El Rincón de Carlos (Bilbao). Menú del día de categoría
Resulta paradójico. Lapido me sitúa esta mañana en algún lugar entre la realidad y el sueño, cual sonámbulo en noche de tormenta; así, doy sorbos al café entre senderos nebulosos, errores a modo de amuleto y la promesa de que iremos muy lejos de aquí, donde se unen las líneas paralelas, nada menos. Luego cojo el Metro y León de Aranoa provoca que me pase tres estaciones, sumergido como estoy en 113 historias que procuran adentrarse en los espacios inexplorados de la fantasía: la oscuridad bajo la cama de un niño, una puerta entornada al final del pasillo luminoso de nuestra adolescencia, o el último pliegue de la falda de Andrea. Allí estoy varado a diario, donde termina el saber y empieza la imaginación, por eso, y he aquí la paradoja, necesito chutes de realidad que me recuerden dónde piso, preciso toques de atención y cables que me aten a tierra, a mi tierra, a esa patria que es mi infancia. Por esa razón, cuando voy a un restaurante no pido la pastilla roja de Morfeo, la que permite conocer hasta dónde llega la madriguera de conejos; tampoco el upelkuchen que agigantaba a Alicia; lo que busco con ahínco es despertar y abrir ese cofre de aromas y sabores familiares que me recuerdan dónde estoy, que acreditan que contamos con una tradición y una cultura gastronómica maravillosas. Un tesoro que no sólo custodian los refectorios de postín y que cabe exigir también a quienes viven de un menú del día cada vez más vilipendiado, más desnaturalizado, más inconsistente, más ajeno. Por eso me siento a gusto en El Rincón de Carlos.
Carlos es Carlos Unibaso, quien desde hace tres años da allí continuación, entre banderas de El Palio de Siena, a una carrera hostelera forjada durante cuatro décadas en la añorada Casa Vasca. Afable y diligente, él comanda desde la sala un restaurante de acceso recóndito, ubicado de hecho en un patio interior estupendamente acondicionado, especializado en menú del día con mucho fuste y buen precio (13,20€), de ese que llamamos casero. En mi primera visita me tentaron alcachofas rellenas e hígado a la plancha, pero finalmente debuté con lo siguiente: garbanzos con hongos, conejo al tomillo y un soberbio arroz con leche. Cocina sin chorradas, regada con rioja crianza, en un despacho que ya se me antojó una joyita en pleno centro de Bilbao, junto a la Plaza Bizkaia, al pie de Apartamentos Santiago, pero independiente de ellos.
Regresaré bien pronto para ratificar la primera impresión, que es realmente grata, me dije. Y no tardé en volver para comprobar que cada vez que un bilbaino come en una franquicia de tres al cuarto, en lugar de hacerlo en un restorán como El Rincón de Carlos, se mueren un querubín en el cielo y una poetisa en la tierra. La casa de Unibaso se instaló ese día en mi top de los menús del día de la capital vizcaína con su derroche de cocina reconocible, con raíces, buen gusto y pasión, en los fogones y en la sala. En esa ocasión la fórmula diaria incluía ricas lentejas y unas vainas que en mi mesa juzgaron de excelentes, amén de conejo bien sabroso y tierno, una merluza fresca a la plancha ciertamente manjarosa, y ese arroz con leche digno de envidia sana. Y, ojo, que la elección no era sencilla, pues también cantaron verdel a la espalda, lomo de dorada a la bilbaína…
En otras ocasiones se ha servido arroz con verduras y calamar, crema de legumbres con picatostes, patatas a la riojana, coliflor con refrito de pimentón, bacalao a la vizcaína, dorada y corvina a la plancha, mero con refrito, lomo a la riojana, costilla asada… Con todo ello, y pese a que el cuidado de su talludita clientela anima a cocinar con poca sal, El Rincón de Carlos es para mí un imprescindible y para muchos un gran desconocido, por su escondida ubicación, sobre un garaje y bajo el referido bloque de apartamentos. Todo un oasis, qué carajo, por sencillez y honestidad.
(Igor Cubillo _ @igorcubillo)
Licenciado Poza, 12; 48011 Bilbao (Bizkaia)
639 620 552
reservas@rincondecarlos.com
Periodista y gastrósofo. Heliogábalo. Economista. Equilibrista (aunque siempre quiso ser domador). Tras firmar durante 15 años en el diario El País, entre 1997 y el ERE de 2012, Igor Cubillo ha logrado reinventarse y en la actualidad dirige la web Lo que Coma Don Manuel y escribe de comida y más cuestiones en las publicaciones Guía Repsol, GastroActitud, Cocineros MX, 7 Caníbales, Gastronosfera y Kmon. Asimismo, vuelve a firmar en El País y es responsable de Comunicación de Ja! Bilbao, Festival Internacional de Literatura y Arte con Humor. También ha dirigido todas las ediciones del foro BBVA Bilbao Food Capital y fue responsable de la programación gastronómica de Bay of Biscay Festival.
Vagabundo con cartel, se dobla pero no se rompe, hace las cosas innecesariamente bien y ya han transcurrido más de 30 años desde que empezó a teclear, en una Olivetti Studio 54 azul, artículos para Ruta 66, Efe Eme, Ritmo & Blues, Harlem R&R ‘Zine, Bilbao Eskultural, Getxo A Mano (GEYC), DSS2016, Den Dena Magazine, euskadinet, ApuestasFree, eldiario.es, BI-FM y alguna otra trinchera. Además, durante dos años colaboró con un programa de Radio Euskadi.
Como los Gallo Corneja, Igor es de una familia con fundamento que no perdonaría la cena aunque sonaran las trompetas del juicio final, si es que no han sonado ya. Sostiene que la gastronomía es el nuevo rock and roll y, si depende de él, seguiréis teniendo noticias de este hombre al que le gusta ver llover, vestirse con traje oscuro y contar historias de comida, amor y muerte que nadie puede entender. Eso sí, dadle un coche mirando al sol, una guitarra y una canción, una cerveza y rock and roll, y no le veréis el pelo más por aquí.
Tiene perfil en Facebook, en LikedIn, en Twitter (@igorcubillo) y en Instagram (igor_cubillo), pero no hace #FollowBack ni #FF.
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