Casa Vasca (Bilbao). Menú del día casi perfecto
Varias veces he comido en el Casa Vasca, restaurante inaugurado en 1970, enclavado en el barrio bilbaíno de Deusto y de fama ganada antaño y cierto prestigio aún remanente. He ido con amigos o con Susana, siempre en fin de semana a comer el menú especial, que ahora está a 25 euros más IVA. Veo ahora en su página web que en sus numerosos comedores y reservados han estado celebridades como Aznar, Zapatero, Carrillo, Armani, Julio Iglesias, Tom Jones, Rocío Jurado, Ricky Martin… Antes tenía discoteca, el Garden, reconvertida hoy en supermercado en estos momentos en obras. El caso es que siempre he salido contento de su comedor Berriz, arrobado por el amplio y lujoso espacio de retoques marineros, satisfecho por la comida y pensando que el vino podría adaptarse más al gusto regional (recuerdo que servían caldo catalán en los menús especiales).
Volví al Casa Vasca con un cupón de descuento de Oferplan que aseguraba que bajaba el precio de 60 a 32 lereles. Como me compensaba respecto al menú especial habitual (tres platos y bodega por unos 25 aurelios), expectante lo compré. Lo consumí con mi amiga Amaia, La Reina de La Movida, que llegó de morros pero se le despejaron los nubarrones según almorzábamos. Lo malo es que según ella se animaba y se reía la comida decrecía. El caso es que llegamos y el maître y el encargado, elegantemente vestidos, clavaron su mirada en mi acompañante, y nos sentaron cerca de la entrada para poder avistarla constantemente, supongo. Nos trataron con demasiada deferencia al parecer de La Reina y con cierta confianza para mí (nos hablaban de tú). Nos advirtió el camarero que sólo teníamos un par de copas de vino (creo recordar que era un caldo riojano de año competente, y además teníamos agua), pero que no nos preocupáramos (no lo hicimos, aunque, uh, ahora veo en el mail original del cupón que nos correspondía una botella de vino).
Comimos con interés menguante y hartazgo estomacal lo que sigue: terrina de foie-gras hecho en casa con mermeladas variadas y pan de pasas (rico, no suele fallar, lo disfrutamos y La Reina se fue aplacando), espárragos de Navarra calientes sobre crema de espinacas y mouselina gratinada (aparentes espárragos sobre una salsa vistosa y con un pase), láminas de lomos de bacalao sobre salsa vizcaína con pil-pil (hum… una mezcla vizcaína y pil-pil poco ortodoxa, un pescado un tanto insípido, y la sospecha de La Reina de que la salsa vizcaína llevaba más tomate de bote que pimiento choricero), timbal de rabo desmigado sobre patata panadera y crujiente de puerros (de presentación preciosa y lujosa, tipo al superior Restaurante Jolastoki, pero muy flojo, muy graso y poco sápido, me duele contarlo; ahí yo ya estaba decepcionado con el papeo), y de postre cremoso arroz con leche casero a la canela con helado de leche merengada (mucha cantidad que no acabamos, por estar el arroz pasado y blandísimo y sin sabor, por ejemplo).
No dejamos propina (la comida flojita, el servicio bueno empero el error del vino del maître y el tuteo) y al salir vi que había clientes en los salones privados. Cuando pasamos junto al ropero le conté a Amaia cuando fui al Casa Vasca con los amigos y El Topo dejó un anorak en el guardarropa dejando ver que por debajo llevaba chándal. Insatisfecho con esta comida, recordando los menús especiales que había ahí degustado en ambiente agradable y precio asumible, deseé volver con quien fuera a probar su menú del día.
Y es que a menudo entro en la web del Casa Vasca desde mi casa y me entra el hambre. Entre su menú diario, con muchos primeros y segundos y postres, de primero ponen sopa de pescado con frutos del mar (muy a menudo), marmitako del Cantábrico con bonito de Bermeo, paella valenciana con sus briznas de azafrán (casi siempre), guisantes estofados a la francesa (oh, qué chic), menestra de verduras de temporada con sus rebozados, pencas rellenas con bechamel, vainas estofadas con patatas y refrito de jamón (todo muy sano), spaguetti con setas a la crema, cocido de alubias rojas con sus sacramentos, ensalada de tomate con bonito y antxoas… De segundo, conejo asado al vino blanco con alli oli o conejo estofado a la cazadora (reprimo las lágrimas), pechuga cordon bleu con salsa de boletus edulis (para La Txurri y que me ceda una porción), lengua de ternera estofada a la jardinera (con mi lengua me relamo de emoción), manitas de cerdo a la vizcaína (uy, por favor, que no soy de piedra…), merluza rellena con salsa de cigalitas y en otras ocasiones con salsa de hongos, medio pollo asado al vino blanco con ensalada del tiempo (qué veraniego), callos y morros a la vizcaína… Grrr… Nam ñam!!! Solo vale 11 euros entresemana, IVA incluido, y el fin de semana lo suben a 13,90 + IVA.
