Cerveza Top Budget. Lo barato sale caro
Recorría distraído los pasillos y lineales de un intermarché francés cuando encontré un pack con diez botellines de cerveza Top Budget. Oh, creo que este iturri no lo tengo, me alegré (colecciono chapas de cerveza; mi modesta colección consta de 1.597 ejemplares de 94 países). Y sólo costaban dos euros, ¡los diez botellines! Oferta irrechazable, pensé en ese momento. Muestra evidente de que lo barato sale caro, concluyo ahora.
Y es que tengo en el frigorífico un pack de diez latas de Estrella Galicia que voy a disfrutar una a una, y por el que he pagado 6,50 euros. Sin embargo, ¿saben dónde han ido a parar nueve de los diez botellines de Top Budget? A la basura. La mitad del décimo hizo el recorrido del desagüe del fregadero de mi cocina hasta el Cantábrico. Tal vez pasó por debajo de tu casa, de tu familia y de tu lugar de trabajo antes de llegar al río, donde la bebieron el pastor y las vacas, regó los campos y bajó al mar, para jugar con los pececillos, los calamares, las medusas y las merluzas que tú te comes. Cual agüita amarilla.
Allí está bien. Aunque la considero atinada, soy bastante flexible con la reinheitsgebot, la ley de pureza decretada en 1516 por el duque Guillermo IV de Baviera, que establece que una cerveza debe contener únicamente agua, cebada y lúpulo. Pero está claro que el jarabe de glucosa, el colorante (caramelo E 150 c) y el ácido ascórbico sólo estropean el asunto.
En concreto, la Top Budget de Brasserie Licorne (Saverne, Francia) se revela como una bebida con un conseguido color dorado, débil, como de orín, transparente, límpida. Es algo vivaz, de espuma blanca, fina y evanescente. Su aroma a malta, de intensidad normal, es algo agrio, poco agradable, y concuerda con una cerveza de cuerpo pobre, sin consistencia, casi acuosa. Y de gusto poco agradable, algo agrio, algo ácido. Vamos, que lo tiene todo.
Y es que, lo dicho, ya se sabe que lo barato, muchas veces (muchísimas), sale caro.
(Igor Cubillo)
Periodista y gastrósofo. Heliogábalo. Economista. Equilibrista (aunque siempre quiso ser domador). Tras firmar durante 15 años en el diario El País, entre 1997 y el ERE de 2012, Igor Cubillo ha logrado reinventarse y en la actualidad dirige la web Lo que Coma Don Manuel y escribe de comida y más cuestiones en las publicaciones Guía Repsol, GastroActitud, Cocineros MX, 7 Caníbales, Gastronosfera y Kmon. Asimismo, vuelve a firmar en El País y es responsable de Comunicación de Ja! Bilbao, Festival Internacional de Literatura y Arte con Humor. También ha dirigido todas las ediciones del foro BBVA Bilbao Food Capital y fue responsable de la programación gastronómica de Bay of Biscay Festival.
Vagabundo con cartel, se dobla pero no se rompe, hace las cosas innecesariamente bien y ya han transcurrido más de 30 años desde que empezó a teclear, en una Olivetti Studio 54 azul, artículos para Ruta 66, Efe Eme, Ritmo & Blues, Harlem R&R ‘Zine, Bilbao Eskultural, Getxo A Mano (GEYC), DSS2016, Den Dena Magazine, euskadinet, ApuestasFree, eldiario.es, BI-FM y alguna otra trinchera. Además, durante dos años colaboró con un programa de Radio Euskadi.
Como los Gallo Corneja, Igor es de una familia con fundamento que no perdonaría la cena aunque sonaran las trompetas del juicio final, si es que no han sonado ya. Sostiene que la gastronomía es el nuevo rock and roll y, si depende de él, seguiréis teniendo noticias de este hombre al que le gusta ver llover, vestirse con traje oscuro y contar historias de comida, amor y muerte que nadie puede entender. Eso sí, dadle un coche mirando al sol, una guitarra y una canción, una cerveza y rock and roll, y no le veréis el pelo más por aquí.
Tiene perfil en Facebook, en LikedIn, en Twitter (@igorcubillo) y en Instagram (igor_cubillo), pero no hace #FollowBack ni #FF.
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