Trimmer (Bilbao). La tienda restaurante
Muchas veces había pasado de largo por la puerta de Trimmer, si acaso echando una mirada furtiva a las prendas de su escaparate o a la gente que meneaba el bigote en su pequeño comedor. Porque, sí, lo primero que llama la atención de este local de la plaza Jado es su doble condición de tienda de ropa y despacho de comidas y bebidas. Dos negocios juntos, pero no revueltos, eh. A la izquierda la barra, a la derecha los percheros. Qué moderno. Bilbao, cómo has cambiao.
Nunca había atravesado su umbral, decía, pese a las buenas referencias de sus desayunos (tienen cosas como tostada de aguacate con huevo a la plancha y salsa Sriracha); a lo tentadores que resultan esos sandwiches de pollo al curry, en pan tramezzini, sobre el mostrador del bar; y a que algún conocido mío pasaría horas y horas bebiendo a morro de su grifo de vermú. Y así podría haber pasado el resto de mi existencia, pasando de largo, de no haber sido por la insistencia de una amiga que se empeñó en comer ligero después de ponernos chatos, en Arbolagaña, en un hamaiketako a base de nueve quesos, gazpacho, piparrak, embutido y siete vinos (7). ¡Hip!
Hice caso, nos sentamos en una de sus pequeñas mesas, modo casual, charlamos entre nosotros, pedimos, comimos, usamos las servilletas de papel, bebimos, hablamos también con la muy simpática camarera y, al salir, caí en la cuenta de varias cosas: en Trimmer se come bastante bien y, en apariencia, sano sanote; su oferta es corta, pero coherente y atinada; menos mal que me afeité la barba, porque cada vez hay más hipsters en Bilbao; mola comer con agua del grifo, ojalá se extienda y todos la ofrezcan, gratuitamente, cuando se coma o cene a la carta; los postres merecen aquí la pena; en esta casa también se cuida el café, por eso lo sirve Right Side Coffee Roasters; y a Kate Moss, tan poca cosa ella, le sientan rebién los ligueros.
Una foto de la modelo inglesa, en la portada del #51 de la revista Dazed & Confused, ocupaba la pared junto a la cual nos acomodamos. Ella fue testigo de nuestra comanda: bocata vegetal y ensalada, para ella (para Ana, no para Kate); crema de champiñones, ensalada y hamburguesitas con cous cous, para mí. De ese modo, catamos las dos fórmulas que, a día de hoy, ofrecen a diario: bocadillo + ensalada verde, por 8€; y menú (sopa pequeña + ensalada verde + plato), por 12€.
Estaba bueno el bocadillo vegetal con huevo, un poco hipster en si mismo, por cierto. La presentación de la crema era una tristura, sí, en cuenco transparente y sin el mínimo ‘tocado’. Además, la crema en sí era muy ligera, pelín desleída, muy de hospital, aunque es cierto que lo anunciado era una «sopa»; seguro que hubiera estado mejor algo más trabada. Eso sí, el gusto era bueno y, pese a la ausencia de tropiezos, se apreciaba que habían utilizado champiñones, que no era la típica sopa deshidratada industrial.
La ensalada, pues ni fu ni fa; simple acompañamiento. Sin ser la cojorreceta (y eso que se la atribuyen a Yotam Ottolenghi), comí a gusto las hamburguesitas de pollo especiado con salsa tahini y cous cous. Y también estaba rico el expresso doble (1,50€) que bebí. Ese día (2 de julio) el café procedía de la región de La Libertad, en Guatemala, se había tostado el pasado 23 de junio, y fue un gusto tomarlo con una porción de tarta de zanahoria (3€) que contentó a la mismísima amiga, diestra repostera. «Sabe muy casera, tiene muchos frutos secos y los trozos de zanahoria son visibles. Está muy buena», sentenció ella. A mí me llamó la atención el toque cítrico de la gruesa capa de crema que la cubría. Y me encantó el trozo que pude probar de su tarta Guinness.
Así pues, la satisfacción fue in crescendo en Trimmer, un lugar de ambiente distendido e informal donde uno puede comer a gusto, por relativamente poco dinero, y, de paso, dejarse ver un poquito. Si valoras el buen café y te gustan preparaciones como la crema de zanahoria, manzana y apio, y el cous cous con verduras asadas, no pases de largo ante su puerta. Puedes incluso salir con ropa nueva.
(se afeitó la barba, por no ser uno más, Igor Cubillo)
Colón de Larreategui, 35; 48009 Bilbao (Bizkaia)
94 694 11 35
Periodista especializado en música, ocio y cultura. Economista. Equilibrista (aunque siempre quiso ser domador). En el medio de la vía, en el medio de la vida, si hay suerte, tal vez. Ha pasado la mayor parte de su existencia en el suroeste de Londres, donde hace más de 20 años empezó a teclear, en una Olivetti Studio 54 azul, artículos para Harlem R&R ‘Zine, Ruta 66, El País, Bilbao Eskultural, Ritmo & Blues, Getxo A Mano (GEYC), Efe Eme, Den Dena Magazine, Kmon, euskadinet y alguna otra trinchera. Prefiere los caracoles a las ostras. Qué tío. Anda que…
Ah, tiene perfil en Facebook y en Twitter (@igorcubillo), pero no hace #FollowBack ni #FF. Se le resisten ciertas palabras y acciones con efe. Él sabrá por qué…
Periodista y gastrósofo. Heliogábalo. Economista. Equilibrista (aunque siempre quiso ser domador). Tras firmar durante 15 años en el diario El País, entre 1997 y el ERE de 2012, Igor Cubillo ha logrado reinventarse y en la actualidad dirige la web Lo que Coma Don Manuel y escribe de comida y más cuestiones en las publicaciones Guía Repsol, GastroActitud, Cocineros MX, 7 Caníbales, Gastronosfera y Kmon. Asimismo, vuelve a firmar en El País y es responsable de Comunicación de Ja! Bilbao, Festival Internacional de Literatura y Arte con Humor. También ha dirigido todas las ediciones del foro BBVA Bilbao Food Capital y fue responsable de la programación gastronómica de Bay of Biscay Festival.
Vagabundo con cartel, se dobla pero no se rompe, hace las cosas innecesariamente bien y ya han transcurrido más de 30 años desde que empezó a teclear, en una Olivetti Studio 54 azul, artículos para Ruta 66, Efe Eme, Ritmo & Blues, Harlem R&R ‘Zine, Bilbao Eskultural, Getxo A Mano (GEYC), DSS2016, Den Dena Magazine, euskadinet, ApuestasFree, eldiario.es, BI-FM y alguna otra trinchera. Además, durante dos años colaboró con un programa de Radio Euskadi.
Como los Gallo Corneja, Igor es de una familia con fundamento que no perdonaría la cena aunque sonaran las trompetas del juicio final, si es que no han sonado ya. Sostiene que la gastronomía es el nuevo rock and roll y, si depende de él, seguiréis teniendo noticias de este hombre al que le gusta ver llover, vestirse con traje oscuro y contar historias de comida, amor y muerte que nadie puede entender. Eso sí, dadle un coche mirando al sol, una guitarra y una canción, una cerveza y rock and roll, y no le veréis el pelo más por aquí.
Tiene perfil en Facebook, en LikedIn, en Twitter (@igorcubillo) y en Instagram (igor_cubillo), pero no hace #FollowBack ni #FF.
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