Botanika Kafe (Donostia). Saludable e internacional
«Nacimos para ser un bar con cosas para picar, y ahora, gracias a la capacidad del equipo de cocina, somos un restaurante con cosas para beber». Así presenta Fito Plaza, uno de sus promotores, la rápida evolución de Botanika Kafe, un negocio que hace sólo medio año abrió sus puertas en Donostia, junto al río Urumea, frente a Tabakalera, en la otra orilla. Ése ha sido tiempo suficiente para ganarse fama de ser el mejor restaurante vegetariano de la ciudad, más recomendable incluso que el veterano Tedone. Reputación estupenda, aunque inexacta; no porque Botanika no sea el mejor (no entraré en esas discusiones), sino porque no se trata de un restorán vegetariano. Su oferta de comida para los practicantes del vegetarianismo, incluidos los veganos, es destacable y recomendable, pero también acostumbra a haber opciones para los carnívoros. Más preciso sería, por tanto, hablar de cocina saludable e internacional. Genial.
Se trata de un espacio acogedor que cuenta con un solicitado mirador, que puede hacer las veces de reservado, y una cuidada terraza que es una gozada en verano. Entonces es cuando más se disfruta entre sus variados elementos decorativos (una regadera por aquí, un trozo tronco por allá, no tropieces con esa enorme mariquita…) y un pequeño huerto donde se abastecen de especias como el orégano y plantas como la hierbabuena. No pueden autoabastecerse con esa producción, pero los gestores del local si tienden a recurrir a productores locales y, a ser posible, ecológicos.
Por si fuera poco, Botanika Kafe se atreve con una discreta programación cultural (hasta un quinteto ha ocupado su escalera exterior) y el ambiente relajado, con música agradable y luz tenue, la red wifi gratuita y la profusión de enchufes invitan a pasar un buen rato pendiente del ordenador portátil, la tableta o el smartphone.
Pero habíamos venido a comer, ¿no? Bien, aquí no hay pintxos, salvo unos bien considerados quichés (2,50 euros) y una tortilla de patata que yo he pillado (2,80 euros, pintxo y café solo) bien rica, alta, con el dulzor de la cebolla bien pochada y sin cuajar en demasía. Buena opción. La repostería (bizcochos) es casera y son muy solicitadas sus cenas temáticas (20 euros, excluida bodega), que ya han rescatado sabores y aromas de países como Marruecos, Japón, Colombia, Vietnam, Tailandia, Italia y Perú. En la nueva carta se espera la incorporación, a partir de enero, de durum de falafel, de queso provolone y de curri, de manera permanente. Y los fines de semana también ofrece fórmulas cerradas bajo títulos tan sugerentes como Menú Vegeta (bol de sopa miso; provolone gratinado; brocheta de verduras y champis con ajoblanco de avellana; arroz curri con verduras; postre) y Menú Camarón (bol de caldo de camarón; cebiche; provolone gratinado; brocheta de langostinos verduras y chipirón; arroz curri con frutos del mar; postre), por 20 y 25 euros, respectivamente.
Entre semana la oferta es corta pero efectiva. Un par de ensaladas (quesos -8,50- y soba -9-), tres untables (hummus, dip babaganus y queso fresco con nueces; 6, cada) y raciones, y medias raciones, de patatas baby con salsas (5,50) y de falafel con tzatziki (7,50). Siete opciones a las que hay que sumar un plato del día (8,50, con postre o café) que siempre me ha dejado satisfecho. La primera vez comí un curry verde con arroz integral y pollo, picante y bien surtido de berenjena, zanahoria, pimiento rojo y champiñón. La segunda me sorprendió gratamente un plato de coliflor gratinada emplatada sobre crema de calabaza y coronada por alga wakame. Muy muy rica.
La ensalada a base de soba noodles, espinacas, zanahoria, edamame (semillas de soja tierna) y aliño de sésamo no la entendí, me resultó monótona; pero sí he disfrutado con el falafel, esas croquetas de garbanzo cuyo sabor remite a India, se acompañan con salsa de yogur y se presentan junto a una pequeña ensalada, a base de rúcula, hoja roble, tartare de tomate y zanahoria, con acertado aliño. Y son muy recomendables los referidos untables, como entrante o simplemente para acompañar la bebida. Tanto el hummus (garbanzo) como el babaganus (berenjena), se presentan con mimo y se acompañan con pan tostado, triángulos de maíz y palitos de zanahoria y apio. Un acierto.
No hace falta ser vegetariano para disfrutar con una propuesta que, con mucha honestidad, sencillez y sin excesos de diseño, se distingue, para bien, en la larga pero poco variada oferta gastronómica de San Sebastián. Basta con ser un poco curioso.
(redactó este texto enganchado al wifi de Botanika Kafe, Igor Cubillo)
Paseo Árbol de Gernika, 8. 20006 Donostia. Gipuzkoa
943 44 34 75
Periodista y gastrósofo. Heliogábalo. Economista. Equilibrista (aunque siempre quiso ser domador). Tras firmar durante 15 años en el diario El País, entre 1997 y el ERE de 2012, Igor Cubillo ha logrado reinventarse y en la actualidad dirige la web Lo que Coma Don Manuel y escribe de comida y más cuestiones en las publicaciones Guía Repsol, GastroActitud, Cocineros MX, 7 Caníbales, Gastronosfera y Kmon. Asimismo, vuelve a firmar en El País y es responsable de Comunicación de Ja! Bilbao, Festival Internacional de Literatura y Arte con Humor. También ha dirigido todas las ediciones del foro BBVA Bilbao Food Capital y fue responsable de la programación gastronómica de Bay of Biscay Festival.
Vagabundo con cartel, se dobla pero no se rompe, hace las cosas innecesariamente bien y ya han transcurrido más de 30 años desde que empezó a teclear, en una Olivetti Studio 54 azul, artículos para Ruta 66, Efe Eme, Ritmo & Blues, Harlem R&R ‘Zine, Bilbao Eskultural, Getxo A Mano (GEYC), DSS2016, Den Dena Magazine, euskadinet, ApuestasFree, eldiario.es, BI-FM y alguna otra trinchera. Además, durante dos años colaboró con un programa de Radio Euskadi.
Como los Gallo Corneja, Igor es de una familia con fundamento que no perdonaría la cena aunque sonaran las trompetas del juicio final, si es que no han sonado ya. Sostiene que la gastronomía es el nuevo rock and roll y, si depende de él, seguiréis teniendo noticias de este hombre al que le gusta ver llover, vestirse con traje oscuro y contar historias de comida, amor y muerte que nadie puede entender. Eso sí, dadle un coche mirando al sol, una guitarra y una canción, una cerveza y rock and roll, y no le veréis el pelo más por aquí.
Tiene perfil en Facebook, en LikedIn, en Twitter (@igorcubillo) y en Instagram (igor_cubillo), pero no hace #FollowBack ni #FF.
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