Tenía ganas de ir y una día me invitó mi esposa entre semana y salí con ganas de repetir, pero cambiando el vino servido: el Cerro de la Cruz, el mismo de La Venta de Castañeda, marca de Makro, por un criancita o algo más potable. La comida estaba tan rica que ese vino la rebajó. Por eso titulo que el menú diario del Casa Vasca es casi perfecto: comida de nivel, servicio de primera, local alucinante, pero vino plof. Fuimos un martes de verano y de primero había paella valenciana con sus briznas de azafrán, ensalada tropical, spaguetti a la carbonara, cocido de lentejas estofadas (se les acabó y lo cambiaron por alubias), patatas a la riojana, gazpacho andaluz al estilo del Chef y, fuera de carta, sopa de pescado y de cocido. Yo pedí sopa de pescado, sabrosa y espesa, contundente y caliente, rojita, sápida y genuina, con un final en boca algo terroso. La gocé y Susana la calificó de exquisita. Su paella, que me cedió la mitad, estaba muy buena: ración generosa, arroz al punto, pollito rico, mucho pimiento y carnes como chorizo potente y lomo de verdad. La gocé y el vino se dejaba beber con estos platos.
Mientras mirábamos pasar a los camareros, que nos trataron de usted, como debe ser, trayendo en bandejas los platos desde las profundidades del amplísimo local, llegaron nuestros segundos, que elegimos entre todo esto: mero asado con refrito de piparras, pescado del día (que era dorada), bacalao en salsa verde, huevos fritos con jamón y patatas fritas, pernil estofado a la jardinera, costilla asada a las finas hierbas con ensalada, conejo guisado a la cazadora. La Txurri ecogió dorada, jugosa y bien hecha, con el acompañamiento de guindillas y una especie de salsa verde, más una ensaladita floja. La comió y no estaba mal, pero no le convenció. Le dije que debía haber elegido mero en vez de una pieza de piscifactoría. Yo pedí conejo a la cazadora. Estaba acojonante, para qué andarnos con rodeos. Casi al nivel de la liebre de caza que sirven en el Jolastoki. Sólo que más tierno el conejo, y con una salsa que realzaba la nobleza de su sapidez. De nivelón, oigan. Una ración generosa con un cuenquito de natoso puré de patata que le gustó a mi esposa pero a mí no me aportó nada. El vino, con un conejo tan estupendo, se quedaba en nada, en aguachirle.
Antes de los postres disfruté mirando el amplio comedor Berriz. Es como la bodega de un gran barco de guerra antiguo, con sus vigas en el techo. Hay alacenas, lámparas, un piano, cuadros y suelo con moqueta, madera y piedra. Las mesas son muy cómodas, con sillas de brazos. Y de postre había ese martes fruta del tiempo, cuajada, yogur, helado, arroz con leche, tarta de la casa y queso fresco Berta con membrillo. La Txurri tomó la tarta, de chocolate con nata, tan rica a pesar de su pinta que no me dejó probarla pues la devoró en un chas. Y yo un queso fresco correcto con dulce de membrillo. Por todo esto, más un café con leche bueno, pagó ella 23,65. Ella bebió agua, presentada en jarras. Yo me pregunto por qué no voy con más frecuencia al Casa Vasca. El menú con un amigo y una botella de crianza de Rioja seguro que es un lujo cotidiano. Y en alguna ocasión especial, si voy a la carta, pediré rodaballo salvaje por 20 euros.
(desearía ir al Casa Vasca más a menudo, Óscar Cubillo)
web de Casa Vasca
Lehendakari Agirre, 13-15; 48014 Bilbao (Bizkaia)
94 448 39 80
Otro más de los licenciados en Ciencias Económicas que pueblan la nómina colaboradora de esta web. Cuando le da por ser comunicativo, manifiesta que publicó el mejor fanzine de rockabilly de España (el Good Rockin’, allá por los 80) y la mejor revista de blues de la Europa Continental (llamada ‘ritmo y blues’, editada de 1995 al 2000). Actualmente junta letras por dinero en el periódico El Correo, por comida en El Diario Vasco, por ego en Lo Que Coma Don Manuel y por contumacia en su propio blog, bautizado ‘Bilbao en Vivo’ y tratante, sobre todo, de conciertos en el Gran Bilbao, ese núcleo poblacional del que espera emigrar cuanto antes. Nunca ha hablado mucho. Hoy día, ni escucha. Hace años que ni lee. Pero de siempre lo que más le ha gustado es comer. Comer más que beber. Y también le agrada ir al cine porque piensa que ahí no hace nada y se está fresquito.
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