El Clarete (Vitoria). Cuéntamelo todo, o el noventa y nueve por ciento
Con la presente, son ya cinco las ocasiones en las que se reseña El Clarete en esta weg. Esto podría hacer pensar al lector que, llegado el verano, hacemos como en la tele: reposiciones, producciones de serie B y otro tipo de refritos (qué bien traído). Error. Soy fan del restaurante vitoriano (muy fan), un sentimiento que ha ido in crescendo; a El Clarete acudo con la tranquilidad de quien ha disfrutado de una buena experiencia, sin estridencias, sin postureo. Sin tonterías. Un lugar donde he comido bien y bebido mejor. Y, sobre todo, un rincón donde he aprendido mucho disfrutando de la charla y la compañía.
Dicho esto, en mi última visita a la capital alavesa hubo un poco de todo. Sol, buena temperatura, paseo por La Senda, música en la calle, llamadas telefónicas provechosas y hasta alguna buena noticia; sí, de esas que escasean tanto últimamente. Todo iba tan bien que decidimos dejarnos caer por El Clarete. Día redondo, definitivamente.
La elección no fue gratuita. Sabíamos dónde íbamos. Sabíamos que queríamos probar por segunda vez el nuevo concepto “taberna”, abierto hace apenas unos meses. Un coqueto y cómodo espacio que recupera la barra como elemento clave para acercar al comensal la propuesta gastronómica del local. Producto de temporada bien trabajado en formato ración, acompañado siempre por buen vino. Una oferta de caldos diferente, amplia, fuera de tópicos y típicos. Uvas menos convencionales, vinos de autor, ediciones limitadas… botellas que sólo encuentras allí.
“La otra mesa” ofrece la oportunidad de degustar la esencia de la cocina de Unai Fernández de Retana de manera distinta; versiones en miniatura, entre los 2,50 y los 4,50 euros, muy bien presentadas. Variedades saladas y dulces que se van ajustando a lo que dicta el mercado. Una puerta abierta a que el comensal se decida a volver y probar el “menú cuchara” o el “menú degustación”, las dos alternativas que viene ofertando este restorán capitaneado por sus actuales gestores desde hace ya 16 años. Cómo pasa el tiempo.
De ocasiones anteriores, conocíamos los tres aperitivos, al menos los que sabemos que se ofertaban hasta hace unas semanas, a 2,50 euros: gazpacho de frutos rojos, crema de foie y las antxoas en lata. Un hurra por los tres. También teníamos en nuestro haber varias propuestas de «lo salao», a 4,50 euros: el ravioli relleno de foie, quicos y parmesano; y el pulpo con crema trufada de patata. Incluso carne guisada con patatas que no figuraba en la carta, creo recordar.
Así que esta vez nos decantamos por un carpaccio de alcachofa, con cerdo, toque de pimienta negra y pedacitos de cebollino. Simplemente d-e-l-i-c-i-o-s-o, pero es que me pierden las alcachofas. Teníamos ganas de txangurro con caldo de garbanzos; brutal y de sabor soberbio, en palabras de quien compartía encimera conmigo; el plato de arroz con fondo de marisco se presentó con gambas y trocitos de pulpo, muy (muy) pero que muy meloso. Y, para no dejar ni una sugerencia de la carta sin catar (todas a 4,50 euros), nos quedaba la yema de huevo confitada con crema de coliflor y corteza de cerdo tostada. Diría que lo más flojo, pues nos la esperábamos con otra textura.
No recuerdo si ése fue el orden en que lo comimos, pero sí como más nos gustaron. Debatimos unos minutos quién encabezaría la lista; quizás un empate entre los dos primeros seria justo.
Y todo esto que suena tan bien, con el vino que nos descubre Patxi, el hermano de Unai, sabe todavía mejor. En esta ocasión, terminamos una botella de Pow, garnacha 100% del Campo de Borja; nos lo describió como un morapio fácil, agradable, con sabor a fruta madura (higo, ciruela, mora negra), a cuero y tabaco. Nos habló de la orientación del viñedo, del tipo de suelo… Y es que escucharle es un placer. Con la pasión de aquél que adora su trabajo, nos describe, nos detalla, nos cuenta. Cada botella de vino tiene historia. Y cada copa se convierte en un descubrimiento, una forma diferente de entender el vino.
Así, nos enteramos de que el mayor de los hermanos trabaja unas 150 referencias de vinos, y cuando quisimos averiguar si conoce todas ellas con tanto detalle, esbozó una tímida sonrisa y, con innecesaria modestia, respondió “sí, al noventa y nueve por ciento”. Si no, no lo compra; no incluye en su carta un caldo que no haya probado y estudiado a fondo. Y me lo creo.
Nada de dulce para terminar; ya conocíamos la torrija (3 euros), y el chocolate con sal, aceite de oliva y pan. Un par de cafés, eso sí, como siempre. Y como siempre también, la sensación de no habernos equivocado. Esta vez, apostados en la barra, que somos muy de barra. Y de taburete. ¿De silla? No lo sé, quizás en otra ocasión.
(Uve)
web de El Clarete
Cercas Bajas, 18; 01001 Vitoria-Gasteiz (Álava)
945 26 38 74
reservas@elclareterestaurante.com
Es de números y tiene un secreto para conservar su línea. Sus amigos se preguntan por la clase de alimento, Uve sonríe coqueta y se guarda su secreto. Aporta el #mistery a Lo Que Coma Don Manuel. Amiga del anonimato, viste de negro, escucha a Roy Orbison para alegrarse, le parece que Iván Ferreiro grita, estudió en colegio de monjas, le chiflan las ostras, ofrece cerveza a los gremios y trajo el TeleMadre a Euskadi. Siempre de aquí para allá, pasa la noche mirando la Luna, esperando que pase un cometa o baje un platillo volante. Lo normal, al conocerle, es preguntarle: “de qué planeta viniste?”.
acabamos de terminar de comer y ha sido para recordar. volveremos!. la seleccion de vinos ha sido destacable y el servicio al mejor nivel.
Me alegra comprobar que hay gente que comparte nuestro buen gusto. Un placer coincidir.
Ah! se me olvidaba. Es arroz, bien rico. Culpa de la cámara, esa perspectiva….
Gracias a vosotros, por hacernos sentir tan a gusto. Volveremos, seguro, espero que no tarde tanto como lo he hecho en contestar a vuestro agradecimiento. Un abrazo.
Estimado Óscar,
como ya me he cansado de rebuscar con la esperanza de que apareciera el recibo de dicha comida, me aventuraré a decir que pagamos 28 euros, dos personas, por los cuatro platos comentados y cuatro copas de vino creo que a 2,50 € cada una. No nos animamos en principio por la botella, una pena, pero habia que conducir…
Disculpa la demora de mi respuesta, tanto buscar y buscar… Un abrazo.
Muchísimas gracias por la mención… esperamos veros de nuevo por nuestra, vuestra casa 😉
¿Cuánto costó? ¿Para cuántas personas? ¿Y cuánto costó la botella de vino? ¿La foto del supuesto arroz con marisco no son alubias en realidad?