Baluarte (Soria). Tradición actualizada
Uno es muy impetuoso, se deja llevar por los (altos) instintos y es capaz de recorrer decenas y cientos de kilómetros para compartir mesa y mantel donde sea, si la causa merece la pena. Disfruta mucho en una mesa. No obstante, no siempre dispone de todo el tiempo que desearía y hay ocasiones en las que agradece que sean otros quienes se desplacen. Es lo que ocurrió la pasada semana, cuando el Patronato de Turismo de Soria embarcó a Oscar García para que preparara en las cocinas del Ni Neu donostiarra los platos de su restaurante, el Baluarte (Soria), como exponente del atractivo turístico de la provincia castellano leonesa. Por una vez, fue la montaña la que vino a Mahoma.
El reto no era sencillo pues, recurriendo al símil deportivo, no es lo mismo jugar fuera que hacerlo en tu casa. Aunque el público sea respetuoso. Hay que manejar otra cocina, otros pucheros, adaptar las presentaciones a la nueva vajilla… García, curtido durante 11 años en el restaurante Alvargonzález (Vinuesa), y al frente de Baluarte desde 2008, superó el reto con nota.
El chef, de 39 años, se mostró como un cocinero fino, sutil, que ha sido capaz de empaparse de la tradición culinaria soriana para reinventarla, para actualizarla. Respeta el sabor, pues el gusto manda en su obra, y aligera un repertorio gastronómico con hondas raíces e imagen contemporánea. La mayoría de sus platos son armoniosos, sin estridencias, y su menú degustación (39 euros; nueve platos) se adapta a la temporada y hace hincapié en el producto local. Como corresponde a un profesional que dice compartir la filosofía de la cocina de Pepe Rodríguez, el mediático patrón de El Bohío: utilizar productos de calidad, no olvidar las raíces culinarias y elaborar platos entendibles.
En esta ocasión, la comida comenzó con turrón de foie con mermelada de higos, una pequeña entrada, a modo de biscuit, plena de sabor, cuya costra se había elaborado con pistacho, almendra, avellana, azúcar caramelizado y mantequilla. Quedó en muy buen lugar el hígado de esos patos de Malvasía cebados con maíz en los Pinares de Urbión.
La tradición micológica de Soria
La consabida tradición micológica de la región encontró un primer acomodo en el consomé de temporada con bombón de calabacín relleno de gambas, boletus y tuber uncinatum, la conocida como trufa de Borgoña, alternativa utilizada en la casa mientras llega la deseada melanosporum. El gusto a avellana de esa criadilla de tierra, propia de otoño, enriqueció una acertada combinación presentada en dos tiempos, con el servicio regando ya en la mesa, con el sápido y potente caldo, los sacos emplatados en cocina. .
Titulares tan pomposos como «Tradición actualizada» encuentran justificación y sentido en creaciones como la panceta a baja temperatura con su crujiente y cebolla con sabor a naranja, un plato gustoso que viene a ser una reinvención del torrezno, cocido aquí muuuuy despacio, potenciando terneza y sabor. El crujiente no era otra cosa que su piel, a modo de corteza, y el conjunto fue agradable, pero, aun reconociendo sus bondades, si nos dan a elegir, no lo cambiamos por la textura y la explosión de sabor de la panceta frita, a la manera tradicional. Y acompañada por un buen vino.
La micología irrumpió nuevamente en un revuelto de setas de temporada con hojas de otoño. Buena presentación, una invitación a romper el huevo y mezclar todos los sabores.
La distancia al mar no impide que el cocinero juegue con la idea de escuchar el fragor portuario en la misma entrada de su restaurante y, mientras investiga cómo incorporar la trucha a su recetario, juega con trampantojos e ideas como el tartar de bonito con salsa miso.
