Hanoi (Getxo). Apetece repetir
Tengo espíritu aventurero, seguro que disfrutaría en un decadente restorán de la capital de Vietnam llevándome a la boca carne de serpiente, rata o perro, o huevo de pato con su polluelo a medio desarrollar. Haría de tripas corazón y, parafraseando a Robert Duvall rodeado por Charlie, gritaría aquello de «me sobran cojones para hacer surf en esta playa», y para comer en este mercado callejero. Ya se sabe, allá donde fueres, haz lo que vieres. Pero mi relación con la comida oriental es muy diferente cuando me encuentro en casa, a 10.000 kilómetros de Ho Chi Minh. Mi nivel de exigencia se incrementa, es cierto, pero tampoco pongo el listón muy alto, no vayan a creer. A un restaurante con raíces en el este únicamente le pido pulcritud, entender al camarero, que éste no me sirva toda la comida al mismo tiempo y una oferta que se salga del rollito de primavera + arroz tres delicias + chop suey de lo que caiga. Haga muuuu, cuuuuac o miauuuu.
Sé que es poco pedir, pero también soy consciente de que no es fácil de encontrar uno así. Comedores chinos (y por extensión orientales, que soy muy reducionista, para lo que quiero) hay muchos, pero son incontables los que apuestan por la batalla pura y dura, la uniformidad, el estancamiento, 15 tópicos, precios de saldo y calidades de (mal) chiste.
A lo nuestro. Pongamos el listón en la corrección, en las cuatro requisitos señalados, y daremos el visto bueno a Hanoi, un restaurante que pretende aunar especialidades de ojos rasgados poniendo el acento en la comida vietnamita, como es fácil deducir por su nombre. Allí, junto a la estación de Metro de Las Arenas se ofrece carta, con más de 80 platos, entre los que figuran especialidades vietnamitas (phô) o tailandesas (sopa tom yam cum). Y también tienen un menú degustación (26 euros) que incluye preparaciones como ensalada bap cai (repollo con zanahoria, pepino y gambas), arroz bai bien (salteado de arroz con gambas, chipirones, coco y piña) y langostinos a la vinagreta de malta y limonero. No obstante, lo más solicitado es el menú del día, que apenas varía y permite escoger entre cuatro primeros, cuatro principales y media docena de postres. Una fórmula económica (12,50 euros) en la que es difícil apreciar los exponentes de la «novedosa comida vietnamita, ligera y suave en salsas», con «sabores suaves y afrutados», que señala su web.
La oferta reducida facilita la elección y garantiza la rotación en su despensa. El local en sí resulta también aseado, nada recargado o kitsch, y acogedor, aunque su principal cristalera da a un aparcamiento horroroso. En esa tesitura, es complicado experimentar la inmersión en la cultura y la gastronomía vietnamita que dicen abanderar, y más cuando algunos platos son nítidamente occidentales (caso de una ensalada Hanoi a base de lechuga, atún, cacahuete, endivia, cebolleta y tomate cherry). En el caso del menú del día, que es lo que he probado siempre que he acudido, lo que más lejos te traslada son unos rollitos de nem rellenos de pollo y cerdo, pequeños y prietos, que hay que consumir enrollados en una hoja de lechuga, junto a otra de menta, y untados en salsa de lima limón.
Están ricos los tallarines de arroz con ternera, gruesos y animados por el color del brócoli y por el crujiente que aporta la cebolla. Y los fideos de arroz, escoltados por tiras de pollo, zanahoria y cebolla crocantes, y también calabacín.
También gusta el «solomillo de buey», que acompaña los tacos de carne con champiñón, cebolla, un poco de pimiento rojo y una salsa de ostras que casa bien con el arroz ‘dos delicias’ (zanahoria y huevo) que acompaña a todos los segundos platos. Y tengo buen recuerdo de una fina tortilla colocada a modo de cama bajo gambas y tomate natural, empapándose del mismo jugo que hacía atractivo incorporar el arroz y remover todo bien.
Aunque rica, termina empalagando la ternera chempy caramelizada con piel de mandarina. Era complicado pasar algún trozo de pollo hong sao (alita deshuesada frita con cacahuete), seguramente un amasijo de ternilla y grasa. Las gambas con verduras en «salsa dulce-picante» tenían demasiado carácter. Y el salteado de verduras al wok incluye calabacín, champiñón, brócoli, cebolla, zanahoria… ¿Les suenan? Una serie de ingredientes básicos sirve a los responsables de Hanoi, dos hermanos de segunda generación de vietnamitas en España, para armar una fórmula diaria que, sin maravillar, cumple con los mínimos exigibles para querer repetir. Sin apelmazamientos ni excesos de grasa que penalizan a otros orientales, ni sobredosis de soja y barnices agridulces. Tạm biệt.
