A vueltas con el vino (por llamarle algo) sin alcohol
Lo sé, que la culpa es mía, que quién me manda comprar un vino sin alcohol, pagar por un contrasentido. Yo, que en la Rusia de Fiódor Sologúb escogería también vivir con locura y desmesura, pasar los días escribiendo y las noches en la cantina. Encontrar el alba silenciosa, melancólica e impetuosamente, y escribir versos sobre este destino, ese aliño y la copa que apuro mientras canto a lo Canteca que no le echemos la culpa al vino, que si te quiero es porque he querido.
Claro, que parte del dislate puede consistir precisamente en juzgar productos similares a Freixenet 0,0 como un vino, cuando el gigante del cava ni siquiera lo cataloga así; todo lo que anuncian sus etiquetas es «bebida espumosa sin alcohol». En letra pequeña, como los bancos, para seguir lamentando una presbicia que impidió leer la relación de ingredientes antes de llegar a casa. Vino desalcoholizado, mosto de uva concentrado y rectificado, dióxido de carbono. Antioxidante: dióxido de azufre. Conservantes: sorbato de potasio y dimetil dicarbonato. Estabilizante: goma arábiga, aromas.
Te da más pistas la tabla periódica de los elementos que la uva (por lo visto, moscatel), el viñedo y la crianza. Ya no me sorprende su enfermiza palidez. Tampoco la espuma jabonosa que tanto tarda en diluirse (escribe «persistencia» en las notas de cata), chisporrotea como una aspirante a cocacola y adelanta el dulzor en boca propio de un refresco azucarado de sabor indefinido.
El ingenio de Alacarte Ventures
Por lo visto el alma se le arrebata al espumoso mediante destilación por vacío a baja temperatura, una proeza técnica, pero un accidente organoléptico, un siniestro total en el lineal del supermercado. Mas no me tengan por negacionista, pues yo en esta materia la fe la tengo depositada en el dispositivo de desalcoholización a demanda desarrollado por la startup barcelonesa Alacarte Ventures y presentado en primicia mundial por Pere Castells en la tercera edición de Bilbao Food Capital. Su ingenio es capaz de eliminar sulfitos y reducir en pocos minutos el porcentaje de alcohol de cualquier bebida, fermentada o espirituosa, a demanda del cliente por arte de birlibirloque, sin aditivos ni químicos. Y parece que la petición puede merecer la pena, no sólo para ahorrarse multas y melopeas.
“En el mundo de los expertos, del sumiller, te abre un camino brutal, porque puedes probar vinos inexistentes, que no existen a menos grados. Hay gente a la que le gusta determinado tipo de vino más a 8 o a 9 grados que a 14 y hay sumilleres que nos han dicho que al reducir los grados a un vino era mejor para maridar con determinados productos, pues ganaba astringencia”, anotó Miguel Ayuso (Directo al Paladar), de boca de Castells, a su paso por el foro gastronómico celebrado en el Hotel López de Haro.
Y ojo a la advertencia del licenciado en Ciencias Químicas, antaño vinculado al departamento científico de elBulli: “Nos hemos dado cuenta de que cuando vas sacando el alcohol lo vas desnudando y si tiene carencias se nota más. Los vinos mal construidos lo soportan poco. El alcohol es un gran desenmascarador de moléculas”. Algo ya me olía.
Periodista y gastrósofo. Heliogábalo. Economista. Equilibrista (aunque siempre quiso ser domador). Tras firmar durante 15 años en el diario El País, entre 1997 y el ERE de 2012, Igor Cubillo ha logrado reinventarse y en la actualidad dirige la web Lo que Coma Don Manuel y escribe de comida y más cuestiones en las publicaciones Guía Repsol, GastroActitud, Cocineros MX, 7 Caníbales, Gastronosfera y Kmon. Asimismo, vuelve a firmar en El País y es responsable de Comunicación de Ja! Bilbao, Festival Internacional de Literatura y Arte con Humor. También ha dirigido todas las ediciones del foro BBVA Bilbao Food Capital y fue responsable de la programación gastronómica de Bay of Biscay Festival.
Vagabundo con cartel, se dobla pero no se rompe, hace las cosas innecesariamente bien y ya han transcurrido más de 30 años desde que empezó a teclear, en una Olivetti Studio 54 azul, artículos para Ruta 66, Efe Eme, Ritmo & Blues, Harlem R&R ‘Zine, Bilbao Eskultural, Getxo A Mano (GEYC), DSS2016, Den Dena Magazine, euskadinet, ApuestasFree, eldiario.es, BI-FM y alguna otra trinchera. Además, durante dos años colaboró con un programa de Radio Euskadi.
Como los Gallo Corneja, Igor es de una familia con fundamento que no perdonaría la cena aunque sonaran las trompetas del juicio final, si es que no han sonado ya. Sostiene que la gastronomía es el nuevo rock and roll y, si depende de él, seguiréis teniendo noticias de este hombre al que le gusta ver llover, vestirse con traje oscuro y contar historias de comida, amor y muerte que nadie puede entender. Eso sí, dadle un coche mirando al sol, una guitarra y una canción, una cerveza y rock and roll, y no le veréis el pelo más por aquí.
Tiene perfil en Facebook, en LikedIn, en Twitter (@igorcubillo) y en Instagram (igor_cubillo), pero no hace #FollowBack ni #FF.
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