Era bonito y, además, estaba rico el canelón de rabo de toro con crema de garbanzos de la Vega de Ucero y espuma de patata añavieja. Dos complementos de aupa (pequeña y tierna la legumbre; cultivado a más de 1.000 metros de altura él tubérculo), otra acertada zambullida en la producción local, de proximidad. Y el fin de fiesta llegó con bizcocho ruso con mantequilla de Soria y helado de miel y romero. Un helado de mucho carácter, brutal, como contrapunto a la exquisita mantequilla soriana, en la muy solicitada versión dulce que arrasa en locales como Mantequerías York.
Al final la sensación fue de satisfacción y hubo avezados críticos gastronómicos, como Mikel Corcuera, que no dudaron en aludir al maestro Hilario Arbelaitz (Zuberoa) a la hora de señalar la sutilidad y la elegancia mostradas por Óscar García, sin perder de vista sus raíces. Ya tenemos ganas de pisar el comedor de Soria. Rmrls, hazme un hueco, hombre…
Calle de los Caballeros, 14; 42002 Soria
La gastronomía, con exponentes como el torrezno, el cordero ojalado, la mantequilla y la micología, es sólo uno de los cuatro pilares sobre los cuales se apoya el Patronato de Turismo de Soria para señalar los principales atractivos de la región. Los otros tres son naturaleza, deporte y patrimonio. Con ellos, pretende atraer visitas a una provincia cuyos 10.306 metros cuadrados cobijan reclamos como bosques, valles, reservas naturales, castillos, el cañón del Río Lobos, la Laguna Negra, el embalse de la Cuerda del Pozo, el acebal más grande de Europa, vinos adscritos a la D.O. Ribera del Duero, pequeños pueblos, 800 kilómetros de rutas de senderismo y cicloturismo, y más de 300 manifestaciones del Románico. «Abierto todo el año» es el lema escogido para que sus 94.000 habitantes no sean los únicos que disfruten la paz, la tranquilidad, el sosiego que preside su escaparate.
Periodista y gastrósofo. Heliogábalo. Economista. Equilibrista (aunque siempre quiso ser domador). Tras firmar durante 15 años en el diario El País, entre 1997 y el ERE de 2012, Igor Cubillo ha logrado reinventarse y en la actualidad dirige la web Lo que Coma Don Manuel y escribe de comida y más cuestiones en las publicaciones Guía Repsol, GastroActitud, Cocineros MX, 7 Caníbales, Gastronosfera y Kmon. Asimismo, vuelve a firmar en El País y es responsable de Comunicación de Ja! Bilbao, Festival Internacional de Literatura y Arte con Humor. También ha dirigido todas las ediciones del foro BBVA Bilbao Food Capital y fue responsable de la programación gastronómica de Bay of Biscay Festival.
Vagabundo con cartel, se dobla pero no se rompe, hace las cosas innecesariamente bien y ya han transcurrido más de 30 años desde que empezó a teclear, en una Olivetti Studio 54 azul, artículos para Ruta 66, Efe Eme, Ritmo & Blues, Harlem R&R ‘Zine, Bilbao Eskultural, Getxo A Mano (GEYC), DSS2016, Den Dena Magazine, euskadinet, ApuestasFree, eldiario.es, BI-FM y alguna otra trinchera. Además, durante dos años colaboró con un programa de Radio Euskadi.
Como los Gallo Corneja, Igor es de una familia con fundamento que no perdonaría la cena aunque sonaran las trompetas del juicio final, si es que no han sonado ya. Sostiene que la gastronomía es el nuevo rock and roll y, si depende de él, seguiréis teniendo noticias de este hombre al que le gusta ver llover, vestirse con traje oscuro y contar historias de comida, amor y muerte que nadie puede entender. Eso sí, dadle un coche mirando al sol, una guitarra y una canción, una cerveza y rock and roll, y no le veréis el pelo más por aquí.
Tiene perfil en Facebook, en LikedIn, en Twitter (@igorcubillo) y en Instagram (igor_cubillo), pero no hace #FollowBack ni #FF.
ya miro a ver la agenda, no preocuparse, que yo lo tengo también en la lista de tareas pendientes 🙂
Ahí sigue, en Pendientes…