Cerveza Olañeta. Bien buenas la rubia y la morena
Se canta que Euskadi es tan pequeño que no cabe en el mapa, pero bebiendo vino le conoce hasta el Papa. Y es bien cierto. El pueblo vasco tiene merecida la fama de buen bebedor y no faltan bebidas con las que se le relaciona, desde tiempo inmemorial; líquidos pegados a la tierra, elaborados en un primer momento para consumo doméstico, en casas, caseríos y sótanos; fermentaciones y maceraciones que han permitido disfrutar en vaso de las propiedades organolépticas de frutos como la manzana, la uva y la endrina. Así, sólo en caso de hecatombe, accidente nuclear, tsunami provocado por un mal redireccionamiento de la célebre ola izquierda de Mundaka o apocalipsis zombie, cabe imaginar un bar donde no se sirva una sidra, un txakoli, un patxaran o mismamente un tinto de Rioja alavesa. ¿He oído otra ronda…?
Y, claro, el País Vasco, en cuyas barras tantos zuritos, cañas, pintas y katxis se han trasegado, tampoco es ajeno al actual auge de la cultura cervecera. El homebrewing ha ganado adeptos, proliferan las tiendas especializadas, quedar para participar en una cata se ha convertido en un plan recurrente, y son varias las marcas de birra autóctona que se pueden adquirir en establecimientos de toda condición. Unas son caprichos de productores minúsculos, simples aficionados y emprendedores recién llegados, animados por el nicho de negocio señalado en distintos medios de comunicación, pero también existe la opción de Olañeta, que cuenta como aval con la seriedad demostrada durante décadas por Licorera Vasca Olañeta.
Olañeta, cerveceros desde 2013
Su cerveza se comercializa desde 2013, una vez que sus actuales rectores (José Luis, Iñigo y Pablo Olañeta Almandoz; tercera generación de la familia) dieron con la receta deseada, tras dos años de pruebas y consultas a amigos y familiares. De momento, elaboran dos variedades artesanas, rubia y tostada, ambas de fermentación alta, sin filtrar ni pasteurizar, y con agua del Añarbe, el embalse que abastece a Donostia-San Sebastián, Errenteria, Hernani, Lasarte Oria, Pasaia, Oiartzun, Lezo, Urnieta, Usurbil y Astigarraga. Un rasgo de proximidad que permite enarbolar el lema «100% hecha en Gipuzkoa».
No se fíe de una rubia, no le dé nunca la espalda, que a la mínima le clava una estaca así de larga y le traspasa el corazón. Esto canta Bunbury pero, claro, cuando escribió ese tema, incluido en ‘Flamingos’, su álbum de 2002, aún no existía la «Rubia» de Oñaleta, una ale, con 5,5% vol., que al agua guipuzcoana le suma maltas pilsen y pale, y lúpulos challenger y saaz. Una cerveza dorada, translúcida y brillante, pese a la turbiedad que aporta la abundante levadura. De espuma blanca y aroma de intensidad normal a malta, aunque los más finos encontrarán toques afrutados y especiados. Es redonda, con gusto a esa malta y un agradable amargor poco perceptible, por lo que resulta sabrosa y fácil de beber. Una gozada.
La tostada, por su parte, tiene idéntico volumen de alcohol (5,5%), pero adquiere su tonalidad tras hervir maltas pale, munich y caramelo, y gana complejidad con lúpulos challenger y fuggles. Su color es castaño, brillante y translúcido, puede presumir de vivacidad y su espuma es levemente morena. El aroma, de intensidad alta, a cereal malteado, con algún deje de caramelo e incluso floral; muy agradable. Otro punto fuerte de una cerveza estructurada, de suave amargor, gusto a malta, fondo de lúpulo y final corto y suave. Más compleja que la rubia, ya se ha dicho, pero también se presta al disfrute de prácticamente todo tipo de paladar.
