Herriko Taberna Mikel Bengoa (Meñaka). Serendipia y reinvención
Andaba yo a vueltas con la serendipia, a cuenta de un anuncio radiofónico, cuando me di de bruces con ella. Con la serendipia (dícese del hallazgo valioso que se produce de manera accidental o casual). No es que yo fuera a comprar el periódico y volviera a casa con coche nuevo. No. En mi caso sucedió que entré hambriento en la Herriko Taberna de Meñaka pensando que allí la oferta se reduciría a bokatas y panfletos, y resulta que me encontré una camarera con pajarita, un bar acogedor, un restaurante bien plantado y total ausencia de cartelería y marcada ideología. Estaba equivocado, y es que nada tiene que ver este negocio con la tradicional concepción política de las herriko tabernas, como sede, punto de encuentro y consumo de la izquierda abertzale; esta “taberna del pueblo” es precisamente eso, un local municipal, propiedad del ayuntamiento, cuya explotación comercial sale a subasta y se concede al mejor postor. Afortunadamente, allí está haciendo hoy realidad su reciclamiento y su sueño de reinvención Mikel Bengoa.
Mikel Bengoa
Así se llama un cocinero honesto, de técnica sencilla y buen gusto, que llegó a la cocina conducido por la necia crisis. Durante 25 años contempló el mundo desde la cabina de su camión y cuando vinieron mal dadas, allá por abril de 2013, decidió hacer caso a cuantos habían dedicado múltiples halagos a los platos que preparaba en el ámbito privado. Se enfundó la chaquetilla negra y desde entonces vuelca sus esfuerzos en sacar adelante un restorán del que hablan muy bien; no en vano, me lo habían recomendado varias personas. Aquí no hay menú del día, el ticket medio ronda los 35-40€, siempre es buena opción comer pescado salvaje y la carta de vinos, con más de 100 referencias, tiene unos precios más que tentadores, estupendos.
En mi caso tuve la fortuna de acompañar la comida con una botella de txakoli Doniene correspondiente a la añada 2008. Sorprendentemente, por el tiempo transcurrido, el vino de Bakio estaba en muy buen estado, ratificando la impresión de que un blanco bien elaborado no tiene por qué ser desechado pasado el primer año. Y llegó el aperitivo, anchoas en salazón, agradable tentempié. Nos dejamos asesorar por Eloisa Fernández, pareja de Mikel, y seguimos con unos ricos pimientos verdes fritos (8€). Producto de temporada, otro detalle a tener siempre en consideración a la hora de ponderar un despacho de comidas. Porque sí, a mediados de diciembre teníamos pimientos del país.
La tanda de entrantes continuó con un plato de alcachofas, cocidas primero y posteriormente pasadas por la plancha, dispuestas sobre crema de ajo blanqueado y cebolla confitada, y tocadas con puerro frito. Otra agradecida propuesta estacional.
Nada más entrar al comedor me vino a la nariz el fragante aroma de la trufa, así que me alegré cuando Eloisa arrimó la bandeja de tartar de atún con trufa negra (19€), y ese aromático aceite de trufa, acompañado por tapenade de oliva negra, para desgrasar, y crujiente de alga nori. Lo mejor, eso sí, los gruesos dados de pescado. El tartar me gusta así, con mordida.
Lo que menos me gustó, en cambio, fue el guiso de hongos con gambón. La carta oferta hongos frescos (20€), pero aquí en buena lógica se utilizan congelados. El singular mar i muntanya tenía concentrado de hongo y caldo de marisco, y cuando señalé la presencia de nata la preparación, inspirada en otra de Martín Berasategi que lleva carabinero, fue presentada con gracia como “un homenaje a la cocina francesa”. Espero no pecar yo de chauvinismo al decir que prefiero los pimientos, las alcachofas y el atún previos.
Y estaba buena la lubina salvaje, preparada al horno con el acostumbrado refrito, que siempre uniformiza; fue mi elección, por delante de besugo, kabratxo, rodaballo, rey y mojarra. En mi bloc de notas tenía anotadas las bondades del rape negro, pero ese día no había. Y tampoco cumplimos el requisito de encargar con cinco días de antelación las kokotxas de bacalao con berberechos. Cachis.
