Bienvenidos a El Ruedo (Benavente)
Los expertos en la materia, los muy expertos, podrán opinar hasta incluso concluir, que este bienvenidos ni tiene gracia ni es original. Siga intentándolo (señorita), como en las tapas de los yogures. Sniff.
Superado el momento frustración, me refugio en el ambiente taurino que envuelve al Bar El Ruedo, que tiene su aquel. Porque aunque no domino el arte del toreo, reconozco en él un mundo diferente, un sinfín de palabras bellas, de artes y suertes, de lances, de pasión y superstición. Despierta mi curiosidad desde el nombre del toro, al pase afarolado, la verónica o un recibimiento “a puerta gayola”.
Y ya que esto va de toros, primer aviso: no seré yo la que presuma de lo que no puede presumir. Es como decir que una entiende de música y no sabe lo que es un punk rocker. Los toros no son lo mío, qué va; son lo de ese hombre menudo y de pelo cano, aspecto serio (y trato excesivamente tosco a mi parecer), amo y señor de la taberna, quien nos descubre en su negocio a sus dos grandes amores, los toros y el vino. ¿Alguien dijo complicado?
Dejando atrás el Castillo de la Mota, uno de tantos “castillos de la mota” que adornan nuestra geografía, pregunten a un lugareño de bien, de fiar casi siempre, dónde degustar un buen caldo, con conocimiento, servido en copa grande, de boca estrecha y a su justa temperatura. Apostaría mi colgante favorito a que les remite sin pestañear a El Ruedo, que para algo se ha ganado la fama de servir los mejores morapios de Benavente.
Segundo aviso: no nos confundamos, precios cuasidonostiarras. Saciar su sed a base de cortos de cerveza o “vinos” en la villa zamorana es más que asequible. Tomar un buen vino, se paga. Como el recomendado del día, “hoy Liberalia, Toro, 2,20 €”. Rico, sí. A dos veinte, también. Se acompaña de tapa, faltaría más, esto es Castilla: morros, sesos, cecina, chorizo al vino, panceta o sardina en tempura. Por nombrar unos cuantos.
Y como no se me antoja un tercer aviso, voy y cambio de tercio, y me fijo en la figura de un Manolete de ojos tristes que nos vigila tras la barra. Y en un par de cabezas de astado, ¡cómo iban a faltar!, que lucen bien chulas en sendas paredes, cual torito enamorado de la luna, que además de bravura tiene pinta de donjuán.
Y no, no soy fan del Fary. Olé.
(no canta ay, torito guapo, tiene botines y no va descalzo, Uve)
Sancti Spiritus, 1; 49600 Benavente (Zamora)
980 630 039
Es de números y tiene un secreto para conservar su línea. Sus amigos se preguntan por la clase de alimento, Uve sonríe coqueta y se guarda su secreto. Aporta el #mistery a Lo Que Coma Don Manuel. Amiga del anonimato, viste de negro, escucha a Roy Orbison para alegrarse, le parece que Iván Ferreiro grita, estudió en colegio de monjas, le chiflan las ostras, ofrece cerveza a los gremios y trajo el TeleMadre a Euskadi. Siempre de aquí para allá, pasa la noche mirando la Luna, esperando que pase un cometa o baje un platillo volante. Lo normal, al conocerle, es preguntarle: “de qué planeta viniste?”.
Comenta, que algo queda