Ibarra Baserria. Aliens y alternativas a la soja transgénica
La RAE, que no es precisamente la Gran Enciclopedia de la Horticultura pero constituye una herramienta que todos deberíamos ojear de cuando en vez, guarda únicamente dos breves acepciones para el término “Soja”. La primera indica que se trata de una “planta leguminosa procedente de Asia”. La segunda extiende la denominación al “fruto de la soja, comestible y muy nutritivo”. Tal descripción debería servir para convencerte de que la soja en esencia no es mala, en absoluto; lo es su modificación mediante ingeniería genética, introduciéndole uno o varios genes de otras especies. El transgénico es eso, un producto de laboratorio al que se le ha hecho un añadido en su cadena de ADN, de un animal, de un insecto, de otra planta, para conseguir una característica especial, por ejemplo más proteína, más producción o resistencia a plagas y enfermedades.
Y, claro, también es perjudicial para la comunidad el cultivo de ese Frankenstein vegetal. Echando un vistazo a la documentación aportada por sus más firmes detractores, el cultivo de soja transgénica provoca deforestación, monocultivo, pérdida de biodiversidad, aumento de emisiones de carbono, contaminación del agua, erosión del suelo… Too much. Lo pienso yo, lo piensas tú y lo pensó Jon Bastante, un joven de 33 años, sin ascendencia familiar vinculada a la agricultura, que obtiene en Ibarra Baserria soja bajo un sistema de producción ecológico. Fresca y con la garantía de no ser transgénica, no sólo rica en proteínas y baja en calorías. Así uno se puede nutrir con la conciencia tranquila.
“El cultivo transgénico es mayoritario y se produce mucho en Latinoamérica. Allí existe lo que llaman puertos sojeros, sobre todo en Argentina, que cogen todo el grano transgénico, que es mayoritariamente para pienso, aunque productos como las pizzas prefabricadas que llevan la famosa lecitina de soja están fabricados con soja transgénica”, advierte el agricultor antes de señalar al maíz Monsanto como el producto transgénico más conocido. “Le meten una parte de un insecto y así se hace resistente al herbicida que vende Monsanto, que es el glifosato, el agente naranja de la guerra de Vietnam, un defoliante tremendo que nos estamos comiendo, sobre todo en productos cerealistas”, alerta. Horreur.
Una avispilla parásita al estilo Alien
La soja es de temporada, aunque “se puede alargar bastante, desde principios de primavera (su intención para 2022 es realizar las primeras siembras en marzo o abril) hasta una última recolección en septiembre”, explica Jon. ¿Y entraña mucha dificultad? “No creo que un huertero doméstico sea capaz de sacarlo, pero es bastante sencillo si tienes experiencia y el ojo entrenado”, aclara mientras muestra un ejemplar de pak choi atacado por altisa, la pulguilla de la col, una plaga que exige utilizar riego por aspersión y cubrir con mantas, y que se combate “con las herramientas que tenemos”. Aquí no usan glifosato.
“Podemos hacer sueltas de insectos. Hay que entender que esto es un ecosistema muy particular y tenemos que lograr un equilibrio entre las plagas y sus depredadores. En el momento en que hay un desequilibrio, se puede ir de madre. Tenemos mariquitas que se comen los pulgones y tenemos una avispilla parásita que, en el más puro estilo Alien, les pica, les pone un huevo dentro y les va comiendo de dentro hacia fuera”, detalla nuestro anfitrión.
Casi toda su labor la desempeña en Ibarra Baserria, una explotación ubicada en el barrio Ibarra de Amorebieta – Etxano (Bizkaia maitea) donde cuenta con 2,5 hectáreas de terreno, 3.000 metros cuadrados bajo cubierta. Junto al cauce del río Ibaizabal, a un paso de la autopista y del restaurante Jauregibarria (no en vano fue Beñat Ormaetxea quien me presentó al emprendedor, tras yo probar su edamame), Jon Bastante cultiva más de un centenar de variedades vegetales diferentes; desde guisantes lágrima a habitas, pasando por lechugas y physalis, sin olvidar familias más extensas, como pueden ser pimientos (asar de Laudio, amarillo, italiano, piparras, Gernika, chiles habaneros…) y tomates, la mayoría de variedades autóctonas (pikoluze, aretxabaleta, loidi, petit…). Aparte, cuenta con 2,5 hectáreas de manzanas autóctonas en Muxika.
