante no le falten ocasiones de sacarse fotos y rascarse el bolsillo. Como en Disneylandia, oiga. Y parece que el negocio funciona pues, a nuestro paso, encontramos todos los comedores abarrotados. Preguntamos a un par de camareras y a una encargada, y finalmente logramos que nos acomodaran en la galería exterior, en una balconada con vistas al Prao Redondo, donde se cultivan cepas de godello y chardonnay destinadas a elaborar Xamprada, espumoso de la casa. Radiadores se distribuían encima de cada mesa y calentaban a aquellos clientes que lo solicitaban. La carta de vinos era corta y se centraba en caldos de la zona, con animo de que consumas sus botellas. Así hicimos. Escogimos vino Valentín (mencía, cosecha 2009, de uvas de agricultura ecológica cuyo zumo ha reposado durante diez meses en barricas de roble), porque se ofrecían botellas pequeñas (7 euros, IVA incluido) pero antes de catarlo aplacamos la sed con una copa de limonada y un sabroso pincho de cecina con foie y membrillo, ambos cortesía de la casa. Buen detalle. Especialmente bienvenido fue el rulo de cecina, pues la combinación resultó inesperadamente acertada.
El vino se dejaba beber y la comida nos satisfizo. Comenzamos con empanada de batallón «de mi madre Adela» (7 euros la ración), especialidad local entre cuyos ingredientes destaca la patata. A los niños de la mesa les encantó. Estaba buena. Y a continuación compartimos una ensalada de ventresca de bonito y pimientos del Bierzo, sobre cama de cebolla (16 euros). Estaba bien, sin más; particularmente, en contra de convencionalismos, hubiera agradecido que los pimientos se sirvieran templados, no fríos, para saborearlos en mayor medida.
Buenísima estaba la morcilla de León (11 euros), con su pimentón, desparramada y acompañada de cachelos que me dejaron indiferente. Gocé durante la ingesta, por su suavidad y su sapidez, pero he de decir que en las horas posteriores me dio algo de guerrita…
Llegó la hora del plato principal, solicitamos entrecot de buey con patatas al vapor y pimientos confitados (17 euros), y tacos de carne roja con higos zoupeiros agridulces (12 euros), y demostraron que controlan la carne. Entre los postres de la carta, opté por crujiente de leche frita con miel y helado de vainilla (4,50 euros), bien regado de canela. Sin tacha. El café solo (1,80 euros), de puchero y acompañado de un cuenco con seis bravas cerezas en aguardiente (otro convite de la casa). Sustitutivo perfecto del chupito en días como el que nos ocupaba, que había que conducir. Quedaban más de 450 kilómetros de ruta y en ningún momento nos arrepentimos de desviarnos de la misma para comer en el palacio de José Luis Prada. Ese señor al que muchos aluden recurriendo a una frase de Octavio Paz: «se puede ser profundamente provinciano viviendo en Manhattan y totalmente cosmopolita viviendo en una aldea». No le faltaba razón al poeta mexicano.
PD: comimos dos adultos y dos niños por 105,40 euros, a la carta. Sumen a lo ya citado una ración de bacalao «estilo Palacio» (16 euros), tres bolas de helado (4,50 euros), servicio de pan (6 euros; un atraco, sí) y un litro de agua (2,60 euros), y les saldrá la cuenta.
(tenía ganas de conocer Cacabelos, Igor Cubillo)
Calle La Iglesia, s/n; 24546 Canedo (León)
987 56 33 66
Periodista y gastrósofo. Heliogábalo. Economista. Equilibrista (aunque siempre quiso ser domador). Tras firmar durante 15 años en el diario El País, entre 1997 y el ERE de 2012, Igor Cubillo ha logrado reinventarse y en la actualidad dirige la web Lo que Coma Don Manuel y escribe de comida y más cuestiones en las publicaciones Guía Repsol, GastroActitud, Cocineros MX, 7 Caníbales, Gastronosfera y Kmon. Asimismo, vuelve a firmar en El País y es responsable de Comunicación de Ja! Bilbao, Festival Internacional de Literatura y Arte con Humor. También ha dirigido todas las ediciones del foro BBVA Bilbao Food Capital y fue responsable de la programación gastronómica de Bay of Biscay Festival.
Vagabundo con cartel, se dobla pero no se rompe, hace las cosas innecesariamente bien y ya han transcurrido más de 30 años desde que empezó a teclear, en una Olivetti Studio 54 azul, artículos para Ruta 66, Efe Eme, Ritmo & Blues, Harlem R&R ‘Zine, Bilbao Eskultural, Getxo A Mano (GEYC), DSS2016, Den Dena Magazine, euskadinet, ApuestasFree, eldiario.es, BI-FM y alguna otra trinchera. Además, durante dos años colaboró con un programa de Radio Euskadi.
Como los Gallo Corneja, Igor es de una familia con fundamento que no perdonaría la cena aunque sonaran las trompetas del juicio final, si es que no han sonado ya. Sostiene que la gastronomía es el nuevo rock and roll y, si depende de él, seguiréis teniendo noticias de este hombre al que le gusta ver llover, vestirse con traje oscuro y contar historias de comida, amor y muerte que nadie puede entender. Eso sí, dadle un coche mirando al sol, una guitarra y una canción, una cerveza y rock and roll, y no le veréis el pelo más por aquí.
Tiene perfil en Facebook, en LikedIn, en Twitter (@igorcubillo) y en Instagram (igor_cubillo), pero no hace #FollowBack ni #FF.
El palacio de Canedo es un mosaico lleno de miles de objetos totalmente dispares, una especie de arca de noe. Buenos productos de una tierra con gran tradición en embotar. Jose Luis A TOPE! Menudo personaje! ameno, simpático y sobre todo negociante! Lo mejor el Renault 8 y su foto de joven con sus inconfundibles bigotes
http://porelpiano.blogspot.com.es/2012/12/renault-8-prada-tope-jose-luis-prada.html