Restaurante Tamaya (Bilbao). Asia insípida
No salimos dolidos del restaurante oriental Tamaya, próximo al museo mundial Guggenheim. Lo tomamos como una experiencia, pasamos el rato, nos trataron bien y no resultó caro, ya que consumimos un cupón de descuento de Colectivia que prometía una rebaja desde los 27 aurelios hasta los 13,5, con bebida incluida: Carlos una copa de tinto que le desaconsejé, pues no maridaría (luego me dio la razón); y yo una cerveza San Miguel de tercio que combinó de maravilla (luego pedí otra de abono, a 2,48, más propinilla que dejé). No obstante, fue una comida insípida fundamentada en el sushi, la supuesta especialidad nipona.
Rezaba la promoción: «Un restaurante con comedor espacioso con decoración moderna y amplios ventanales que dejan a la vista el museo Guggenheim». Vaya… con vistas si te pegas al cristal. Y esto añadía la promoción sobre un local con cañas de bambú: «Deliciosa comida asiática con especialidad en sashimis, maki y combinados de sushi. Dentro de su carta también podemos encontrar platos como pato Pekín, lubina al vapor con jengibre y solomillo con salsa teriyaki».´
Nuestra comida cursó cuesta abajo. Empezamos picando el aperitivo, una especie de cortezas finolis y blancas, y proseguimos con sendas ensaladas Tamaya, correctas en su sencillez, con lechuga y tiras de zanahoria, un poco de chaka y gambas congeladas, todo con un aliñe asaz avinagrado y de poso lechoso cuya fórmula secreta no nos desentrañó el camarero. Luego compartimos cuatro rollitos vietnamitas, ricos rebozados no aceitosos, curiosos y con una salsita inodora que le aportaba más matices. Estaban rellenos de carne picada suave (quizá de cerdo o mezclada) y Carlos recomendó: «Cómelo rápido que, si no, se queda gomoso». ¡Dicho y hecho!
Luego llegó la bandeja del sushi en sí. Miren que es fácil cocinar arroz que sepa algo con un poco de sal y un ajito, pero el grano del Tamaya no sabía a nada. Sólo aparecía la sapidez si añadías salsa de soja (buena, la marca que usa Carlos) y el par de aliños del plato: uno cítrico y la manida y demoníaca masa de salsa wasabi que esta vez Carlos no devoró de un bocado, como hizo en el Dando La Brasa getxotarra.
Compartimos todo esto: cuatro piezas sushi salmón (no sabía a nada el salmón… y el arroz no era para echar cohetes); seiz piezas shake maki (estaban algo mejor por el sabor del alga pero, como observó Carlos, le recordó más al campo que al mar); cuatro piezas california maki (quizá la cumbre del lote, pero la gamba no sabía a nada y el aguacate a menos; comparo esos makis con los del Sumo de la calle Ledesma y no hay color); cuatro piezas sashimi de salmón (tampoco sabía a nada, y estaba blando y soso; como sentenció Carlos; cualquier ahumado de piscifactoría tiene más empaque); y cuatro piezas sashimi de atún (una eme, ejem, una masita sosa y blandísima y absolutamente insípida). De postre, chupito de sake, que escondía cierto sabor a arroz pero parecía un orujo flojo y aguado. En fin, ya puedo decir que he bebido sake.
Salimos tan orientalizados que minutos después vimos la película barroca hindú ‘La vida de Pi’. Y le guardo tan poco rencor al Tamaya que estoy dispuesto a probar su económico menú del día eligiendo una carne con salsa exótica y una birra de tercio por 9.95 lereles de nada. Viva la globalización.
(repetiría un menú diario económico por afán explorador Óscar Cubillo)
Alameda de Mazarredo, 67; 48009 Bilbao (Bizkaia)
94 654 28 37
Periodista y gastrósofo. Heliogábalo. Economista. Equilibrista (aunque siempre quiso ser domador). Tras firmar durante 15 años en el diario El País, entre 1997 y el ERE de 2012, Igor Cubillo ha logrado reinventarse y en la actualidad dirige la web Lo que Coma Don Manuel y escribe de comida y más cuestiones en las publicaciones Guía Repsol, GastroActitud, Cocineros MX, 7 Caníbales, Gastronosfera y Kmon. Asimismo, vuelve a firmar en El País y es responsable de Comunicación de Ja! Bilbao, Festival Internacional de Literatura y Arte con Humor. También ha dirigido todas las ediciones del foro BBVA Bilbao Food Capital y fue responsable de la programación gastronómica de Bay of Biscay Festival.
Vagabundo con cartel, se dobla pero no se rompe, hace las cosas innecesariamente bien y ya han transcurrido más de 30 años desde que empezó a teclear, en una Olivetti Studio 54 azul, artículos para Ruta 66, Efe Eme, Ritmo & Blues, Harlem R&R ‘Zine, Bilbao Eskultural, Getxo A Mano (GEYC), DSS2016, Den Dena Magazine, euskadinet, ApuestasFree, eldiario.es, BI-FM y alguna otra trinchera. Además, durante dos años colaboró con un programa de Radio Euskadi.
Como los Gallo Corneja, Igor es de una familia con fundamento que no perdonaría la cena aunque sonaran las trompetas del juicio final, si es que no han sonado ya. Sostiene que la gastronomía es el nuevo rock and roll y, si depende de él, seguiréis teniendo noticias de este hombre al que le gusta ver llover, vestirse con traje oscuro y contar historias de comida, amor y muerte que nadie puede entender. Eso sí, dadle un coche mirando al sol, una guitarra y una canción, una cerveza y rock and roll, y no le veréis el pelo más por aquí.
Tiene perfil en Facebook, en LikedIn, en Twitter (@igorcubillo) y en Instagram (igor_cubillo), pero no hace #FollowBack ni #FF.
2 Comentarios
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O tú o yo estamos muy equivocados. Creo que lo estás tú. Has tardado en probar el sake. En fin..
Totalmente de acuerdo. Flojisimo para la ubicación que tiene. Y lo más chocante para un chino, una pareja de turistas se marcho porque no les atendieron en sábado, al mediodía y con el 15% del local. No creo que vuelva