Pista: pastel vasco de Hawaii
Es curiosa la impresión que se puede extraer tras prestar un poco de atención al paso por Iparralde. Resulta que los vascos del norte parecen vivir con varios lustros de retraso respecto a sus vecinos del sur, inmersos en una constante exaltación de lo eskaldún, de sus símbolos y sus tradiciones. Quieren ser los más vascos del mundo mundial y, para demostrarlo, llenan sus fachadas de lauburus, cuentan con frontones como reclamos turísticos, programan exhibiciones de deporte rural y hacen suyo el llamado pastel vasco. Lo hacen suyo, sí, pues no en vano el origen de esa suerte de bizcocho relleno se ubica en la región de Lapurdi, pero curiosamente lo hacen, por norma general, mal. O peor que en Euskadi sur.
La mayoría se rellena con confitura de cereza, tiene un gusto a jarabe que homogeniza a todos, les deja desprovistos de singularidad, y cuenta con una masa tirando a mazacote, que podía ser de elaboración industrial. No obstante, basta pasar la frontera y arribar a Hondarribia para dar con todo lo contrario, con un pastel bien rico, en la pastelería Hawaii. Es consistente, pero no atiborra, está relleno de rica crema pastelera y la masa cuenta con un agradable punto terroso. Un pastel de grato aroma, textura atractiva y con sabores bien armonizados, con ninguno asaltando el paladar de modo desaforado.
Si tienen amigos presumidos al otro lado de la muga, en el País Vasco francés, compren algún gâteau basque en Hawaii y dejen a esos fanfarrones con tres palmos de narices. No podremos competir con sus croissants, no, pero este pastel vasco es caballo ganador, oigan.
(esto no es Hawai, que guai, canta Cuchillo)
San Pedro, 62; 20280 Hondarribia (Gipuzkoa)
943 640 768
Es el pequeño de los Cubillo Brothers. Nació en 1991, en el mismo Bilbao, es más de salado que de dulce y acostumbra a disociar, con lo cual cambia de apariencia física con frecuencia. Como Robert de Niro antes de rodar Toro Salvaje, pero a lo tonto, por la cara. Él es más de toro tataki. Aprendió pronto que Dow Jones no es un cantante, le incomoda la fama de criticón, pues siempre ha sentido simpatía por el débil, y una máxima guía su proceder: «más vale que zozobre, que no que zofarte…». Católico practicante, que no celebrante, en su bautizo el párroco ofició vestido de Elvis, cantó himnos y salmos, y entonó el ‘Burning Love’. Vio la luz el día que se fotografió con Ferran Adrià y el de L’Hospitalet de Llobregat le puso una mano sobre el hombro al tiempo que decía: «Cuchillo, la gastronomía es el nuevo rock and roll». Amén.
Gracias por el comentario. Anotad el nombre, sí. Buena opción para el pastel vasco. Y me alegra que coincidas en la visión de la exaltación.
Au revoir!
Sr Cuchillo,
parece que nos pisamos los talones. Qué bien nos hubiese venido el consejo gastronómico este pasado puente, con lo perdidos que andábamos por Hondarribia. Nos lo guardamos para la próxima.
Corroboramos todo lo comentado sobre la exaltación de vasquitud de los franceses y su afán por combinar la confitura de cerezas con todo lo que se ponga por delante. En nuestro caso con un ‘fromage de brebis’ en una terraza de Ainhoa divisando esos frontones, lauburus y pimientos de Espelette. Con un pizca era suficiente para darle un toque.
Au revoir!