Esa cerveza no es cara (qué incluye el precio de cada consumición)
«Las servilletas son solo para los que comen pintxos». Lo recuerdo y me viene a la mente la cresta de Robert de Niro en Taxi driver, todas las explosiones filmadas por Sam Peckinpah y la imagen de Clint Eastwood vaciando el cargador. Venga, alégrame el día. La frase tuvo que escucharla un amigo en un bar donostiarra y, aunque han pasado ya unos meses, el estupor no remite ante tamaña estulticia. ¿De verdad cree el ignorante que la profirió que quien pide ‘únicamente’ una cerveza no tiene derecho a limpiarse la ropa o las partes del cuerpo que le apetezca con el referido papel?
Cuando se baje de los cuatro centímetros de tarima que le ayudan a camuflar su pequeñez, cuando se supone que estará más receptivo y menos envalentonado sin ese burladero que representa la barra, será más sencillo hacerle entender que uno no va a un local de hostelería y paga diez veces el precio de la birra (en el mejor de los casos) por ver su cara de insensato, uno afronta tamaño desembolso porque allí, en ese lugar amable que siempre fueron los bares, puede disfrutar de ciertos ‘servicios’ adicionales. Se paga 2€, 3€, 5€, 7€, 10€, lo que sea menester, por ese trago porque puedes aprovechar para echar un vistazo al periódico, ver la televisión, escuchar la radio, sentarte en un taburete, otear el horizonte, coger un mondadientes, ir al WC, tirar de la cadena, rellenar una hoja de reclamación y, sí, llegado el momento, incluso limpiarte la comisura de los labios o secarte los dedos. ¿Con qué? Con una de esas servilletas que dicen inventó Leonardo da Vinci * allá por el siglo XV (por fortuna para los lagomorfos, pues por aquel entonces en casa de Ludovico Sforza, alias El Moro, Duque de Milán, se limpiarían las manos con el pelaje de los conejos que se ataban a la silla de cada comensal) y que nuestro lamentable protagonista custodia, racanea y prohíbe. Porque no lo está regalando, sino que todo ello va incluido en el (sobre)precio. Porque el cliente tampoco es una ONG, también tiene una familia que sacar adelante y, si no cuenta con algún aliciente adicional, le sale más a cuenta ir al supermercado y pagar unos céntimos de nada por el mismo producto.
(Igor Cubillo)
(*) Leonardo da Vinci dejó escrito lo siguiente: “He ideado que a cada comensal se le dé su propio paño que, después de ensuciado por su mano y su cuchillo, podrá plegar para, de esta manera, no profanar la apariencia de la mesa con su suciedad”.
Periodista y gastrósofo. Heliogábalo. Economista. Equilibrista (aunque siempre quiso ser domador). Tras firmar durante 15 años en el diario El País, entre 1997 y el ERE de 2012, Igor Cubillo ha logrado reinventarse y en la actualidad dirige la web Lo que Coma Don Manuel y escribe de comida y más cuestiones en las publicaciones Guía Repsol, GastroActitud, Cocineros MX, 7 Caníbales, Gastronosfera y Kmon. Asimismo, vuelve a firmar en El País y es responsable de Comunicación de Ja! Bilbao, Festival Internacional de Literatura y Arte con Humor. También ha dirigido todas las ediciones del foro BBVA Bilbao Food Capital y fue responsable de la programación gastronómica de Bay of Biscay Festival.
Vagabundo con cartel, se dobla pero no se rompe, hace las cosas innecesariamente bien y ya han transcurrido más de 30 años desde que empezó a teclear, en una Olivetti Studio 54 azul, artículos para Ruta 66, Efe Eme, Ritmo & Blues, Harlem R&R ‘Zine, Bilbao Eskultural, Getxo A Mano (GEYC), DSS2016, Den Dena Magazine, euskadinet, ApuestasFree, eldiario.es, BI-FM y alguna otra trinchera. Además, durante dos años colaboró con un programa de Radio Euskadi.
Como los Gallo Corneja, Igor es de una familia con fundamento que no perdonaría la cena aunque sonaran las trompetas del juicio final, si es que no han sonado ya. Sostiene que la gastronomía es el nuevo rock and roll y, si depende de él, seguiréis teniendo noticias de este hombre al que le gusta ver llover, vestirse con traje oscuro y contar historias de comida, amor y muerte que nadie puede entender. Eso sí, dadle un coche mirando al sol, una guitarra y una canción, una cerveza y rock and roll, y no le veréis el pelo más por aquí.
Tiene perfil en Facebook, en LikedIn, en Twitter (@igorcubillo) y en Instagram (igor_cubillo), pero no hace #FollowBack ni #FF.
No tenía ni idea que la servilleta la inventara Da Vinci! Otra razón más para admirarlo.