Sukalde Kultura (Donostia). Comida sin tonterías
Hace ya tiempo que nos hemos convertido en habituales de este nuevo bar-restaurante de El Antiguo donostiarra. Pero, por hache o por be, no encontraba el momento para hacerle su merecido homenaje público, como salvavidas de nuestros hambrientos estómagos a 5 minutos de casa.
Todo comenzó como lo hacen las historias de amor: de un vistazo rápido. Pasamos por delante de su llamativa puerta, cuando paseábamos, y la duda se cernió sobre nosotros: «este sitio… ¿no era antes diferente? Parece que ha cambiado… A ver, a ver la carta…» (qué peligro tiene eso).
De ahí al boca a boca de la gente, que parecía más avispada que nosotros y ya lo había probado: «Pues está muy bien, muy agradable».
Entonces llegó un día, no recuerdo muy bien cuál, pero era un domingo, a la hora de comer, que por un azar del destino decidimos adentrarnos a esa cueva con aspecto tropical de la que tan bien habíamos oído hablar.
Empezamos por lo fácil, el aperitivo. Cañas bien echadas (milagro), camareras amables (milagro dos), y pintxos ricos (menos milagro, pero se agradece). Según pasaban los minutos, nuestra curiosidad iba en aumento y decidimos preguntar si había mesa para comer. ¡Bingo! Tuvimos suerte y allá que fuimos, con el cuchillo y tenedor en ristre, para hacer gala de nuestro curtido arte en cortar y masticar.
La oferta gastronómica es perfecta para lo que suele ser esta bendita ciudad. Rica, sencilla y muy muy muy asequible. Me dejo un muy por el camino. Su carta es simple, se pueden tomar raciones, pintxos y platos, y combinar todos, para crear tu comida o cena particular. También hay una solución llamada «Pintxo pack» (8 euros), que incluye tres pintxos salados y uno de postre, que, si la combinas con alguna ración, te apaña la comida. La merluza (tanto el cogote como la merluza al horno) son un absoluto imprescindible, así como la ensalada de ventresca y el revuelto de hongos (en temporada). La tortilla de patatas es de las mejorcitas que he probado y de los pintxos dulces no puedo hablar por desconocimiento, ya que no suelo llegar al postre.
El sitio es muy agradable y tiene un pequeño rincón, con asientos bajos y mesitas, que es perfecto para tomar algo sin estar rodeado de mesas, mucho más íntimo. En este sitio todo tiene su toque, hasta la carta que está troquelada sobre madera (aunque ya nos han dicho que, por culpa de bastantes robos, han decidido cambiarla por cartitas de papel). Aunque tiene dos comedores, casi siempre hay que reservar, porque se llena muy rápido (para mí, la mejor señal).
El precio, dependerá de lo que tomes. Suelo ir bastante con amigas, a cenar el fin de semana, y solemos salir a unos 20 euros (gin tonic incluido) pero dependerá de lo que decidáis pedir. Mi fórmula ganadora para cenas de viernes es un par de pinchos por persona, un par de raciones para compartir y un plato también para compartir. Con esto ya nos cuesta levantarnos y somos de buen comer. El vino está bien de precio, aunque casi siempre bebemos cerveza (Amstel bajo cero).
Lo mejor; esa sensación al entrar, bajando esas escaleras, de que te adentras en un lugar totalmente inesperado. Los fumadores serán felices en invierno, porque no hace falta salir a la calle para fumar, ya que en las escaleras hay un pequeño hueco para ellos donde pueden sentarse y están resguardados de la lluvia y el viento.
(Jarvisey)
web de Sukalde Kultura
Paseo de Heriz, 3; 20008 Donostia-San Sebastián (Gipuzkoa) * nada más entrar en Heriz, en el barrio del antiguo *
943 22 74 82
Periodista de carrera, que no tanto de profesión, aunque sí de afición. Con el corazón partido por medio Europa, de manera caótica y descompensada. Defensora de causas perdidas, amante de los animales, soñadora empedernida y gastrónoma frustrada. Mis tardes de lluvia y manta las paso acompañada de buen cine. Obsesiones confesables: Allen, Kubrick, Ophüls, Catalina de Rusia, Bowie, Brel y Escandinavia. Inconfesables; el cine y la música de los 80, Truffaut, Gardel y los documentales de guerra. Absténganse aficionados a encuentros deportivos varios, cine de palomitas y hit parades. Soy esa rara avis que siempre cae mal en las primeras conversaciones. Qué le vamos a hacer.
Periodista de carrera, que no tanto de profesión, aunque sí de afición. Con el corazón partido por medio Europa, de manera caótica y descompensada. Defensora de causas perdidas, amante de los animales, soñadora empedernida y gastrónoma frustrada. Mis tardes de lluvia y manta las paso acompañada de buen cine. Obsesiones confesables: Allen, Kubrick, Ophüls, Catalina de Rusia, Bowie, Brel y Escandinavia. Inconfesables; el cine y la música de los 80, Truffaut, Gardel y los documentales de guerra. Absténganse aficionados a encuentros deportivos varios, cine de palomitas y hit parades. Soy esa rara avis que siempre cae mal en las primeras conversaciones. Qué le vamos a hacer.
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