La nave de Olañeta
Los depósitos de fermentación de cerveza ocupan un reducido espacio en la enorme nave (2.000 m2) destinada a producción y almacenaje por la licorera, una empresa especializada desde 1936 en elaboración de patxaran. El licor lo comercializa hoy en una coqueta botella con asa y endrinas en su interior. Se trata de un pacharán relativamente suave y algo pálido, aquí no hay colorantes que valgan, pero dotado de muy buen gusto.
La etiqueta Olañeta también engalana botellas de limoncello y licor de café. Otras bebidas las importan y las identifican con distintas marcas comerciales: así, la de su aguardiente de orujo y su muy golosa crema de orujo es Maruxa; la de su ron, Juanita; la de su whisky, The Great John… Ah, y su brandy solera se llama Ochenta y Uno, como su anisado para patxaran y su Pastís de Marseille (81), pero no se limitan a etiquetarlo, pues en sus instalaciones de Errenteria existen barricas de Magreñan destinadas a su envejecimiento.
No me lo han contado, ni lo he leído, lo comprobé yo mismo durante una visita en la que Pablo ejerció de perfecto anfitrión y me brindó un trato exquisito, por afable y desprendido. Poco más se puede pedir. Que dure. Y que me guarden muchos iturris, claro. Cheers!
(nunca come entre bebidas, Igor Cubillo)
Paseo de Egiburuberri, 19; 20100 Errenteria (Gipuzkoa)
Licorera Vasca Olañeta surgió en 1936, tras la separación de la sociedad donostiarra Vinos Badiola & Olañeta, fundada 26 años antes por José Luis Olañeta Múgica y su cuñado Ramón Badiola Zufiarre. La empresa contrató en 1921 los servicios de un licorista de Burdeos para adquirir los conocimientos necesarios para elaborar licores finos. Ahí empezó todo.
Periodista y gastrósofo. Heliogábalo. Economista. Equilibrista (aunque siempre quiso ser domador). Tras firmar durante 15 años en el diario El País, entre 1997 y el ERE de 2012, Igor Cubillo ha logrado reinventarse y en la actualidad dirige la web Lo que Coma Don Manuel y escribe de comida y más cuestiones en las publicaciones Guía Repsol, GastroActitud, Cocineros MX, 7 Caníbales, Gastronosfera y Kmon. Asimismo, vuelve a firmar en El País y es responsable de Comunicación de Ja! Bilbao, Festival Internacional de Literatura y Arte con Humor. También ha dirigido todas las ediciones del foro BBVA Bilbao Food Capital y fue responsable de la programación gastronómica de Bay of Biscay Festival.
Vagabundo con cartel, se dobla pero no se rompe, hace las cosas innecesariamente bien y ya han transcurrido más de 30 años desde que empezó a teclear, en una Olivetti Studio 54 azul, artículos para Ruta 66, Efe Eme, Ritmo & Blues, Harlem R&R ‘Zine, Bilbao Eskultural, Getxo A Mano (GEYC), DSS2016, Den Dena Magazine, euskadinet, ApuestasFree, eldiario.es, BI-FM y alguna otra trinchera. Además, durante dos años colaboró con un programa de Radio Euskadi.
Como los Gallo Corneja, Igor es de una familia con fundamento que no perdonaría la cena aunque sonaran las trompetas del juicio final, si es que no han sonado ya. Sostiene que la gastronomía es el nuevo rock and roll y, si depende de él, seguiréis teniendo noticias de este hombre al que le gusta ver llover, vestirse con traje oscuro y contar historias de comida, amor y muerte que nadie puede entender. Eso sí, dadle un coche mirando al sol, una guitarra y una canción, una cerveza y rock and roll, y no le veréis el pelo más por aquí.
Tiene perfil en Facebook, en LikedIn, en Twitter (@igorcubillo) y en Instagram (igor_cubillo), pero no hace #FollowBack ni #FF.
Esto hay que probarlo!!
Alguien que entiende que nos gusta tomarnos de vez en cuando un buen barril de rubia sin prisas.
La próxima será de Olaneta!