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Contenidos Etiquetados "restaurantes Bilbao"
Basque by Eneko Atxa constituye un ligero consuelo para quien no pueda afrontar el desembolso que exige Azurmendi y representa una buena puerta de entrada al universo del chef, sabroso, detallista, enraizado y bello.
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El vizcaíno Unai Campo capitanea a un paso del Museo Guggenheim Bilbao Porrue, asador urbano, contemporáneo, que pone al día el asado en parrilla con no poca audacia cuando la ocasión lo requiere.
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El cocinero zarauztarra Aitor Rauleaga traza con lucidez, conocimiento, pulcritud y cero caspa las líneas maestras de un recetario manjaroso que hunde sus raíces en la memoria del comensal y apuesta por un producto notable y con apellidos no por conocido menos excitante.
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El concurrido Bar Mugi es una taberna ilustrada donde Juanma Díez, currante bienhumorado, eléctrico y locuaz, lleva casi 40 años despachando vinos con fundamento y buenas viandas.
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Quienes lamentamos la pérdida de protagonismo de nuestra tradición y del clasicismo bien entendido en la oferta hostelera bilbaína estamos de enhorabuena con la apertura en Ledesma de Bocoy, parte del grupo Bilbao Berria.
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Comandado por Paul Ibarra, discípulo de Fernando Canales, Los Fueros es un pequeño gran restaurante de marcado perfil informal que defiende la cocina popular bilbaína.
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El valenciano Diego Sorni comanda en Bilbao la Vieja una arrocería donde la sencilla oferta permite comer platos típicos de su tierra, desde una buena paella a esgarraet, pasando por el all i pebre de anguila que te traslada a La Albufera.
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Dos exNerua, Adrián Leonelli y Pablo Valdearcos, comandan en Bilbao la Vieja un restaurante de cocina de mercado guiado por una idea: se pueden ofrecer a precio asequible cosas interesantes, bien hechas y respetando los cánones de la alta cocina.
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Se abre a la espalda, se dora en la plancha por ambos lados, se añade aceite de oliva y un poquito de caldo de pescado, y se acaba en el horno. Así se trabaja el género en el restaurante Mugarra, referencia de la villa a la hora de seleccionar, trabajar y comer pescado.
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Sabino Zelaia capitanea una nave sin cocina que ha sabido armar una oferta gastronómica atractiva y aseada a base, principalmente, de embutidos, quesos y conservas. A falta de elaboraciones, se esfuerza en que primen el producto y la sencillez.
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(+29 rating, 6 votes)Cargando... El teatro Campos Elíseos es un clásico de Bilbao, un edifico capaz de destacar por su belleza en una villa tan bella como la capital vizcaína, reinventada a base de postales, de sumar proyectos de arquitectos estrella: Frank Gehry, Norman Foster, Arata Isozaki, César Pelli, Santiago Calatrava… Pero lo mejor del caso es que destacó incluso durante los años en que languideció víctima del abandono, en estado poco menos que ruinoso; y lo fue gracias a la excepcionalidad de su fachada modernista, sobresaliente ejemplo de art nouveau erigido en 1902 según diseño del arquitecto Alfredo Acebal. La Bombonera de Bertendona vive ahora una segunda juventud. El ayuntamiento de la capital vizcaína y la SGAE invirtieron un lustro y 27 millones de euros en su reforma, lo reinauguraron en 2010, y ahora acoge una programación un tanto descafeinada de música y artes escénicas. Y, en su quinta planta, un restaurante al que he acudido no menos de cinco veces con ánimo de ponerme bien y ponerlo bien, y todas he salido algo defraudado con su Menú Bistró. Sí, porque su pertenencia, en origen, al grupo Zaldua hacía esperar más del Atril XXI, mucho más si se atiende a las promesas de su web: «Somos fieles a la cocina creativa, novedosa y fascinante, gracias a un chef que sabe posicionarse a la vanguardia de las tendencias actuales». El menú en cuestión siempre ha sido sugestivo, pues desde un principio permitía escoger entre buena parte de la carta, por un precio cerrado de 19,50€ (bebida incluida; 22 euros en fin de semana). Ahora el menú se indica en hoja aparte, pero el precio se mantiene y continúa constando de un primero, un segundo, postre y bebida, incluidos un par de crianzas. Siempre que no escojas el vino a tu antojo, que con dicha fórmula se despacha al 50% (igual que el resto de la carta), una excelente iniciativa que, eso sí, eleva la cuenta, con café, por encima de los 25€/pax. En una ciudad donde hay buenos menús del día por la...
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(+25 rating, 5 votes)Cargando... He meditado escribir o no las siguientes lineas. Me ha pasado lo mismo que a los dibujos animados, cuando se pelean moralmente con el angelito y el demonio. El angelito me decía que me lo guardara para mí, que un mal día lo tiene cualquiera, que el local es de reciente apertura y que una mala experiencia hecha pública en la red podría ser un varapalo. Pero, pensándolo mejor, creo que es justo, tanto para los clientes como para el propio local, conocer aquellos aspectos que son mejorables y poner remedio lo antes posible. Digo. Pero antes de entrar en detalles subjetivos, al César lo que es del César. El local es chulo a rabiar, lo mires por donde lo mires. Es amplio, moderno y está decorado con mucho gusto. En cuanto entras por la puerta, parece que un avión ultrasónico te acaba de teletransportar al Soho neoyorkino, lo menos. Además de con la decoración, me quedo con la cita de Joe E. Lewis que reza en la pared principal: «Me puse a dieta, juré que no volvería a beber y a comer en exceso, y en catorce días había perdido dos semanas«. ¡Amén! Lo voy a escribir en un postit y lo voy a pegar en mi nevera como leitmotiv. En nuestra primera visita, hace unas semanas, además del bebercio correspondiente (a destacar, grifos de cerveza de la aragonesa Ámbar), catamos una tortilla de patatas que, verdaderamente, estaba buenísima. Y ración más que vistosa, oye. Desde aquel día, un nuevo must que añadir a la lista personal de tortillas en condiciones de Bilbao. Le echamos un ojo a la carta y decidimos acercarnos otro día a ver qué tal se cenaba en el famoso Marvelous, ese del que todo el mundo habla últimamente. Y el día elegido fue el de mi cumpleaños, el de los veintitodos. El local estaba a rebosar (pese a ser festivo) de gente cool de todas las edades, estilos y colores tomando algo, que no cenando. Cenando, hasta casi las 22:00 horas, cuando llegaron más clientes, sólo estábamos nosotros. Como...
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