Remenetxe (Muxika). Mucho más que una gran bodega
Tirando del hilo de Gabino-Alejandro Carriedo, corroboro no sin aflicción que el viejo corazón pulula a diario por el barrio bajo de los recuerdos que no se olvidan ni periclitan. Más mundana probablemente que el músculo del escritor palentino, mi oxidada entraña nunca olvida un titular dedicado en portada por Tutto Sport a Llorentini, falso 9, delantero tragicómico: ‘E’ solo bello? Al tiempo, forzando el arranque con un doble salto mortal retórico sin tirabuzón apenas sostenido por memorias de desencuentros, fútbol y poesía (mal aterrizaje se avecina), rememoro mis nunca suficientemente frecuentes visitas a Remenetxe, el restaurante de la familia Rementeria – Echeandia en Muxika, a un paso de Gernika. Y todo para evocar un temor de los escépticos, que siempre los hay: ¿Sólo se bebe bien?’
El vino es, efectivamente, pilar fundamental de la casa. No en vano, su bodega alberga nada menos que 1.500 referencias (has leído bien) y Jon Andoni Rementeria es un afable y contrastado experto en la materia. Pero, que nadie se equivoque, también se come bien, con un servicio atento dirigido por su hermana Iratxe y un aura de clasicismo que envuelve asimismo su enraizada propuesta gastronómica, poco pródiga en experimentos y ceñida a sabores, aromas, texturas y memorias propias del recetario tradicional. Además, se presta atención a la temporada en curso (¡caza!) y desde no hace mucho dispone de parrilla vista y una espléndida terraza donde comer en días soleados.
Es cierto que en mi última visita apenas pedí nada a la brasa. A cambio abrí boca con sus ricas croquetas de jamón, que cuando hay oportunidad me gusta comer a modo de aperitivo en la encantadora bodega, y el tradicional pellizco de sopa de ajo, confortante y picante, sana costumbre de la casa que contextualiza la experiencia y pone en su sitio al comensal nada más llegar. Está usted en Bizkaia maitea, aquí no se pasa por alto nuestro pasado, más bien al contrario, la raíz está muy presente y ya ve con la presentación en minúscula sopera blanca que no pasa nada si, lo dicho, nos tilda de clásicos.
Besar cigalas en Remenetxe
Unté pan de Saturio Hornillos en aceite alavés (Ondalán) antes de que llegaran a la mesa correctas setas con foie, un plato que siempre apetece comer en otoño, estación aún vigente por aquel entonces. Claro que no perdoné la penca de acelga rellena de bechamel y «delicias de la huerta», rebozada y lacada con jugo de carne y fina reducción de oporto tinto de touriga nacional y tinta roriz, un must, una bandera de la casa que me gusta ondear con mayor o menor fortuna, y despegué al fin con un par de pistonudas cigalas a la plancha. En visitas anteriores he disfrutado ese mismo marisco a la parrilla, resultando extraordinario. Recuerdo que juntaba mis labios al refinado crustáceo y hacia más ruido que la pareja de tortolitos que se besaba junto a mí, en otra mesa. Juventud…
En esta ocasión lo que se posó en el altar de fuego y hierro fue un trozo de lubina salvaje que, atinadamente asado, se presentó bien guarnicionado sobre la vajilla del mismísimo Titanic, otro detalle que evidencia por dónde van los tiros. Y en estos refugios del disfrute donde la raíz está presente siempre me gusta cerrar la tanda de salados con nuestras salsas universales, sea tinta, pil-pil, verde o vizcaína. Esta vez la fiesta continuó con unos estupendos morros de ternera en salsa vizcaína, pegajosiños, como gustan en Asturias, y acompañados de “encapsulados de aceite y guindilla” (basta de decir esferificación, claro que sí) para quien los quiera más picantiños.
En el apartado de postres no falló la notable tarta de queso y, claro, bebí como corresponde: Cuveé de Carol 2009 (Cavas Peres Balta), un sedoso pinot noir de champagne Barnaut, grand cru él, y una copa de dulce Château Le Malveyrein. Burbujas para recordar que otras veces el correspondiente festín ha incluido pimientos de Gernika chiquitines, carnosos, estilosos y sin nada de piel; dúo de tomates de Urdaibai con ventresca; gamba blanca de Huelva posada apenas 15″ sobre la plancha; chipirón tierno, jugoso y sápido; sustancioso arroz con almejas; rodaballo a la brasa con patata panadera y tomate provenzal; manitas de cordero en salsa vizcaína, de rechupete; corzo; sorbete de gintonic, por si no había bebido suficiente; tarta de manzana; coulant de chocolate, pera al vino, natilla…
Remenetxe, templo del vino
Con más 20.000 botellas en el subsuelo y el conocimiento y afabilidad de todo un campeón de España de sumilleres, Remenetxe resulta un espacio extraordinario para satisfacer los deseos envinados de este hedonista que escribe y de otros más caprichosos y pudientes. Para ellos se elaboran gollerías como La Tāche de Romanée-Conti 2007, Château Pétrus 2001, Pingus 2004, Château Mouton Rothschild 2002, Château Lafitte Rothschild 2002, Château Latour 2001, L’Ermita 2004, Château Margaux 2001, Vega Sicilia Único 1986, Viña El Pisón Reserva 1996 y Dom Pérignon 1985, almacenadas también en la soberbia bodega de este imponente caserío del S.XIX.