De postre pedí tarta de queso (4,50€) sin el habitual toping de fruta roja. La repostería me gusta comerla con el café, a ser posible horneada. Y cerré la jamada con una copa del brandy que elabora Ximenez-Spínola con pedro ximénez, embotellado en esta ocasión para el Txoko Efimero, un encuentro anual de amigos amantes de la gastronomía y del vino que ha hecho escala en Jauregibarria, Ipar-Txoko, Aizian, Zarate y Txakoli Simón. Fue perfecto colofón a una comida que me sirvió para sumar una recomendación a cuantos me pregunten dónde comer entre Bakio (Meñaka está a sólo 10 kilómetros) y Mungia (6). Merece la pena desviarse. Gran trabajo el realizado por el autodidacta Mikel Bengoa, quien ha dotado a la Herriko Taberna de calidad y personalidad, sin caer en barroquismos ni fallidos saltos mortales, con una propuesta guiada por la sencillez y la honestidad, pilares tradicionales de la cocina de mercado más satisfactoria.
(Igor Cubillo)
Facebook de Herriko Taberna Mikel Bengoa
Barrio Mesterika, 3; 48120 Meñaka (Bizkaia)
94 615 01 33
Periodista y gastrósofo. Heliogábalo. Economista. Equilibrista (aunque siempre quiso ser domador). Tras firmar durante 15 años en el diario El País, entre 1997 y el ERE de 2012, Igor Cubillo ha logrado reinventarse y en la actualidad dirige la web Lo que Coma Don Manuel y escribe de comida y más cuestiones en las publicaciones Guía Repsol, GastroActitud, Cocineros MX, 7 Caníbales, Gastronosfera y Kmon. Asimismo, vuelve a firmar en El País y es responsable de Comunicación de Ja! Bilbao, Festival Internacional de Literatura y Arte con Humor. También ha dirigido todas las ediciones del foro BBVA Bilbao Food Capital y fue responsable de la programación gastronómica de Bay of Biscay Festival.
Vagabundo con cartel, se dobla pero no se rompe, hace las cosas innecesariamente bien y ya han transcurrido más de 30 años desde que empezó a teclear, en una Olivetti Studio 54 azul, artículos para Ruta 66, Efe Eme, Ritmo & Blues, Harlem R&R ‘Zine, Bilbao Eskultural, Getxo A Mano (GEYC), DSS2016, Den Dena Magazine, euskadinet, ApuestasFree, eldiario.es, BI-FM y alguna otra trinchera. Además, durante dos años colaboró con un programa de Radio Euskadi.
Como los Gallo Corneja, Igor es de una familia con fundamento que no perdonaría la cena aunque sonaran las trompetas del juicio final, si es que no han sonado ya. Sostiene que la gastronomía es el nuevo rock and roll y, si depende de él, seguiréis teniendo noticias de este hombre al que le gusta ver llover, vestirse con traje oscuro y contar historias de comida, amor y muerte que nadie puede entender. Eso sí, dadle un coche mirando al sol, una guitarra y una canción, una cerveza y rock and roll, y no le veréis el pelo más por aquí.
Tiene perfil en Facebook, en LikedIn, en Twitter (@igorcubillo) y en Instagram (igor_cubillo), pero no hace #FollowBack ni #FF.
Voy y entro por casualidad «en la Herriko Taberna de Meñaka pensando que allí la oferta se reduciría a bokatas y panfletos» pero cuál es mi sorpresa cuando me encuentro, por casualidad, con «un restorán del que hablan muy bien; no en vano, me lo habían recomendado varias personas» y del que, por casualidad, resulta que «en mi bloc de notas tenía anotadas las bondades del rape negro, pero ese día no había»…..¿dónde está la serendipia en esta historia? Al que lo averigüe le invito al Celler de Can Roca…
No te falta razón, estimada Ángela, pero espero que sepas disculparme. La serendipia, en esta ocasión, se trata de una licencia poética, o simplemente literaria.
Gracias por tu comentario.
Un saludo.
Jajaja…bueno, Igor, en ese caso, licencia concedida…. Ya decía yo, porque el 90% de los vascos no entramos en una herriko taberna «de las otras» ni por casualidad…y menos a consumir…
Tomada cumplida nota. En Enero, una vez pasadas las tempestades, me acercaré a la Herriko.