Pionero en cultivo de soja ecológica
Nuestro protagonista se formó en la Escuela Agraria de Derio y ha pasado por países como Suecia e Italia, sus prácticas han sido “bien extensas”, pero asegura que donde realmente ha aprendido es en su huerta, “a base de ensayo – error, de chocarme contra la pared, porque aquí no paras de aprender de cultivo, de manejo de la tierra, de insectos, de plagas, de venta… Mil historias”.
Eso sí, Jon Bastante fue el primero en atreverse con la soja ecológica en estos lares, pero afortunadamente no será el último. Él se ha ganado para siempre el mérito y la consideración de ser pionero en la materia, pero a rebufo hay quien se ha interesado por ella y ha pedido semillas; al menos un par de explotaciones, una en Navarra y otra en Valencia. “¿Por qué no está más extendido? Porque somos muy de sota – caballo – rey, básicamente. Las casas de semillas del estado español se dedican a lo que se dedican, al mercado de Almería, tomate de industria, pimiento California, ajo y cuatro cosas más, melón y sandía. La mayor parte se destina a exportación”, desgrana.
Y, ojo, que cierta producción española “es producto hidropónico, invernaderos con suelo de hormigón donde las plantas crecen en un sustrato inerte y se les da los minerales disueltos en el agua de riego”.
Lo sabe bien este profesional del campo que pasa el tiempo entre servicios, cursos y ensayos de nuevas variedades, pues tiene un acuerdo con una casa de semillas francesa. De hecho, su idea es centrarse más en la gestión, alejarse en cierta manera del apartado meramente productivo, dedicarse a “seguir innovando”, y anuncia estar en esa excitante etapa que acarrea poner toda la carne en el asador. En su caso, ello implicará volcarse en mayor medida con la hostelería y su demanda de vegetales mini, gamas de mézclum, germinados y flores. Y también especializarse en plantaciones de origen asiático y latinoamericano, porque observa que es “hacia donde tienden las fusiones de cocina”.
Lo dice sabedor de que “no se puede trabajar con todos los cocineros”. “Si no hay comunicación, no puedes trabajar con un productor como nosotros”, sentencia el responsable de Ibarra Baserria, quien despacha sus verduras de forma directa, en el caserío, y también en formato cesta (10 y 20 euros) que entregan a domicilio y en puntos de encuentro concertados.
+34 655 714 861
ibarrabaserria@gmail.com
Periodista y gastrósofo. Heliogábalo. Economista. Equilibrista (aunque siempre quiso ser domador). Tras firmar durante 15 años en el diario El País, entre 1997 y el ERE de 2012, Igor Cubillo ha logrado reinventarse y en la actualidad dirige la web Lo que Coma Don Manuel y escribe de comida y más cuestiones en las publicaciones Guía Repsol, GastroActitud, Cocineros MX, 7 Caníbales, Gastronosfera y Kmon. Asimismo, vuelve a firmar en El País y es responsable de Comunicación de Ja! Bilbao, Festival Internacional de Literatura y Arte con Humor. También ha dirigido todas las ediciones del foro BBVA Bilbao Food Capital y fue responsable de la programación gastronómica de Bay of Biscay Festival.
Vagabundo con cartel, se dobla pero no se rompe, hace las cosas innecesariamente bien y ya han transcurrido más de 30 años desde que empezó a teclear, en una Olivetti Studio 54 azul, artículos para Ruta 66, Efe Eme, Ritmo & Blues, Harlem R&R ‘Zine, Bilbao Eskultural, Getxo A Mano (GEYC), DSS2016, Den Dena Magazine, euskadinet, ApuestasFree, eldiario.es, BI-FM y alguna otra trinchera. Además, durante dos años colaboró con un programa de Radio Euskadi.
Como los Gallo Corneja, Igor es de una familia con fundamento que no perdonaría la cena aunque sonaran las trompetas del juicio final, si es que no han sonado ya. Sostiene que la gastronomía es el nuevo rock and roll y, si depende de él, seguiréis teniendo noticias de este hombre al que le gusta ver llover, vestirse con traje oscuro y contar historias de comida, amor y muerte que nadie puede entender. Eso sí, dadle un coche mirando al sol, una guitarra y una canción, una cerveza y rock and roll, y no le veréis el pelo más por aquí.
Tiene perfil en Facebook, en LikedIn, en Twitter (@igorcubillo) y en Instagram (igor_cubillo), pero no hace #FollowBack ni #FF.
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