Txakoli Garate (Laudio). Un vino que pide una sonrisa
“Nunca te olvides de sonreír, porque el día que no sonrías, será un día perdido” (Charles Chaplin)
Las bodegas son todas iguales. Claro que las hay más grandes y más pequeñas, más lujosas y más rústicas, con mayor o menor inversión en maquinaria y arquitectura, pero a fin de cuentas el vino se hace prácticamente de la misma manera acá y allá. Por aquí se recibe la uva, que ‘todos’ recogemos a mano en cajas de 15 kilos, y blah, blah, blah… Lo que realmente incrementa el interés de muchas visitas es el componente humano y, qué carajo, esa morcilla con pimientos, esa inefable txistorra con mejillones, esa carrillera y tomate y esos caracoles que te comes.
Tal cual fue el menú sencillo, sabroso y hasta deleitoso con que armonizamos los txakolis de la abigarrada bodega de Txakoli Garate (Laudio, Álava), un ejemplo de tesón y buena voluntad en la frontera que determina que un vino sea de Bizkaia o de Álava, con las consabidas consecuencias a nivel comercial. Las explicaciones de Egoitz Zubiaur, en el papel de anfitrión, ayudaron a descubrir las bondades de su vino en teoría más básico (un 80% hondarribi zuri + 20% hondarrabi zuri zerratia, con sobrada estructura tras cuatro meses sobre lías, que despacha a 12 € en su web), así como las de referencias especiales de la casa, desde un monovarietal de esa petit courbu (25,50 €), a un riesling (“la reina de las uvas blancas”, 25,50 €) y un entrañable ojo de gallo de escasa producción.
“Lo que se ha hecho siempre en casa. Una mezcla de un 80% de uva blanca y un 20% de uva tinta, hondarrabi beltza y cepas antiguas que puso mi birraitite (bisabuelo) hace muchos años. La uva tinta se echa al depósito, se mantiene 24 horas en contacto, se sacan los hollejos y sólo se fermenta el mosto, sin presiones”, señala Egoitz a propósito del txakoli rosado. Él, cuarta generación de txakolineros que ya por los años treinta del S.XX hacían vino para consumo familiar y de los peregrinos que pasaban por el Alto de Garate, dirige allí mismo una bodega que cuenta con cuatro empinadas hectáreas de viñedo.
Merecen mención las curiosas etiquetas que engalanan su serie Irribarrak con adaptaciones sonrientes de ‘La joven de la perla’, de Johannes Vermeer, y el ‘Autorretrato con collar de espinas’ de Frida Khalo. “¡Qué hay más bonito que sonreír!”, exclama Zubiaur, ratificando la cita de Charlot impresa en una de sus contraetiquetas. Y todo elogio es poco para su vermú (18 €) a base de hondarrabi zuri «con hierbas autóctonas», elegante y embriagador, con un sutil deje amargo que me seduce. Tanto que ya figura en mi particular top 3 junto a Carpano Antica Formula y Mon Dieu!
Goienuri, 20; 01400 Laudio (Álava)
+34 659 06 03 91
Periodista y gastrósofo. Heliogábalo. Economista. Equilibrista (aunque siempre quiso ser domador). Tras firmar durante 15 años en el diario El País, entre 1997 y el ERE de 2012, Igor Cubillo ha logrado reinventarse y en la actualidad dirige la web Lo que Coma Don Manuel y escribe de comida y más cuestiones en las publicaciones Guía Repsol, GastroActitud, Cocineros MX, 7 Caníbales, Gastronosfera y Kmon. Asimismo, vuelve a firmar en El País y es responsable de Comunicación de Ja! Bilbao, Festival Internacional de Literatura y Arte con Humor. También ha dirigido todas las ediciones del foro BBVA Bilbao Food Capital y fue responsable de la programación gastronómica de Bay of Biscay Festival.
Vagabundo con cartel, se dobla pero no se rompe, hace las cosas innecesariamente bien y ya han transcurrido más de 30 años desde que empezó a teclear, en una Olivetti Studio 54 azul, artículos para Ruta 66, Efe Eme, Ritmo & Blues, Harlem R&R ‘Zine, Bilbao Eskultural, Getxo A Mano (GEYC), DSS2016, Den Dena Magazine, euskadinet, ApuestasFree, eldiario.es, BI-FM y alguna otra trinchera. Además, durante dos años colaboró con un programa de Radio Euskadi.
Como los Gallo Corneja, Igor es de una familia con fundamento que no perdonaría la cena aunque sonaran las trompetas del juicio final, si es que no han sonado ya. Sostiene que la gastronomía es el nuevo rock and roll y, si depende de él, seguiréis teniendo noticias de este hombre al que le gusta ver llover, vestirse con traje oscuro y contar historias de comida, amor y muerte que nadie puede entender. Eso sí, dadle un coche mirando al sol, una guitarra y una canción, una cerveza y rock and roll, y no le veréis el pelo más por aquí.
Tiene perfil en Facebook, en LikedIn, en Twitter (@igorcubillo) y en Instagram (igor_cubillo), pero no hace #FollowBack ni #FF.
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