Lejos de tales dispendios, que hay que pagar el instituto, la universidad y el carnet del Athletic, yo siempre me he conformado con alternativas más económicas, y no te quepa duda de que he disfrutado tanto o más que si empeñara el coche. Mismamente, el día que Jonan descorchó un muestrario de espumosos que comprendía seis maneras de hacer vino, desde Rioja a Champagne. Arrancó el homenaje con Lía, pét-nat (método ancestral) a cargo de Nivarius, y prosiguió con Henri Grandin 2006, crémant de Loire. Cogimos por fin vuelo con Núria Claverol, notable blanc de noirs de Sumarroca, y disfruté especialmente la complejidad de Rimarts Uvae, resultado de cuidar durante más de 80 meses xarel-lo y chardonnay. Volvimos a tomar tierra con Éxlusiv’T, un champagne de Éric Taillet a base exclusivamente de meunier (blanc de meunier), y acompañé el postre con Sweet, reserva de Jaume Giró i Giró. No me extraña que mi buen amigo Inaki Suárez diga que hará compost conmigo cuando yo muera.
Menuda joyita tenemos en Urdaibai con Remenetxe, la casa de Jonan e Iratxe Rementeria (y de su madre Rosa Mari Echeandia). El desinformado que pase de largo pensando que simplemente será un buen lugar para celebrar bodas, bautizos y comuniones, un caserío de postal donde entretenerse observando la estructura, la decoración euskaldún (albarkas, pequeños sacos de legumbres, chistu, triki, dantzaris, botas de vino) y aplaudiendo a los homenajeados, se equivoca. Se pierde la oda al vino y las bondades de su cocina, enraizada, de corte y presentación clásica, basada en el buen producto y en el sabor.
Kurtzero Auzoa, 65; 48392 Muxika (Bizkaia)
(+34) 94 625 35 20
Periodista y gastrósofo. Heliogábalo. Economista. Equilibrista (aunque siempre quiso ser domador). Tras firmar durante 15 años en el diario El País, entre 1997 y el ERE de 2012, Igor Cubillo ha logrado reinventarse y en la actualidad dirige la web Lo que Coma Don Manuel y escribe de comida y más cuestiones en las publicaciones Guía Repsol, GastroActitud, Cocineros MX, 7 Caníbales, Gastronosfera y Kmon. Asimismo, vuelve a firmar en El País y es responsable de Comunicación de Ja! Bilbao, Festival Internacional de Literatura y Arte con Humor. También ha dirigido todas las ediciones del foro BBVA Bilbao Food Capital y fue responsable de la programación gastronómica de Bay of Biscay Festival.
Vagabundo con cartel, se dobla pero no se rompe, hace las cosas innecesariamente bien y ya han transcurrido más de 30 años desde que empezó a teclear, en una Olivetti Studio 54 azul, artículos para Ruta 66, Efe Eme, Ritmo & Blues, Harlem R&R ‘Zine, Bilbao Eskultural, Getxo A Mano (GEYC), DSS2016, Den Dena Magazine, euskadinet, ApuestasFree, eldiario.es, BI-FM y alguna otra trinchera. Además, durante dos años colaboró con un programa de Radio Euskadi.
Como los Gallo Corneja, Igor es de una familia con fundamento que no perdonaría la cena aunque sonaran las trompetas del juicio final, si es que no han sonado ya. Sostiene que la gastronomía es el nuevo rock and roll y, si depende de él, seguiréis teniendo noticias de este hombre al que le gusta ver llover, vestirse con traje oscuro y contar historias de comida, amor y muerte que nadie puede entender. Eso sí, dadle un coche mirando al sol, una guitarra y una canción, una cerveza y rock and roll, y no le veréis el pelo más por aquí.
Tiene perfil en Facebook, en LikedIn, en Twitter (@igorcubillo) y en Instagram (igor_cubillo), pero no hace #FollowBack ni #FF.
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