(Igor Cubillo no hace surf)
Ibaigane, 3-5; 48930 Las Arenas, Getxo (Bizkaia)
94 463 58 30
Periodista especializado en música, ocio y cultura. Economista. Equilibrista (aunque siempre quiso ser domador). En el medio de la vía, en el medio de la vida, si hay suerte, tal vez. Ha pasado la mayor parte de su existencia en el suroeste de Londres, donde hace más de 20 años empezó a teclear, en una Olivetti Studio 54 azul, artículos para Harlem R&R ‘Zine, Ruta 66, El País, Bilbao Eskultural, Ritmo & Blues, Getxo A Mano (GEYC), Efe Eme, Den Dena Magazine, Kmon, euskadinet y alguna otra trinchera. Prefiere los caracoles a las ostras. Qué tío. Anda que…
Ah, tiene perfil en Facebook y en Twitter (@igorcubillo), pero no hace #FollowBack ni #FF. Se le resisten ciertas palabras y acciones con efe. Él sabrá por qué…
Periodista y gastrósofo. Heliogábalo. Economista. Equilibrista (aunque siempre quiso ser domador). Tras firmar durante 15 años en el diario El País, entre 1997 y el ERE de 2012, Igor Cubillo ha logrado reinventarse y en la actualidad dirige la web Lo que Coma Don Manuel y escribe de comida y más cuestiones en las publicaciones Guía Repsol, GastroActitud, Cocineros MX, 7 Caníbales, Gastronosfera y Kmon. Asimismo, vuelve a firmar en El País y es responsable de Comunicación de Ja! Bilbao, Festival Internacional de Literatura y Arte con Humor. También ha dirigido todas las ediciones del foro BBVA Bilbao Food Capital y fue responsable de la programación gastronómica de Bay of Biscay Festival.
Vagabundo con cartel, se dobla pero no se rompe, hace las cosas innecesariamente bien y ya han transcurrido más de 30 años desde que empezó a teclear, en una Olivetti Studio 54 azul, artículos para Ruta 66, Efe Eme, Ritmo & Blues, Harlem R&R ‘Zine, Bilbao Eskultural, Getxo A Mano (GEYC), DSS2016, Den Dena Magazine, euskadinet, ApuestasFree, eldiario.es, BI-FM y alguna otra trinchera. Además, durante dos años colaboró con un programa de Radio Euskadi.
Como los Gallo Corneja, Igor es de una familia con fundamento que no perdonaría la cena aunque sonaran las trompetas del juicio final, si es que no han sonado ya. Sostiene que la gastronomía es el nuevo rock and roll y, si depende de él, seguiréis teniendo noticias de este hombre al que le gusta ver llover, vestirse con traje oscuro y contar historias de comida, amor y muerte que nadie puede entender. Eso sí, dadle un coche mirando al sol, una guitarra y una canción, una cerveza y rock and roll, y no le veréis el pelo más por aquí.
Tiene perfil en Facebook, en LikedIn, en Twitter (@igorcubillo) y en Instagram (igor_cubillo), pero no hace #FollowBack ni #FF.
Me encanta el Restaurante Hanoi, la comida buenísima, el establecimiento limpio y la atención muy buena. Lo recomiendo 100%
A nosotros (mi mujer y yo) nos encanta probar la comida de otros rincones del mundo. Lo más parecido a lo que nos enseñas hoy será la comida tailandesa que esa si hemos comido «in situ».
No obstante la próxima noche libre que nos de la princesa de un año recién cumplido, iremos a probar tu Vietnamita.
Muchas gracias y no pares de recorrer mundo «Valiente».
Un saludo.
Egun on, Iván.
A un restaurante de comida ‘internacional’ le pido, además de comida atractiva y buen servicio (y los cuatro requisitos que cito en el artículo), que me transporte, de alguna manera, a otro lugar. En ese sentido, estoy pendiente de probar el degustación del Hanoi, a ver si me procura ese ‘viaje’…
Mientras, también espero dejarme caer por el León de Oro (el chino de los chinos en Bilbao) y De Boca Madre (reputado mexicano).
A ver si nos vemos allí.
Un saludo.
Por favor cuando visites De Boca Madre, nos lo comentas, porque hace un par de semanas visité un clásico mexicano del botxo » El Charro Loco» y después de muchos años sin ir, me decepcionó un poco, ya no tanto su comida, la cual me parecio sencilla y rica, como si hubiera una amama mexicana en la cocina, pero le faltó el ambiente que recordaba del local, al final no sabia si estaba el un restaurante mexicano o la taberna del barrio vecino. Un saludo.
Gracias por compartir tus impresiones con nosotros, MMM.
El degustación lo tengo pendiente. Busco compañía para tentarlo, pues es para un mínimo de dos comensales. Ains…
Buen fin de semana.
Abrazo grande.
Hace tiempo que no voy, pero siempre ha estado la mar de bien! El degustación, más que contundente.
Leerte me ha dado ganas de volver.
Buen finde!